Ahí estaba de nuevo, frente a esa cabaña por tercera vez en lo que lleva tratando establecer un acuerdo con el Glitter Wizard que justo se hallaba en el pórtico. Nunca nadie le dio tantos problemas para aceptar un trato... por lo general, las personas con las que trataba solían hacer todo lo posible por quedar bien, mas este muchacho insolente y demandante se había sobrepasado desde hacía un buen tiempo. De haber sido otro, le hubiese dado su merecido, mas, por alguna razón, se vio accediendo a cumplir sus demandas infantiles... ¿Por qué lo hacía? Se preguntaba hasta que le vinieron a la mente ojos de un azul peculiar, suspirando cansado. Sí... quizás fuese por eso.
Algo renuente sin embargo, fue hasta donde se hallaba el pelinaranja cuyo rostro yacía borroso producto del collar que portaba, oculto entre sus ropas.
Muchos pensarán que, sabiendo sus identidades, podría buscar información fácilmente sobre madre e hijo, pero caso contrario: no encontró nada. Al parecer, quien les estaba ayudando tras bastidores era muy bueno desapareciendo información escrita, e incluso se atrevería a decir que pudo haber borrado o modificado los recuerdos de los que tuviesen que ver con el Glitter y su madre. Lo cual indicaba que, en efecto, se trataba de un trabajo en extremo minucioso... sin lugar a dudas, ambos disponían de un buen aliado, y sin embargo, Sacifer tenía la impresión de que ellos no eran precisamente conscientes de su existencia, aunque no tenía la más mínima prueba de que aquello fuese una realidad.
Llegó frente al joven que yacía recostado a la pared con los brazos cruzados frente a su pecho. Parecía que le esperaba desde hace un rato.
- Buenos días, joven -saludó cortésmente el Thorn, aunque no precisamente porque mereciese un saludo o por sus modales, sino porque rememoró el pedido de su madre. Sin embargo, con aquel rostro tan... familiar, no le sería tarea fácil.
-... -el muchacho solo abrió la puerta sin devolverle el saludo- Entre -le indicó, aunque sonó a demanda. Sacifer solo suspiró cansado, aguantando las ganas de decirle cuatro cosas y se adentró al lugar, siendo secundado por su "anfitrión".
- ¿Y su madre? -preguntó este al llegar a la sala y sentarse en el sillón, como dictaba la costumbre. El pelinaranja no dijo nada, quitándose el hechizo que cubría su rostro para verle ceñudo. Ahora que se veían cara a cara una vez más, Sacifer no pudo evitar devolverle el gesto... Sí, en efecto, sería difícil lidiar con ese rostro.
- Buenos días, Sr. Thorn -saludó la fémina quien recién bajaba las escaleras.
- Buenos días, Sra. Boyett -le devolvió este levantándose del asiento para responder al saludo. Fue allí que se percató de su semblante- Se ve un poco mejor. ¿La medicina tuvo el efecto deseado? -preguntó, dado que el medicamento que envió era apenas un frasco, y como mucho le duraría hasta el próximo día. La mujer sonrió amable, frotándose la muñeca.
- Hacía tiempo, sentía... o mejor dicho, no sentía una sensación diferente al dolor -dijo mirando su mano apenas temblorosa... cosa mínima comparada con su situación de antaño- Parece que tenía razón, hay pociones poderosas en su familia...
- Me alegro le haya sido de utilidad. Le proveeré más en el futuro ya que esto fue solo un adelanto del acuerdo entre su hijo y yo -agregó este para voltear hacia al emocionado- Entonces, joven... ¿cumplirá su palabra? -le preguntó serio. Ya no podía seguir yendo y viniendo solo por capricho de este.
- ... -el mencionado le miró unos segundos sin decir nada, y suspiró mirando hacia otro lado- Supongo que un trato es un trato -caminó hacia este, parándose frente a frente y mirándole algo desafiante, para ceder extendiendo su mano- Puede disponer de mis servicios cuando quiera, Sacifer -le dijo este. El pelinegro observó aquella mano por un instante, antes de estrecharla.
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Allegory of Madness II: CRIMSON EYES || AU R18
FanficUno a veces ha de pensar -o darse cuenta- de que los buenos momentos y las cosas que amamos, solo están allí para convertirnos en esclavos suyos. Y a ello nos aferramos como si se nos fuese a ir la vida... hasta soltar el último hálito porque eso es...