CAPITULO 14

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—¡Oh por Dios Miller! — exclamó entre risas — ¿Cómo puedes decir que nunca has ido a los juegos mecánicos? — se levantó de su asiento y camino dando vueltas por todo el patio.

— Odio las alturas, y estar con mucha gente alrededor.

— ¡Yo odio cuando hay demasiada gente! — se detuvo por un segundo — Pero de verdad que algo que amo son los juegos mecánicos. Tenemos que ir.

— No iré — alce los hombros.

— ahh — se quedó pensando — No era una pregunta, iremos.

Durante estas fechas (aún que no haya una festividad como tal) hacen una feria de algunos días, dónde mucha gente asiste sin falta, nunca fui amante de los juegos mecánicos, he mirado demasiados videos de desastres en ellos, no pienso subirme a uno.

— Vendré por ti a las ocho, ¿Estarás lista? — aplastó el cigarrillo contra el pequeño plato que había en la mesa.

Negué con la cabeza — Mis padres no me dejarán salir contigo, ni siquiera te conocen...

Bufo — Tranquila, yo pensaré que hacer — sonrió ampliamente — A las ocho, no lo olvides.

Se levantó de la silla y comenzó a escalar el pequeño cerco que separaba su casa de la mía, de pronto me levanté y lo mire.

— Espera — me miró — ¿Acaso es una cita?.

— No creí que fueras tan inteligente Miller — sonrió con la comisura de su labio y finalmente desapareció.

Por alguna extraña razón mi corazón dió un vuelco y comenzó a latir con rapidez, me dirigí de nuevo a la casa, pensando todavía si era buena idea ir.

Uno de mis grandes miedos son las alturas a causa de que cuando era pequeña me caí de un sube y baja, los niños que me molestaban les pareció gracioso dejarme arriba mientras ellos se reían... La única opción que me quedaba era bajarme por mi cuenta, así que eso hice, causando que cayera sobre mi brazo derecho y me lo rompiera. Desde entonces odio las alturas, más si es en algún juego.

Revise el reloj de mi cuarto, marcaban las dos de la tarde, abrí los ojos como plato al ver que cada vez Finn se queda más tiempo en mi jardín.

Nos hemos llevado muy bien, encontramos algunas cosas en común, por ejemplo, la película de princesas. Su princesa favorita es Tiana, igual que la mía. Aún que es un secreto que me obligó a prometer que jamás diría.

Me recosté un rato, debía esperar a que mis padres llegarán para poder pedir el permiso.

Algo en mi subconsciente me decía y repetía cada segundo «Que digan que no, que digan que no».

•••

Le sonreí a mi papá con cierta falsedad — ¿Que dices?.

— ¿Quien es tu amigo?, ¿Lo conocemos? — Pregunto siendo tajante.

— Su nombre es Finn Wolfhard, y justo vendrá para que lo conozcas...

Me interrumpió — Wolfhard... Me suena.

Iba a decir algo pero el toque de la puerta nos interrumpió, mis nervios aumentaron, y sentí como mi cara se puso caliente al instante, jamás había estado tan nerviosa en que alguien llegara.

— ¡Yo abro! — exclamé y fui casi corriendo a la puerta.

Acomode mi cabello, no sabía si lucía bien con mi vestimenta, había planeado ponerme vestido para usarlo como excusa y no subir a ningún juego, pero al final opte por unos jeans algo sueltos, al fin y al cabo tengo que perder mis miedos...

Abrí la puerta, fue entonces cuando mire a Finn, pero parecía otra persona, me acostumbré a verlo con aquellos jeans algo rotos, camisetas anchas y cabello desordenado, ahora mismo pareciese como si sus rizos hubieran sido tan perfectos desde siempre.

El me sonrió — Hola... — iba a hablar pero me interrumpió — Luces muy linda.

Antes de poder pensar algo, o decir algo, fui interrumpida nuevamente, pero está vez por mi padre.

— Mucho gusto, Robert Miller.

— El gusto es mío señor Miller, Finn Wolfhard — extendió su mano y recibio el saludo de mi papá.

Hablaron un poco de como sería todo, llegaron al acuerdo de llegar aqui a las diez con treinta, con un poco de amenazas de mi padre que al parecer a Finn no le imcomodaron en lo absoluto, parecía seguro de si mismo, en cambio de Henry, al cual le temblaban las piernas con tan solo mirar a mi padre.

— Los estaré esperando, pueden irse.

Finn se despidió con un apretón de manos y me hizo una señal para que nos fuéramos, pero mi papá lo detuvo.

— Finn, acaso ¿Te conozco de algún lado?...

Finn se quedó callado mientras tragaba un poco de saliva — No lo creo.

Mi padre se encogió de hombros y sonrió deseandonos suerte. Fue cuando finalmente nos fuimos.

Algo no me daba buena espina.



VOLVI AAA


El Patio || Finn Wolfhard y Tu || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora