Capitulo XI: Monstruos Aztecas

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POV Kathe

La brisa fría se coló por la ventana de la cabaña 3 rompiendo el usual buen clima que hacía en el campamento. Percy estaba en su litera babeando y durmiendo profundamente.

Yo no podía conciliar el sueño, no era tan desvergonzada para hacerlo.

No solo había intercambiado el cuerpo enfermo de Noris con ____, quizás también nos había metido en problemas con otros dioses, y además estaba el incidente en el comedor de Nico esfumándose con los otros dos.

Percy se removió en su cama murmurando algo sobre un sándwich, parecía ser que yo era la única preocupada. En realidad, todos creían que Nico solo estaba de mal humor, y que los tres estarían en algún lugar del inframundo pasándolo bomba. Bueno que Di Ángelo estaría pasándolo bien mientras los otros dos le suplicaban de rodillas que los sacara de allí. Pero que eventualmente estarían de vuelta.

Ellos no sabían lo que yo, aunque intenté hablar con el señor D sobre la condición física de Noris el no quiso escucharme. Qué raro, ¡un dios más que no se preocupaba por problemas mortales!

Me puse de pie en cuanto lo decidí. Sabía que había arpías vigilando que no hubiera campistas fuera de la cama, pero no tenía opción. Necesitaba buscar alguien que me creyera y que supiera como ayudarme. Alguien tan inteligente que siempre supiera que hacer. Un hijo de Atenea.

Me puse de pie y rebusqué dentro del carcaj del arco de Noris. Aprete la pulsera de perlas en mi mano. Con todo el desastre ni siquiera había podido devolverle su arma a _____. No sabía si mi padre la había recuperado porque sabía lo que era o si había sido un golpe de suerte que cogiera la pulsera mágica junto con mi alma.

Pero de momento parecía ser una prueba lo bastante sólida para convencer a Theo de que yo era Katherine Mack.

Desde la puerta de la cabaña observe el umbral de la cabaña de Atenea. Quizás era por el temor a convertirme en comida de monstruo, pero me parecía una distancia mortal. Llegar a la cabaña uno se veía más factible, pero Jason no era la persona que necesitaba... tragué saliva intentando darme valor. Después corrí como loca con el cabello mal cortado ondeando en el frio viento de la noche mientras rezaba porque las arpías estuvieran lejos.

La manera en la que logre llegar a la cabaña fue una hazaña total, tan digna de un auténtico ninja, que Apolo debería llamarme para su próxima película. Incluso haciendo demostración de mis antiguas habilidades forcé la cerradura en menos de un minuto con un simple pasador de cabello.

Entonces entré rápidamente, y enseguida traté de cerrar la puerta sin hacer ruido. Antes de escuchar el clic de la cerradura sentí el frio de la hoja de una daga de bronce celestial en el cuello.

Lentamente me volví hacia la persona que me había atrapado. Era una chica de estatura baja, tenía el cabello negro y lacio a la altura de los hombros, sus ojos grises me miraban tan penetrantemente que por un segundo temí que pudiera entrar en mi mente.

–¿Qué? ¿Te perdiste? –soltó con un dejo de burla mientras apretaba el filo de su daga en mi cuello.

Desvié la mirada de ella solo para ver que a sus espaldas los hijos de Atenea no estaban precisamente durmiendo. Estaban acomodados alrededor de una mesa con planos y figuritas de madera sobre el como si estuvieran analizando futuras estrategias para la batalla.

Era todo. Estaba muerta, bien muerta.

–¡Ay hola! chicos me preguntaba si... ¿Compran alga marina? –dije sin siquiera pensarlo. Claramente mis artes para distraer con ofertas se habían ido con mi anterior cuerpo.

La chica guapa que me mantenía entre la puerta y su daga soltó un ruidito de incredulidad. –¿Vendes algas a media noche? Y... ¿sin las algas? –observó

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2023 ⏰

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Y Entonces... Te Encontré II (Nico Di Angelo y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora