(...) El cuchillo ardiendo sobre su piel, cortando su muslo con un repugnante olor brotando del humo que pendía de su herida, para luego Damien acercarse a sus labios mientras Kenny balbuceaba por piedad mas esta, ni ninguna de sus anteriores plegarias, fueron escuchadas.
Damien le vio divertido, alejándose sin darle más que un leve roce, para voltearse en dirección a la mesa cargada de utensilios ardiendo en llamas, teóricamente por medio de magia aunque Kenny nunca le vio usar una varita. El pelinegro volteó con unas pinzas ardientes, sonriendo como diablo y las pupilas dilatadas en excitación.
- Allá vamos, Keeeenneth~... -cantorrea acercándose a una de sus manos, la cual pendía de cadenas sobre el techo así como el resto de su cuerpo.
- ¡¡N-No, no, NO, BASTA!! -exclama Kenny exasperado en un hilillo de voz. Damien le mira un instante, volviendo a sonreír excitado mientras rodeaba uno de sus dedos con aquella pinza ardiente, la cual desplazó la carne con extrema facilidad a causa del fuego, así como la coyuntura del hueso, lo cual hizo que el dedo cayese al suelo, acompañado de los gritos de horror de Kenny quien se agitaba convulso- P-POR FAVOR, PARA, YA NO PUEDO SOPORTAR-... ¡¡¡AHHHHH!!! -otro dedo, Damien empezó a reír a carcajadas mientras iba a por un tercero, haciendo coro con los gritos de horror de Kenny...
Cuando ya no le quedaban más dedos que el pulgar de su mano derecha, el chico cayó derrotado, pendiendo de aquellas cadenas. No... No podía soportarlo más. Las lágrimas y la sangre de su labio roto por la golpiza proferida antes de comenzar "el juego con fuego" se deslizaban por su piel hasta caer en el suelo... creando un charco de sangre en el que Kenny veía su demacrada figura... ¿Tanto había adelgazado? Ya siquiera la "talla barbie" le pegaba dándose, más bien, por cadáver en vida...
- Ah, nuestro pobre... pobre Kenny -Damien deja reposar la pinza sobre la mesa, para voltearse a ver al chico quien jadeaba de dolor. El pelinegro se sonrió descaradamente- Me he apiadado de ti, así que... ¿cómo quieres que te mate esta vez?
- ... M-Mátame.... Cortándome la cabeza... -murmura la voz de Kenny, pendiendo en un hilo de voz- P-Por favor...
- ¿Sabes que aún así durarás unos segundos consciente?
- S-Solo hazlo... Rápid-...
Y el pedido fue acatado, teniendo aún así el tiempo suficiente para ver cómo Damien le recibía en sus brazos, sosteniendo su cabeza mientras a sus espaldas brotaba su poder, arma con la cual le había decapitado... Damien le besó rápidamente cuando aún los ojos de Kenny se agitaban, hasta quedar como cuencas vacías.
(...)
Esa misma noche despertó nuevamente en aquel laboratorio vacío, al parecer porque el monstruo andaría durmiendo a esas horas. Rememoró todo lo sucedido varias horas atrás, y sintió la ansiedad asentarse en su estómago ante algo que aún no podía asimilar.
Intentó llorar, más el rostro se le deformó en una mueca angustiosa... y nada más. Hacía una semana que estaba en esta situación... Muriendo una y otra y otra vez ante las torturas inhumanas de Damien y claro, cómo no, eligiendo su propia muerte. Dado este punto, comenzaba a replantearse si no sería más feliz evitándose el inevitable encuentro, y... matándose antes de que llegase. Sonrió ilusionado ante ese pensamiento, ya que era la primera vez que despertaba y aquella cosa no estaba esperándole con esos ojos sádicos que ni el mismísimo diablo sería capaz de equiparar.
Al no estar atado a nada, en vez de pensar siquiera en escapar, Kenny se dirigió a la habitación que tantos traumas le había otorgado, para así tomar una de las motosierras y regresarse al cuarto principal. Esa era, ciertamente, una muerte extremadamente dolorosa, y sin embargo, le parecía la solución más rápida a su problema... y morir asfixiado le tomaría todo el trabajo de buscar una soga a saber dónde y hacerle un nudo, tarea difícil considerando que no tenía fuerzas ni para mover aquella motosierra de otra forma que no fuese a rastras.
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Allegory of Madness II: CRIMSON EYES || AU R18
Fiksi PenggemarUno a veces ha de pensar -o darse cuenta- de que los buenos momentos y las cosas que amamos, solo están allí para convertirnos en esclavos suyos. Y a ello nos aferramos como si se nos fuese a ir la vida... hasta soltar el último hálito porque eso es...