capitulo 9

1.3K 184 8
                                    

Juliana Valdez

Jueves, 20 de octubre de 2022

—La verdad es que me gustaría que estas cosas pasaran en otras circunstancias —dice Jimena al abrirme la puerta de su casa a las nueve de la noche.
La he llamado en cuanto Valentina se ha marchado y le he dicho que necesitaba hablar con ella de manera urgente o me iba a volver loca.
Como tenía la tarde completa y yo la ventaja de que somos amigas, me
ha dicho que me pasase por su casa y que a cambio trajese la cena. Así
que aquí estoy, con un par de bocadillos de lomo con queso recién
hechos que he recogido del bar de la esquina.
—A mí también —dice, y me quita la bolsa de las manos para darme un abrazo que me reconforta.
—Pasa y ponte cómoda. Voy a por algo de beber y enseguida vuelvo. Jimena me señala la mesa pequeña, la que hay frente al sofá donde ya lo tiene todo preparado con vasos y servilletas. Me siento y ella vuelve con una jarra de agua y se acomoda a mi lado. Durante la cena acordamos no hablar de nada serio y nos ponemos al día sobre cosas más banales.
—Hace más de cuatro meses que volviste a Girona y todavía no hemos quedado para tomarnos ni un triste café —se queja y me mira de reojo.
—Lo sé, pero admite que tú tampoco andas sobrada de tiempo.
—Cierto. Bueno, dime, qué es eso que te preocupa tanto —dice tras limpiarse la boca con la servilleta y recostarse en el sofá con cara de satisfecha.
—Estel.
—¿Estel? —pregunta sacudiendo la cabeza.
—Ha vuelto, y resulta que como si no hubiera hospitales suficientes en Cataluña, ella ha tenido que venir a parar precisamente al mío.
—¿Lo dices en serio? —pregunta incorporándose de golpe, sin terminar de digerir la noticia.
—Ojalá fuese una maldita pesadilla.
—Vaya —dice todavía impresionada—, y yo temiendo que hubiese pasado algo malo entre Valentina y tú.
—Valentina… —repito compungida—. Como no espabile al final acabará dejándome.
—No te entiendo, Juliana, ¿qué es lo que te pasa?
—Que no soporto ver a Estel. Cada vez que la miro y la veo actuar como si no hubiese pasado nada, la sangre me hierve en las venas. Es superior a mí, Jimena, no lo aguanto por mucho que lo intento —me sincero.
—Vale, me voy a poner en modo profesional, ¿de acuerdo? —dice haciendo una mueca.
—Sí, por favor.
Necesito la realidad, no lo que quiero escuchar.
—Bien. ¿Cómo fue el encuentro con ella?
—No sabía que venía y me la encontré de sopetón, así que imagínate.
—¿No tenías constancia de su incorporación? —pregunta algo confusa.
—Fue fallo mío, pero no, no lo supe hasta que la vi.
—De acuerdo. ¿Habéis hablado?
—Un poco. Lo justo para decirle que se busque otro trabajo y se largue —escupo notando como me altero. Jimena se queda en silencio y observa mi reacción con detenimiento, hasta que resoplo y la miro con desesperación.
—¿Es que no vas a decir nada?
—No puedo decir nada si no sé cuál es el problema. Entiendo que su vuelta te haya revuelto un poco, en cosas como estas no puedes evitar que la mierda salga a flote, pero tú ahora estás con Valentina y, hasta donde yo sé, estáis bien.
—Sí, claro que estamos bien, pero dejaremos de estarlo si yo sigo así de irritada. Le estoy haciendo daño y no sé qué hacer para parar esto. No puedo evitar sentirme irascible con Estel, y encima la muy sinvergüenza me dice que quedemos un día de estos para hablar, que responderá a todas mis preguntas como si así se solucionase todo. Mis preguntas las tenía que haber respondido en su momento, no ahora.
Me quedo sin aire y por un instante pienso que me va a entrar un ataque de ansiedad, la cabeza comi enza a molestarme y me masajeo las sienes para relajarme.
—Vamos a ver, Juliana. Estel se comportó como una cerda egoísta en
su día, hasta aquí estamos de acuerdo, ¿verdad? —pregunta como si hablase con una niña.
Yo hago una mueca y expulso el aire por la nariz con disgusto mientras pienso en la cicatriz de Valentina, eso me calma.
—Sí —respondo resignada.
—Bien. Pues aclarado esto, opino, y sin que sirva de precedente, que Estel tiene razón y deberíais quedar para tener una charla larga.
—No lo dices en serio.
—Por supuesto que sí. En mi opinión, tu problema es ese. Has pasado página, quieres a otra mujer y ella llega y hace que se tambalee todo. ¿Quieres saber por qué?
—Ilumíname —le pido irritada.
—Porque necesitas respuestas.
—Yo no necesito nada, estoy muy segura de lo que siento por Valentina —escupo poniéndome en pie.
—Nadie ha dicho lo contrario. Una cosa no tiene que ver con la otra, Juliana. Esa falta de respuestas dejó una puerta abierta que tú no puedes cerrar hasta que las tengas. Da igual si llegan tarde o ya no te consuelan, tú lo único que necesitas es conocerlas, nada más.
Me quedo pensativa y le doy vueltas a lo que dice. Quizá tenga razón y ese es el motivo por el que su presencia me altera tanto.
—Muy bien, quedaré con ella.
No estoy muy convencida, pero tampoco me ha dado más alternativas.
—Ya verás como te sentirás mejor. No te dejes nada, Juliana,pregunta todo lo que tengas que preguntar y repróchale cada cosa que en su momento te causó dolor. Ella ha pasado página y sigue con su vida,
tú tienes que hacer lo mismo, no puedes estar bien con Valentina si esta mierda te persigue. Además, ya sabes que Valentina está en pleno proceso de recuperación de un trauma muy doloroso para ella, esta situación te aseguro que no la ayuda en absoluto. Esa conversación con Estel os hará bien a las dos, a ti para sacar tu mierda y a Valentina para que no sienta ese terror que le entra ante la idea de perderte.

—¿Tiene miedo de perderme? —pregunto estupefacta.

—Claro que lo tiene, Juliana. Perdió a su mujer una vez, es completamente lógico pensar que tema que le pase de nuevo.
De pronto me siento muy mezquina y también una egoísta por no haber sido capaz de poner me en la piel de Valentina en ningún momento.
Mi problema con Estel me ha cegado y me ha hecho pensar que la única
que tiene derecho a quejarse soy yo, cuando a ella le está salpicando
mucho más allá de mi mal carácter

LATIR DE UN CORAZON 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora