8⭐️ 𝚉𝙾𝚁𝙾

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Los niños son una de las fuentes de información más útiles existentes si sabías diferenciar entre la mentira, la verdad y las metáformas infantiles.

Él mismo era una prueba de aquello. Así que se fió mucho de lo que dijo la pequeña Rika. Un tipo normal no habría hecho nada en contra del hijo del que gobernaba el lugar.

Así que Luffy pudo hacer un medio perfil con la inforación que recibió del hombre. Alguien joven; un espadachín de tres espadas, lo cual, era bastante extraño; temerario al parecer. . . Alguien que no temiera ponerse al frente del peligro era justamente lo que necesitaba. También, este tal Zoro, no tenía reparos para. . . Quitar del medio a quien fuera necesario, así que podría servirle para su próposito.

Así que tras un rato, se levantó, era hora de ir por su espadachín.

Roronoa Zoro no era alguien estúpido, tampoco ingenuo

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Roronoa Zoro no era alguien estúpido, tampoco ingenuo. Sabía perfectamente que  ese imbécil rubito no lo dejaría libre. Solo era un mono de feria para él, su forma de presumir que había "cazado" al famoso, Cazador de Piratas.

Cosa estúpida, él no cazaba solo piratas, cazaba a cualquiera que le diera una recompesa que le diera para vivir. También era un buen entrenamiento a pesar de que nadie, de los que se encintró, estaba a su altura. ¿Estaba siendo egocéntrico? Pues sí, pero la razón no se la podía quitar nadie.

Sin embargo, ese día, su cuerpo se estremeció en un escalofrío. No fue por frío, ni mucho menos por hambre o deshidratación. . . Era su instinto diciéndole que había algo en el ambiente. . . Algo demasiado peligroso.

Pero cuando alzó la mirada, esperando que aquello saltara sobre él. . . Solo vió a Rika.

Parpadeó un poco, suavizando su mirada a la pequeña.

— ¿Qué pasa?

— ¿Tienes hambre? Te preparé unos onigiri.– ese aura de pureza e inocencia era tan sincero que Zoro supo al momento que ella no era el peligro. Pero este seguía cerca. Además, de ser Rika, lo habría notado antes.

— ¿Quieres morir, enana? Vete.– No la había salvado para que la mataran en ese momento por una estupidez.

— Pero, no has comido nada.– le enseñó las perfectas bolas de arroz– ¡Mira! Esta es la primera vez que los hago. . . Los preparé con todo mi corazón.

Aquello sorprendió a Zoro. . . ¿Por qué la mocosa estaba haciendo eso por él? Entendía que hubiera una gratitud inicial. . . Pero aquello ya sobrepasaba límites. ¿Arriesgarse tanto por unas bolas de arroz? Tenía que echarla de allí antes de que algún estúpido marino la viera y le hiciera algo. . . Podría desatarse y protegerla, pero terminarían cayendo ambos ya que no tenía sus espadas.

— ¡No tengo hambre! ¡Me molestas! ¡Apresúrate y vete a casa!

— Pero. . .

— ¡Te he dicho que no quiero nada! ¡No me obligues a golpearte!– aunque nunca pegaría en serio a una niña indefensa.

¿El bueno? ¿Cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora