17. En las danzas y en los sueños.

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El animo estaba por los suelos.

Tanto Quackity como Chimuelo estaban terribles ante la perdida de su hogar, pero mas el pelinegro, a quien la culpa lo comía con fuerza. Luzu estaba terriblemente preocupado por el. El jinete apenas comía, casi no hablaba y unas grandes ojeras aparecieron debajo de sus ojitos, por la evidente falta de sueño, y por el cansancio tanto físico como mental.

Luzu no estaba mejor tampoco, pero trataba de ser fuerte por Quackity. El castaño acababa de descubrir que todo lo que creía sobre dragones era falso, y ver al pelinegro así lo afectaba mucho, pero aquella corta conversación con su madre lo mantenía maso menos estable.

Cada día desde la visita al Mundo Oculto, el castaño iba a donde se encontraba el jinete y lo cuidaba, cocinándole o simplemente haciéndole compañía, que sabia que era justo lo que Quackity necesitaba. Si bien ninguno de los dos estaba bien, compartir aquellos momentos juntos los consolaba, les permitía imaginar que tal vez así seria la vida junto al otro.

Pero ese día, mientras Luzu se encaminaba al campacueva (mezcla de campamento y cueva. Quackity bautizo aquel lugar así), el castaño se encontró con una casita al lado del sendero. Aquella casita no había estado ahí el día anterior, y antes de que Luzu pudiera pensar en mas, un viejito salió de esta con una escoba en la mano y empezó a barrer su entrada. El cazador lo reconoció en seguida, era Merlon, quien rápidamente lo vio.

— Oh, ¡pero si es el joven Luzu! Ven ven pasa. Tengo un poco de té y unas galletas. - sonrió con calidez el ancianito.

— Pero, señor Merlon, ¿cómo sabe mi nombre?

— El viejo Merlon lo sabe todo. Ahora ¿vas a pasar o no? El té se enfría, muchacho.

⋇⊶⊰❣⊱⊷⋇·

La casa de Merlon por adentro era pequeña, pero acogedora. Se notaba que el anciano se había esforzado en transformarlo en un hogar, pues a pesar de que la estructura era vieja, por adentro estaba bien decorada, aunque con un estilo antiguo, por supuesto.

El viejito sentó a Luzu en una mesa, fue hacia la cocina y volvió con una taza de té y unas galletas en un plato las cuales olían deliciosas. El castaño empezó a devorar la merienda con ganas. Merlon se sentó en frente.

— Querido, ¿cómo van las cosas con Quackity? hace mucho que no me visita.

El castaño suspiro.

— Cuidado, Luzu, no suspires. El suspiro es el aire que nos sobra por alguien que nos falta. ¿Qué paso con Quackity?

— Pues... esta muy triste, Merlon. Tuvo... una pelea con su familia y no puede regresar a su casa.

— ¡No me digas! dile que venga a visitarme. Después de todo solo hay dos curas para la tristeza.

— Ah... ¿cuales? - pregunto curioso el joven.

— La comida, y el amor.

Luzu casi se atraganta con una galleta al entender lo que el viejito quería insinuar.

— Pues... yo escuché algo diferente. Escuche que la mas fuerte tristeza es causada por el amor.

— Oh, si. Después de todo, enamorarse en darle la oportunidad al otro para que te destruya por completo, pero también es un acto de confianza, pues le confías tu alma y tu corazón a otra persona.

— Pero ¿y si no pueden estar juntos?

— Cuando dos almas realmente se aman, encuentran la manera de estarlo, incluso si significa sacrificarlo todo.

𝘢 𝘥𝘳𝘢𝘨𝘰𝘯'𝘴 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘤 | luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora