04 | Besos.

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— Alexa reproduce Vigilante Shit de Taylor Swift.

En un segundo el inicio de la canción comenzó a sonar por todo el primer piso de la casa acompañada de nuestras voces desafinadas.

Imaginé ser la cantante del momento en su primera gira mundial, subiendo al escenario (la isla de la cocina) con mis dos bailarines de confianza (Illay y Litzy) y los fans gritando de emoción (Sizú). En el coro de la canción hice un movimiento de cadera dando una vuelta para quedar de cuclillas rozando cada parte de mi cuerpo de forma sensual con mis manos jugando con mi cabello en el proceso. Litzy e Illay se intercalaron detrás mío haciendo girar su cintura, levantaron las manos de forma sincronizada y mi golden retriever saltó de un lado al otro siguiéndonos el juego.

Estábamos por llegar al final de la canción cuando escuchamos un carro estacionándose en la entrada, lo que hizo que mi mejor amiga diera el show por terminado.

En las fiestas, Litzy era la que se sentaba en una esquina a comerse toda la mesa de dulces mientras yo bailaba en la pista hasta que mis pies dolieran. Eso no quería decir que no le gustaba bailar. Lo que no le gustaba era que la vieran haciéndolo, y sabía (desde sus propias palabras) que el único hombre con el que se sentía cómoda era Illay, después de todo, lo conocía desde los 12 años. Comprendimos que quisiera fingir que nada había pasado en el momento en que Klaus apareció por la puerta principal con bolsas de comida entre sus manos.

Hace dos días llegamos al acuerdo de que los fines de semana no cocinaríamos, bueno, Litzy no cocinaría. Por lo que en cuanto los primeros rayos soleados del sábado aparecieron Klaus se ofreció para buscar el desayuno. Ninguna de las dos lo contradijo al ser casi la una de la tarde y mi primo aun no despertaba para mandarlo a él.

— ¿Por qué dejaron de cantar?

— Tenemos hambre — intervine rápidamente ignorando su pregunta.

Klaus dejó las bolsas sobre la isla. Nos acercamos a ayudar a sacar la comida, el chico trajo un poco de todo, más que nada comida típica de la isla. Mi estómago rugió al ver una especie de burrito de espagueti, no dude en tomarlo y me senté en el taburete más cercano a mí, entre Klaus y Litzy.

— Chape les hablé de ti a mi equipo de surf — mencionó Klaus volteando a verme cuando Illay y Litzy nos dejaron fuera de su conversación.

Incline la cabeza incitándolo a hablar mientras le daba un gran mordisco al burrito.

De tanto que Illay me decía Chape hace tres días que Klaus comenzó a tomar la costumbre, y como no lo decía con mala intención no lo corregiría.

— Dijeron que será todo un gusto que te unas a nosotros — tomó una pausa para esculcar entre las bolsas un bonche de servilletas, agarró una y sin previo aviso la paso con cuidado sobre la comisura de mi labio —. Claro, si tú quieres.

Apenas traduje dos palabras de lo que dijo porque me había quedado embobada con su acción.

¿Acababa de limpiar salsa de espagueti de mi boca?

Incluso Illay cortó su relato sobre la vez que una medusa lo pico para quedarse callado y ver la escena con confusión.

— ¿Chape? — Klaus llamó mi atención al no recibir respuesta.

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