Capitulo 1.

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Delaney Rymer

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Delaney Rymer.

Boston Massachusetts, 19 de agosto de 2010.

¿Hacer la biografía de un muerto?

En efecto, no formaba parte de mis intenciones, ya que mi pasión por la escritura, la corrección y mi labor era innegable. Sin embargo, nunca me había planteado la posibilidad de redactar sobre una persona fallecida; consideraba que elaborar una biografía de calidad requería la presencia del autor, y ahora mi superior me solicitaba que escribiera sobre alguien que ya no estaba. Por lo tanto, mi respuesta era un rotundo no.

Los muertos están muertos. No deberíamos indagar sobre su pasado.

A pesar de que redactar la biografía de Brais Miller podría proporcionarme una considerable recompensa económica y catapultar mi carrera a nuevas alturas, la magnitud del esfuerzo requerido me parecía abrumadora. Cualquier error en el proceso podría acarrear consecuencias legales severas, lo cual no formaba parte de mis aspiraciones vitales. Mi madre solía repetirme que era preferible tomar precauciones antes que enfrentar arrepentimientos posteriores. Sin duda, esta enseñanza de mi madre resonaba en mí con fuerza.

No hagas cosas de las cuales te arrepentirás.

No juegues con tú trabajo.

No utilices tú corazón.

No te presiones.

No obstante, al contemplar la expresión en el rostro de Hellen Miller en ese instante, la mujer que había perdido a su esposo tras el fallecimiento del actor, aquí en mi oficina, desolada y con lágrimas surcando sus mejillas mientras intentaba persuadirme para que aceptara el trabajo, sentí cómo se me desgarraba el corazón. Mi pecho se apretó al presenciar su llanto; no deseaba verla sufrir, ya que evidentemente había atravesado momentos difíciles, al igual que su hija. Cuando finalmente encontré el valor para desviar la mirada, noté a mi jefa, quien me observaba con una mezcla de desconcierto y comprensión, y comprendí su perspectiva. Nunca había rechazado una oferta laboral, pero esta situación me llenaba de temor; Tessa me miraba como si lo que se me presentaba no fuera simplemente una propuesta, sino una obligación ineludible.

Qué dolor de cabeza era mi jefa.

Desde que me uní a la Editorial Angel, una empresa editorial estadounidense que se ocupa de cada etapa del proceso de un libro, desde la edición hasta su publicación y distribución, he experimentado una mezcla de satisfacción y presión. A pesar de mi aprecio por el trabajo que realizo, a menudo me he sentido abrumada por las exigencias de mi superior, la excepcional y única Tessa Bell, quien ocupa el cargo de Directora de la Editorial Angel.

Mi superiora era una mujer de gran elegancia y magnificencia, irradiando una notable autoridad. Se distinguía por su forma de ser, siempre expresiva y directa en sus comunicaciones. La observé mientras se aclaraba la garganta para captar mi atención; sin embargo, su mirada permanecía fija en la mujer que se encontraba frente a mí.

H de ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora