Merlina estuvo inquieta todo el camino, pero no fue sino hasta que estuvieron a un kilómetro de distancia que comenzó a sentir el llamado en su pecho.
Un aullido bajo, lleno de pena.
Sabía que no era su loba, y que era de Enid.
Al entrar a la casa no vio mucho más allá de la puerta de la sala, importándole muy poco el mundo.
Podía sentir el olor de Enid, cerca, fuerte.
Se olvidó de todo, del dolor de su cuerpo, o de su cabeza, su cansancio pareció desparecer, sólo recordó al gruñido que le había dedicado a otro chico que olía un poco a Enid, pero no le dio mucha importancia.
Tenía que ir con su omega.
Pareció que hubiera estado ciega todo el camino hacia aquella habitación, porque no fue sino hasta que vio la cama, y el bulto en esta, que reaccionó.
Sus ojos se aguaron.
—Alfa...
Merlina se apresuró, casi corriendo hacia la cama, hasta subirse en ella, y en un movimiento rápido, tomando el cuerpo de Enid, abrazándola con fuerza contra sí.
Merlina lloraba, de alivio, de alegría. Llevó su nariz hasta el cuello de Enid, aspirando su dulce olor.
La omega hizo lo mismo, con las mejillas húmedas y una sonrisa, frotando su rostro en el cuello de la mayor, dejando pequeños besos, embriagandose en su aroma.
Enid dejó de sentir frío, calentándose con a presencia de su alfa y su abrazo, como si de una estufa se tratara. Rió un poco, con alegría, y eso hizo sonreír a la pelinegra, quien se apartó un poco para mirar su rostro, su sonrisa, sus ojos, besó su frente, sus mejillas, su nariz y sus labios, con gusto algo salado por las lágrimas, pero lleno de felicidad.
Las manos de Merlina bajaron al cuello de Sinclair, preguntando con la mirada.
—Sí —dijo, con seguridad—, sí, por favor...
Merlina dejó un casto beso en sus labios antes de mirar la curva entre su cuello y hombro, libre, ya sin ningún collar en el medio, dejó un par de besos hasta llegar allí, quería darle el cariño que se merecía y hacerla suya al mismo tiempo, abrió su boca, acomodando sus caninos sobre la piel.
Sintió a Enid tomar aire, buscó su mano y la apretó, al mismo tiempo que enterraba sus dientes en la omega.
Escuchó un jadeo, con algo de dolor en ella, sostuvo su mano más fuerte, el sabor metálico de la sangre la hizo asquearse un poco.
Pero por fin estaba pasando, y no podía sentirse mejor, la felicidad tapó ese sabor.
Sus corazones comenzaron a latir al mismo ritmo, sus pechos se llenaron de la mezcla de emociones, de alegría, de alivio, de paz, de amor, de ambas.
Merlina desenterró sus dientes, lamiendo varias veces la marca, hasta que esta dejó de sangrar.
Miró a Enid a los ojos, tomando las sonrojadas mejillas, amando su sonrisa, dándole una, besando sus labios con intensidad.
Ahora compartían todo, ahora estaban completas, sus miradas lo confirmaban, y la marca del lazo también.
—Te amo —declaró Merlina, sintiendo en su pecho tanto su amor, como el sentimiento correspondiente de Enid.
—Te amo —repitió la omega.
***
Aún segundos después de que aquella pálida entrara al cuarto de Enid Sinclair, Ajax seguía en el mismo lugar, sin saber porqué ese gruñido lo había intimidado tanto.
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Delta | Wenclair
RomanceDonde Enid es la omega más deseada del momento y Merlina es una delta solitaria. Omegaverse: Merlina G!P Adaptación © Junchi95