3. Noche estrellada de sonrisas fugaces

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Cuando trabajas en lo que amas, nunca trabajas realmente...

Esa frase la dicen muchas personas y es completamente cierto.

Becky estaba dentro de su campo, ella pertenecía a un periódico y era periodista ¡Todo encajaba!, no obstante, como le encantaría desarrollar sus habilidades en las áreas que más le gustaban, en temas que para ella eran realmente importantes, temas como los que toco en su documental y que ahora le había valido nada más y nada menos que el Pulitzer Prizes. Porque lo debía decir... Confiaba en su talento, pero no se lo esperaba.

Y una de las mejores cosas fue la cara de Nick al darle la noticia ¡Fue de envidia total!

Podía guardar ese recuerdo en su mente y archivarlo en la sección de: Gente a la que le di una patada en el culo

Y sin haberlo tocado.

La castaña pasaba mucho tiempo de ocio frente al computador redactando diversas cosas y soñando con algún día hacerlo en Los Ángeles Times. Dar una visión de lo que para ella era importante.

A la mierda las celebridades que se la pasan gastando millones en cirugías llenando de plástico sus cuerpos y así para cuando lleguen a los 70 años tengan todo caído y el ombligo en la frente.

Muchos debían tener cerebro de plástico también como para gastar una fortuna en hacer su cuerpo artificial.

¡Horribles, simplemente horribles!

Pero le tocaba de vez en cuando hablar sobre ciertos famosos y sus vidas si Nick así lo pedía, no obstante... En la deliciosa comodidad de su casa eso no ocurría.

Como ahora.

Heng no estaba y ella aprovecho el total silencio para sentarse en la pequeña terraza de su departamento; un jueves a las 8 de la noche y en pijama de dinosaurios. Disfrutaba del clima refrescante y de la noche que con amabilidad le regalaba estrellas fugaces

Siempre le gustaron las estrellas fugaces, pero al parecer su vista y mente eran muy lentas como para pedir un deseo en el segundo que el viaje del astro le permitía disfrutar de su presencia. Eso era lo especial en las estrellas fugaces que no se quedaban por mucho tiempo

Picasso, su perro amarillo Golden Retriever, estaba sentado a sus pies, justo al lado del pequeño sofá de jardín que tenía en el lugar. Mientras que Dalí, su gato regordete y también amarillo como el sol, estaba encima de Picasso

Becky los mira divertida, sobre todo al gato. A veces le gustaría ser uno, todos ellos tienen una extrema confianza en cada cosa que hacen y es envidiable. Es como si no les importara nada ni nadie

Porque tú no eres dueño de tu gato, tu gato es dueño de ti. Deberían saberlo

Rasca rápido la cabeza del felino y suspira para seguir con lo que estaba haciendo.

Tenía la computadora portátil en sus piernas, el cabello recogido con una cola muy alta y sus acostumbrados lentes dándole la comodidad visual que a esa hora necesitaba

Las mejores cosas de la vida llegan de improviso, sin ser acarreadas o esperadas. No llegan cuando estas sentada en casa esperándolas y mirando el reloj mientras sueñas con que el tiempo se pase rápido yendo a tu favor. Solo corriendo por ti.

Yo al igual que muchos en mi subconsciente tengo sueños que aún no he visualizado claramente, materializado ni buscado, sin embargo, soy joven y no me dejo de sorprender por como la vida te envuelve en ellos y es entonces cuando te das cuenta que siempre han estado contigo aunque no lo grites a todo pulmón.

Hace pocos días, incluso puedo y quiero decir, horas, porque suena más insignificante... Llego a mis manos algo que nunca hubiese esperado en este momento de mi vida, con solo 27 años y aun en el inicio de mi carrera como profesional del periodismo.

Corazones de Cartón (Freenbecky version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora