1. El Mejor día de tu Vida

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Mucha gente afirma que sabes cuándo será el mejor día de tu vida.

Que al despertar sientes una extraña energía caracterizada por una voz que te susurra al oído diciéndote: 'Todo está bien, este día está hecho para que lo disfrutes'

¡Una mierda!

Rebecca Armstrong, jamás, ni estando drogada iba a imaginar que aquel día podía convertirse en uno de los más importantes de su vida.

Despertar media hora tarde; ducharse con agua fría gracias a que su amiga y compañera de piso, de nuevo, no arreglo el calentador; y para colmo... No tener ni un vaso de leche en la nevera aquella mañana, incrementaba a grandes medidas su mal humor

¿Podía irle peor? ¡Claro que sí! Las cosas siempre pueden ir peor.

Ella trabajaba en un periódico importante de Los Ángeles y aunque su cargo no era tan relevante, no más que otros cientos de editores allí, debía entregar un resumen aquella misma mañana a su jefe, uno que iba a valer dos cosas:

Despido o seguir en su cubículo de dos por dos escribiendo sobre lo que a su jefe se le antojara.

Mayormente banalidades sin repercusión y ella se sentía como un maldito robot.

Ser nueva en uno de los diarios más importantes del país no era fácil. Muchos creían que llegabas a sentarte en una gran oficina con vista panorámica a la ciudad, solo porque te daban esa oportunidad, mientras escribías y hacías reportajes sobre lo que considerabas especial y extraordinario, pero era todo lo contrario...

Ser nueva y sin fama en un diario importante, equivalía a que te dieran un mísero espacio con un computador para trabajar en aquello que a tu editor jefe le diera la gana, cuando le diera la gana y como le diera la gana.

Porque al final, era Los Ángeles Times y había que seguir ordenes a la más mínima escala o hacer algo realmente importante, algo que cambiara la forma en que la gente apreciara tu trabajo. Que por fin lo vieran.

Rebecca Armstrong buscaba eso, que alguien apreciara su esfuerzo y talento. Trabajó por tres años en un pequeño periódico de Oregón y ahora había ido a las grandes ligas, a una gran ciudad para comerse el mundo...

Pero como le estaba costando...

"Heng Asavarid, prometiste que esta vez sí ibas a arreglar el calentador, si no puedes al menos contrata a alguien, tú lo dañaste", le recrimina al chico que despertaba con el cabello hecho un lio y caminaba en ropa interior.

El se detiene en su andar y la mira con los ojos entrecerrados.

Parecía un zombie, uno castaño y tonto

"Becky, mi tiempo es limitado. Ayer llegue muy tarde, tocamos en un bar genial y conocimos a dos chicas, una de ellas quedo encantada conmigo", dice buscando algo de comer

Lo mira de reojo a través de sus grandes lentes de pasta gruesa y negra, mientras parada en la encimera de la cocina guarda en su bolso todo lo necesario para ir corriendo al trabajo

Realmente no le importaba a quien había conocido, solo quería bañarse con agua caliente

"No hay nada para el desayuno, si es lo que buscas", sentencia entre dientes

"¿Por qué no has comprado nada?"

¡Vaya descaro!

La rubia lo ignora, ya mucho tenia con el retraso de aquella mañana y su potencial despido, como para ocuparse de su vago y despistada amiga

"Me tengo que ir Heng y ve al super mercado, por favor, que mi tiempo si es realmente limitado"

Se despide de su perro y de su regordete gato para luego salir por la puerta ignorando de nuevo a su amigo

Corazones de Cartón (Freenbecky version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora