capitulo 14

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Valentina Carvajal

Martes, 25 de octubre de 2022

—¿Qué te pasa?

—Joder, gitana, qué susto —me giro exaltada hacia ella, que ha aparecido por detrás de forma abrupta.

—No me mires así, que tú también das miedo —dice, y me arrastra hasta el cuarto de la limpieza.

—¿Qué haces? Se van a pensar que nos estamos liando.

La miro ceñuda y me cruzo de brazos entre la penumbra de la habitación.

—Nunca me he liado con nadie aquí —dice ella—, pero si quieres te hago un favor, a ver si se te quita esa cara de mala leche que tienes.

—Qué considerada eres.

—¿Juliana otra vez?

Me encojo de hombros y bajo la mirada sintiéndome incapaz de aguantársela sin derrumbarme.

—¿Qué ha pasado, Valentina ?

Ahora se ha acercado a mí, y después de que mis ojos se hayan adaptado a la poca luz que entra desde el pasillo, logro distinguir su mirada de preocupación.

—Nada.

—A mí no me la cueles, la he visto entrar esta mañana buscándote y también te he visto a ti esconderte de ella hasta que se ha marchado.

—¿Me espías?

—Me preocupo, yo creo que es diferente.

—Ayer quedó con Estel en su casa —suelto como una bomba.

—¿En casa de Estel? —se sorprende ella.

—No, en la de Juliana.

Pocas cosas dejan a Heredia sin palabras, pero por lo visto esta es
una de ellas, y los segundos de silencio que se instauran en el cuarto hasta que se recompone y encaja la noticia, se me hacen insoportables y me llenan de angustia.

—¿Por qué quedaron? ¿Te lo ha dicho? —pregunta como si fuese una inspectora en pleno interrogatorio.

—Para hablar. Para aclarar las cosas, supongo, yo qué sé. Juliana  necesita respuestas, ¿no?

—Y tú estás que te mueres de celos —concluye ella.

—No son celos, gitana.

Ella arquea una ceja y yo carraspeo y vacío mis pulmones de un bufido.

—Bueno, tal vez celos también, no me hace ninguna gracia que se encierre en casa con su expareja.

—Te entiendo, a mí la verdad es que tampoco me gustaría, aun así, deberías darle un voto de confianza a Juliana , se ha desvivido por ti desde que te conoce, no creo que porque la pelona haya vuelto, sus sentimientos hacia ti se hayan esfumado.

—Pero pueden haber despertado los que tenía por ella. Por mucho que me diga que no, Estel fue una persona muy importante en su vida.

Ella la conoce, sabe cosas de Juliana de las que yo no tenía ni idea.

—¿Lo dices por la migraña del otro día?

—Por eso y por un montón de cosas más que compartieron en los años que estuvieron juntas, yo no puedo competir con eso.

—Claro que no puedes, juegas con desventaja, pero no te olvides de que lo de ellas se derrumbó y Juliana y tú estáis en plena construcción.

La miro sin poder objetar nada ante semejante argumento, sin embargo, aunque sé que tiene razón, no encuentro consuelo en sus palabras.

—Estás celosa y también cagada de miedo —rectifica disgustada.

—Sí —reconozco—, y no sé nada de ella desde ayer. No sé si la charla duró mucho o duró poco, o sí...

—No pienses eso —me corta antes de que me explote la cabeza—, y sabrías lo que ha pasado si no te hubieses escondido esta mañana.

Joder —dice de repente—, por eso te has escondido, te da pánico que te confiese que se han acostado, que se pusieron nostálgicas y acabaron en la cama, ¿es eso?

—¡Cállate! —estallo de repente, y Guillermo Asensio, que pasaba por el pasillo en ese instante, se asoma y nos mira desconcertado.

—¿Va todo bien, Carvajal? —pregunta prudente, y yo afirmo con la cabeza porque las palabras no me salen.

—No pasa nada, Guillermo, enseguida salimos —lo tranquiliza la gitana.

—No puedes pensar así, Valen—dice Renata conciliadora cuando Guillermo se marcha.

—Claro que puedo. Yo me fío de Juliana , pero no sé qué intenciones tiene Estel, y en un momento de debilidad y desconcierto como el que tiene Juliana desde que ella ha vuelto, es muy fácil dejarse llevar si la persona que tienes al lado te engatusa.

—Tienes razón, y la pelona tiene pinta de encantadora de serpientes. Hemos de eliminarla de la ecuación —dice pensativa, y me da miedo cuando pone esa cara.

—No sé qué estás tramando, gitana, pero echarla de comida para los cerdos de tu padre no es una opción.

Ella se ríe y niega con el dedo mientras chasquea la lengua.

—Claro que no, sería un desperdicio. Será una engatusadora y un incordio, pero reconoce que la tía es atractiva de cojones. ¿Qué edad tiene? ¿Lo sabes?

—Es de la edad de Juliana, ¿por qué? ¿Pretendes conquistarla?

El silencio de la gitana me hace arquear las cejas y reírme, su plan es absurdo, sin embargo, estoy tan desesperada que tampoco trato de
convencerla de que no lo haga.

—Conquistarla no lo sé, creo que esa mujer está fuera de mi alcance —dice pensativa—, pero puedo acercarme a ella, o mucho mejor , cogerla de ese pedazo de melena rizada y decirle que se largue por donde ha venido.

La gitana si gue cavilando posibilidades que van entre lo absurdo y lo inquietante hasta que dejo de escucharla y me concentro en intentar respirar sin que me duela el pecho. Perder a Juliana es algo que me da pánico, pero me aterroriza mucho más ver el peligro y no poder hacer nada para evitarlo.

—Haremos una cosa, yo me encargo de la pelona y tú quedas con Juliana y tienes una larga conversación con ella. Tienes que aclarar las cosas, Valentina, si sigues así te va a dar algo.

Me encojo de hombros como si me diese igual, al fin y al cabo, la ansiedad ya me está devorando desde hace días.

LATIR DE UN CORAZON 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora