[1]: Agarrados de la mano

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Los sonidos acuosos de los zapatos mojados marcaban el ritmo, cortando el aire con una nota áspera y húmeda

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Los sonidos acuosos de los zapatos mojados marcaban el ritmo, cortando el aire con una nota áspera y húmeda. Un erizo azabache, con su ira contenida tras una fachada estoica, y otro de color cobalto, más distante y observador, avanzaban con cautela. Tras cruzar el río con relativa facilidad, ambos erizos dirigieron su mirada hacia la espesa vegetación en busca de la "jazmín", una flor tan escasa como codiciada que, según Tails, crecía en las profundidades de la selva. Esta flor era crucial para la misión que tenían entre manos, aunque ninguno de los dos comprendía del todo el propósito que el zorro le atribuía. Sin embargo, no tenían otra alternativa más que aceptar la misión y buscar la misteriosa flor. Era eso o enfrentarse a la misión en las cuevas del desierto, y ninguno de ellos deseaba combatir en un lugar tan claustrofóbico y oscuro; esa tarea era mejor dejarla en manos de Amy y Blaze.

—¿En dónde podría ocultarse esa flor? —inquirió el erizo azul, escudriñando el paisaje que los rodeaba con ojos inquisitivos.

Shadow, con su mirada serena y el ceño fruncido, mantenía una postura firme al frente del grupo.

—No muy lejos —respondió a la pregunta de Sonic, quien solo arqueó una ceja con incredulidad.

—Espero que no haya otro río por aquí; no tengo ganas de mojarme los zapatos y sentir el lodo pegajoso del agua —manifestó con un tono de disgusto. Shadow soltó un gruñido al escucharlo.

—Ni se te ocurra pensar que volverás a subirte a mi espalda; esta vez caminarás por tus propios medios o, de lo contrario, te lanzaré sin contemplaciones —amenazó Shadow con dureza en su voz. Ante sus palabras intimidantes, Sonic rodó los ojos con exasperación.

Continuaron adentrándose en la densa selva, envueltos por la sinfonía de cantos y chirridos de las criaturas que la habitaban. El erizo azul se mantenía alerta, sus sentidos en constante vigilancia, mientras que su compañero de misión parecía ajeno a la algarabía que los rodeaba. Ambos estaban decididos a encontrar la flor y abandonar ese lugar lo antes posible. Sin embargo, Sonic no podía evitar sentir una creciente frustración; las misiones junto a Shadow siempre parecían eternas, una tortura para su hiperactiva naturaleza.

—¿Sabes qué? —interrumpió Sonic la tensa calma, su voz resonando en el verdor—. Una vez que regresemos a Mobius, me propongo batir mi récord personal comiendo chillidogs en menos de un minuto.

Shadow respondió con un lacónico "Bien por ti", mientras un suspiro resignado escapaba de los labios del erizo azul.

Sonic era plenamente consciente de que a Shadow le desagradaban las misiones en su compañía. La aspereza y frialdad del erizo oscuro se intensificaban durante estas travesías, lo que sin duda irritaba a su compañero. Sonic reconocía que, en ocasiones, su tendencia a divagar podía ralentizar el progreso, pero no siempre era culpa suya. Era simplemente su forma de ser, una naturaleza que Shadow nunca comprendería.

30 DÍAS [Sonadow/Shadonic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora