Juliana Valdez
Jueves, 20 de octubre de 2022
Cada día me mentalizo nada más levantarme de que puedo hacerlo, que me puedo acostumbrar a que Estel camine por el mismo hospital que yo sin que me afecte. Lo había conseguido porque desde nuestro primer encontronazo, he tenido la suerte de no dar con ella, pero esta mañana ya me la he cruzado dos veces y de una manera muy lenta, el mal humor se ha ido apoderando de mí hasta que, para rematar, se abren las puertas del ascensor y dentro me la encuentro a ella. Otra vez.
—Joder —reniego resoplando.
—¿Bajas? —pregunta ella imperturbable.
Quizá eso es lo que más me molesta, que a ella mi presencia no parece molestarle y la única que está incómoda aquí, soy yo. Entro al ascensor porque tengo mi orgullo y lo último que quiero es tener que cambiar mis rutinas por ella.
—¿Qué tal el día? —pregunta a mis espaldas, y me giro airada con la mandíbula tensa.
—Una cosa es que tengamos que cruzarnos aquí y otra que me hables, no me dirijas la palabra para nada que no sea del trabajo,¿queda claro?
Estel alza las manos y asiente al mismo tiempo que se abren las puertas del ascensor y siento que de nuevo puedo respirar.
—Espera un mome nto, Juliana —dice deteniéndome en mi tad del pasillo—. Queda conmigo y hablemos. Esta tarde, en el bar de aquí al lado, en un parque o donde te dé la gana, pero no podemos estar así.
—¿Así? ¿Cómo es así?
—Mírate, estás que muerdes. Aclaremos lo que tengamos que aclarar y todo será más fácil para las dos.
—Para las dos… —repito irónica, y pongo los brazos en jarras mi entras niego con la cabeza—. Querrás decir para ti.
—No te equivoques, Juliana, no es a mí a quien le hierve la sangre cuando me ve. A mí tu presencia no me molesta, al contrario, estoy contenta de verte. No sé por qué me duele tanto el comentario. Quizá por eso mismo,porque soy consciente de que después de tanto tiempo sigo dolida y que ella, sin embargo, pasó página en su día y para Estel, verme por aquí, es simplemente el recuerdo de algo de su pasado que no le afecta.
—Claro que me hierve, vas por ahí haciéndole daño a la gente y continúas con tu vida como si nada, en busca de la siguiente. ¿La has elegido ya?
—Déjalo, Juliana, no voy a discutir contigo. Si cambias de idea y quieres hablar, me buscas y tenemos la conversación que no tuvimos.
—No la tuvi mos por tu culpa, por tu egoísmo.
—Sí, por mi culpa —admite con resignación.
—Gracias, pero ya he tenido suficiente dosis de ti por hoy.
Entro en urgencias con ella detrás, caminando a paso rápido para tratar de quitarme su sombra de encima cuanto antes. A Valentina la veo de refilón, hablando con Asensio y el familiar de algún paciente. La saludo
Discretamente con la mano, a pesar de que incluso yo me doy cuenta de lo seca que he sido.
De repente me siento incómoda, mirando a la muj er que quiero mi entras siento la presencia a mis espaldas de la que un día quise. Me detengo en seco y esquivo a Estel con desaire para volver sobre mis pasos. Llego a los ascensores, pero cambio estos por las escaleras y subo hasta salir por la planta de consultas externas. A pesar de que hacía sol cuando he salido de mi casa, este ha desaparecido ocultado por unas nubes oscuras y amenazantes que pueden derramar su agua en cualquier momento. Varios rayos las adornan estallando en intervalos intermitentes.
El aire es frío con diferencia a los últimos días, anunciando que el tiempo de ponerse el abrigo, ha llegado para quedarse.
Me abrazo el cuerpo y trato de convencerme de nuevo de que puedo hacerlo, de que puedo cruzarme con Estel sin que nada me afecte, pero recordarla en el ascensor tan tranquila mientras que yo estaba al borde de un ataque, hace que me dé cuenta de que no, no puedo.
Vuelvo dentro y me dirijo directamente a mi despacho y, al llegar,me encuentro a Valentina en la puerta a punto de entrar. Al verme se queda inmóvil estudiando mi expresión con el ceño fruncido.
—Hola —saludo tratando de mostrarme serena, pero a ella no puedo engañarla porque me nota el mal humor en la voz.
—Quizá es mejor que venga en otro momento.
—No, Valentina. Pasa.
Abro la puerta y le hago un gesto para que entre. La cierro y me quito la bata dejándola en el colgador porque de repente tengo calor.
Me ahueco la camisa y paso por su lado para dirigirme hacia la mesa cuando me agarra de la mano y me detiene.
—¿Habéis discutido?
—¿Qué? —pregunto descolocada.
—Tú y Estel, te he visto entrar en urgencias con ella, y por la cara que llevas imagino que no habéis tenido una conversación agradable.
—No he tenido ninguna conversación de ningún tipo, Valentina —digo soltando su mano y acercándome a la ventana.
—Está bien —acepta sin moverse del sitio.
Me giro en redondo y la miro a esos ojos rasgados que tanto me fascinan advirtiendo la inquietud que hay en ellos. De repente siento que no puedo lidiar con Estel y también con Carvajal, necesito que la segunda se limite a apoyarme y no a desconfiar de mí.
—Lo llevo lo mejor que puedo, Valentina, y me costará mucho más si tú estás en cada esquina controlando lo que hablo con ella.
—¿Controlando? —repite irritada—. Yo no te controlo, me preocupo, que es distinto. Y si te he visto es porque tú has venido donde estaba yo, no te voy persiguiendo por los pasillos ni escondiéndome en las esquinas para espiarte.
—No lo saques de contexto, Valentina, yo no he dicho eso —trato de apaciguarla, consciente de que he metido la pata.
—Claro que lo has dicho, pero tranquila, que por mi parte vas a tener todo el espacio que necesites porque no pienso acercarme a ti ni a esa gilipollas. Si quieres algo, ya sabes dónde estoy —dice de corrido, y en el último momento da una bocanada de aire y el labio le tiembla.
—Cariño, espera —digo cuando da un paso hacia atrás.
—¿A qué? ¿A qué descubras si me quieres a mí o a ella? —pregunta, y los ojos se le encharcan, pero se pasa la mano por ellos con rapidez y se contiene para no mostrarse débil.
—Yo no tengo que descubrir nada, ya sé lo que quiero, lo único quet pido es que tengas paciencia. Lo he intentado, pero no puedo evitar que su presencia me ponga de mal humor, no consigo llevarlo bien, Valentina —confieso más alterada de lo que me gustaría.
—Ya, ¿y yo qué se supone que tengo que hacer? ¿Preguntarte cada día si estás de humor para que pasemos un rato juntas?
Su pregunta me sorprende tanto que no logro darle una respuesta. No puedo decirle que para ella estaré de humor siempre porque está claro que no es cierto, aunque tampoco pienso permitir que la presencia de Estel siembre la sombra sobre nuestra relación y la enfríe como lo está haciendo.
Me acerco a ella y vacío los pulmones de un soplido para después apretarme el puente de la nariz.
—Me molesta mucho que esté aquí, Valentina, no lo puedo evitar. Me dejó hundida durante meses, y darme cuenta de que ella siguió con su vida como si nada, me jode mucho.
—¿Sigues sintiendo algo por ella? ¿Por eso te jode tanto?
—Ya te dije que no estoy enamorada de ella, Carvajal —protesto cortante.
—Yo no te he preguntado eso, no hace falta que estés enamorada para que sigas sintiendo cosas. Tienes dudas, ¿es eso?
—No las tengo.
—Pues yo sí. No puedo evitar preguntarme qué pasaría si ella te hiciera caso o tratara de seducirte otra vez.
Me quedo bloqueada ante la posibilidad de lo que me plantea, pero no porque dude, sino porque me ofende que desconfíe de mí de esa manera.
—Ten una cosa muy clara, Valentina —le advierto con un tono glacial que la hace tensar la mandíbula—. Si trata de seducirme lo hará una vez, porque la pondré en su sitio y se le quitarán las ganas de intentarlo otra. Deja de poner en duda lo que siento por ti de una puta vez, así no me ayudas.
Valentina asiente, inmóvil, y yo me pregunto qué demonios le estará pasando por la cabeza.
—Esta tarde he quedado con la gitana —susurra con la voz medio quebrada.
Siento un pellizco de dolor en el centro del pecho que no sé si es por lo mal que me siento yo, o por ver que todo esto le hace daño a ella y no sé cómo evitarlo.
—Vale —acepto, y me acerco a ella colocando mi mano en su
mejilla—. Yo creo que iré a ver a Jimena, quizá pueda darme algún consejo para ayudarme a sobrellevar esto.
Valentina sigue elucubrando en su cabeza y poniéndome nerviosa. No necesito que me diga nada para saber que ahora se siente peor al darse cuenta de que esto me afecta lo suficiente como para buscar ayuda profesional para gestionarlo. Se tensa cuando le doy un beso en los
labios y pongo una mano sobre su vientre, que se pone tan rígido que noto el leve temblor de sus abdominales.
Suspira y traga saliva antes de asentir para después apretar los labios.
—Bueno, me vuelvo a urgencias. Ya nos veremos.
Se da la vuelta tan rápido que de pronto siento que quiero decirle muchas cosas y no puedo.
—Valentina, no te marches así —le suplico sintiendo que algo se me está quebrando por dentro.
Se detiene bajo el quicio de la puerta y yo contemplo su expresión de derrota y ese halo de tristeza que lo envuelve todo en una nube gris que contrasta con su pijama azul.
—Haz lo que tengas que hacer, Juliana, yo no voy a entrometerme — dice, y se marcha cerrando la puerta con suavidad.
![](https://img.wattpad.com/cover/335790212-288-k653692.jpg)
ESTÁS LEYENDO
LATIR DE UN CORAZON 2
FanficLa doctora Carvajal y la doctora Valdez viven uno de sus mejores momentos, tan bueno, que Juliana ya se plantea la idea de que se vayan a vivir juntas. Decidida a saber lo que piensa Valentina al respecto, se lo suelta en los pasillos del hospital e...