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Hermione estaba nerviosa, estaba sentada en la habitación donde tenía sus cosas para arreglarse, ella ni siquiera conocería la habitación compartida con Severus, Allan, se recordó una vez, Allan se llamaba ahora.  Suspiro mientras su madre arreglaba o luchaba con hacerlo con sus indómitos rizos. En ese momento se abrió la puerta, dando paso a Anel. Llevaba un vestido de gasa ceñido debajo del pecho haciendo que su incipiente vientre se notase, lo cual la hacía enormemente feliz.

Debido a su constitución delgada, el cuerpo de la nueva señora Potter se había redondeado por el embarazo en pechos y caderas, haciéndola más voluptuosa, sin que perdiese ni pizca de gracia. Pero la parte central de su cuerpo se negaba a engordar, lo que hacía que se enfadase continuamente. A pesar de sus tres meses de embarazo, quería presumir de su vientre abultado y sentía como una traición personal por parte de su cuerpo que este no colaborase.

— ¿Alguna vez te han dicho que eclipsar a la novia es un crimen? — Hermione soltó con una sonrisa cariñosa a su amiga, ella y Anel se llevaban excelentemente bien, casi de la forma en la que aluna vez se llevo con Ginny, pero mejor. Anel si la entendió y nunca juzgo, ella era la amiga que siempre busco conocer y ahora se sentía complacida de tener.

Anel soltó una risita tímida, ella amaba a Granger, era la amiga que siempre deseo tener  — Oh, vamos, deja el drama de lado — sonrió — nadie en este mundo se fijaría en una pequeña albóndiga cuando tiene un suculento manjar — expreso señalando el delicado y sensual cuerpo de su amiga.

—Yo me fijaré en ti. —Harry, que acababa de entrar por la puerta que Anel había dejado abierta, se acercó a las chicas. Abrazó por la cintura a su mujer y, haciendo esfuerzos evidentes, consiguió dejar de mirarla para examinar a su mejor amiga.

Las mujeres se rieron, Harry pareció confundido hasta que vio a la señora Granger extender unos bocadillos a la hambrienta embarazada. Él se sonrojo por no entender que su mujer tenía hambre. 

—Tú no cuentas. Tienes que hacerlo por contrato. — murmuro Anel después de masticar uno de los ricos bocadillos rellenos de dulce de leche.

Harry rodó los ojos, luego miró a su mejor amiga —Estás preciosa, Hermione. — sonrió con cariño —estaba a punto de hechizar a tu padre para ser yo quien te entregue — hizo un puchero y se rió ante el golpe que la señora Granger le dio en tono juguetón. 

—Gracias, Harry.— Mione sonrió con cariño, sus ojos se llenaron de lagrimas que se negaron a derramarse, ella hubiera deseado que este Harry fuera su Harry por un momento, ella a veces muy en el fondo añoraba la compañía de su viejo mejor amigo.

—¿Qué haces aquí? ¿No se supone que eres del otro equipo? —Anel lo miraba con una ceja alzada, disgustada de su esposo ya que había traído recuerdos dolorosos a su mejor amiga.

—Tu madre me ha mandado para ver como iban con los preparativos. —Sus ojos volvieron a desviarse hacia Hermione—. En serio, estás espectacular. — sonrió con cariño y orgullo. Hermione le sonrió, la señora Rosier era un encanto. 

 ᏢꭺꭱꭺꭰꮻꭻꭺDonde viven las historias. Descúbrelo ahora