23. Una chispita de esperanza.

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Si le pidieran describir la guerra en cuatro palabras esas serian las siguientes: desesperación, gritos, dolor y fuego. Mucho fuego.

Mientras su querido lo llevaba en brazos a un lugar mas seguro para elaborar un plan, él se sentía mareado, y no por el humo, sino porque seguía sin entender que estaba pasando. Un fuerte pitido había invadido su oreja izquierda y su cerebro, el cual también se encontraba en blanco. Por la oreja que estaba bien, se escuchaba una horrenda mezcla de gritos, rugidos y disparos.

Solo cuando el cadaver de un dragón cayo delante de ellos casi aplastándolos, la realidad golpeo a Quackity.

Se encontraban en un campo de batalla en el cual dos especies peleaban por su mera existencia. Luzu lo cargaba en brazos y le hablaba, pero Quackity no era capaz de escucharlo. El jinete noto que el dragón que cayo delante suya no había muerto aun, estaba a punto de hacerlo. Quackity quería ir y consolarlo en su lecho de muerte, pero sabia que no era posible.

¿Por que no era posible? se pregunto a si mismo. Luego cuando un intenso ardor doloroso y punzante ataco su pierna, lo recordó. Luzu lo cargaba porque su pierna estaba quemada, y porque casi había muerto; de ahí la perdida de la ausencia.

El castaño lo llevo un poco lejos de la batalla, y allí, sin decir nada, se dedico a curar la herida. Con rapidez, saco de una pequeña mochila una venda y una pomada para quemaduras. A pesar de que esta era para curar quemaduras simples, como de cocina, Quackity no pudo evitar suspirar de alivio cuando Luzu la paso con sus dedos sobre su herida.

—¿De donde sacaste eso? — pregunto el pelinegro.

— Vine preparado. — sonrió levemente el castaño, quien aun respiraba pesadamente debido a la reciente huida.

Esperaron en silencio a que Luzu recuperara el aliento. Pasaron unos minutos pero se sintieron horas para ambos.

— ¿Te duele? — pregunto finalmente el ex-cazador.

— Si, pero ahora es soportable.

Quackity quería llorar, y Luzu lo sabia.

— ¿Y ahora qué? — el nudo en la garganta del pelinegro era enorme, y la voz le salió ahogada a causa de ello.

El contrario se paro y le extendió la mano, incitándolo a hacer lo mismo.

— Peleamos.

Quackity acepto la mano que poseía aquella amada y familiar calidez, y lentamente se paro. Efectivamente el ardor en su pierna no había desaparecido pero era soportable ahora. Se miraron.

— ¿Contra quien? ¿Quién es el enemigo aquí? hagamos lo que hagamos, la brecha entre dragones y humanos jamás será destruida ahora. Estamos destinados a estar separados.

—¿Estas seguro?

— Luzu. Por favor, no.

— ¿No que?

— No me des falsas esperanzas. Ya no hay nada que se pueda hacer.

La desilusión del jinete rompía el corazón de Luzu, quien no creía que las cosas fueran así. Él si tenia esperanza. Y mucha.

— Lo que necesitas es una chispita de esperanza, Quacks, que te quiero dar. Tengo un plan.

— ¿Qué?

— Tengo un plan. El alfa saldrá dentro de poco ¿no?

— Si, seguramente.

— ¿Cómo es? físicamente digo.

— Seguramente es de la especie alfa, esos dragones son enormes, igual de altos que una montaña. Son lentos y fáciles de distraer, pero son letales.

— Perfecto. Esto es lo que haremos ¿vale? cuando encuentre a mi hermano, me lo llevare a los Arboles Espirituales, donde él hablara con mamá, quien seguro le aclarara la cabeza. Mientras yo hago eso, tu y los chicos distraerán al alfa y a los cazadores. Tendrán la guerra maso menos controlada.

𝘢 𝘥𝘳𝘢𝘨𝘰𝘯'𝘴 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘤 | luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora