Me encuentro en una caja, con mis pequeños hermanos bebiendo la leche materna de nuestra madre. Ella nos observa mientras que su néctar es succionado por nuestros hocicos, y luego reposa su mentón sobre sus patas peludas para descansar de un largo día. El viento es fuerte, y hace frio, pero el calor de nuestros pelajes juntos nos reconforta del mal clima. Tuvimos suerte, un hombre grande y tosco nos dejo quedarnos en la entrada de su casa mientras que nuestra madre nos alimentaba cuando apenas teníamos un mes de vida. Mi vida en esos primeros días de vida fueron duros para mi madre, ya que apenas si encontraba alimento para ella, y debido a eso su leche no nos satisfacía del todo. Pero, a pesar de todo logramos sobrevivir los 5 gatitos. Cuando ya estábamos un poco más grandes y ya podíamos salir de la caja, nuestra madre nos llevo a un callejón baldío que se encontraba en los alrededores. Allí fue donde crecimos hasta llegar a ser unos gatos de mediana edad.
Un día, cuando nos encontrábamos buscando comida en los basureros, decido acompañar a mi madre para beber agua de los charcos que se encontraban en la otra vereda. Mientras que cruzo la calle con mi madre, una gran máquina con ruedas se acerca rápidamente hacia nosotras. Cuando me doy cuenta de ello rápidamente salgo corriendo del lugar y logro esconderme en unos arbustos cercanos, evitando mi terrible destino. Pero, mi madre no tuvo la misma suerte.
Y después de eso, mis hermanos y yo decidimos tomar rumbos distintos y seguir con nuestras vidas. No entendía por qué, pero desde el día en que mi madre murió todo lo que hacía me costaba el doble. Buscar comida era más difícil, un lugar donde dormir, y muchas otras cosas más se me estaban complicando.
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Me encuentro caminando en la calle, buscando un lugar para pasar la noche. Pero, de repente el cielo se vuelve completamente nublado, y pequeñas gotas de agua que caen poco a poco del cielo comienzan a mojarme el cuerpo. Corro por la vereda, y tomo la decisión de cruzar la calle para buscar un refugio en otra parte. De la nada un auto choca conmigo justo en el momento en el que alcanzo a cruzar a la otra vereda. Pero, el golpe que me ha provocado esta máquina infernal me deja mal herida y con una de mis patas dañadas y ensangrentadas. Trato con las fuerzas que me quedan de sostener mi vida hasta llegar a algún lugar para descansar, pero se me hace imposible seguir avanzando. Logro llegar a una entrada de una casa que posee un pequeño techo sobre su puerta, y es ahí donde tomare un descanso.
Reposo un momento mi cuerpo sobre el pequeño escalón de la entrada y apoyo mi mentón sobre mis patas para descansar un poco.
-¿Eh?... ¿Qué es eso?...-
Logro escuchar a algún ser humano que comenta algo de improviso por los alrededores, pero no le tomo mucha importancia. De hecho, lo único que estaba pensado en esos momentos era que algún humano se dignara a acabar con mi vida de forma rápida para terminar con mi tortura y mi hambruna. No podría soportar mucho tiempo mas esta vida miserable, y menos ahora que me encontraba herida y sin esperanzas.
Comienzo a quedarme inconsciente, y lo único que alcance a ver por última vez fue a unos pies de humano acercarse a mí y a unas manos del mismo ser aproximarse a mi cuerpo. Después de eso todo se vuelve borroso...
Lentamente comienzo a abrir mis pesados parpados, para luego dejar que mis ojos gatunos observen impresionados el lugar en donde me encontraba. Y grande es mi sorpresa al ver que mi cuerpo se encuentra recostado en una gran manta amarilla y mullida. El ambiente en este lugar es cálido y relajado, veo una pequeña mesita que se encuentra en el centro de la habitación, una ventana que deja ver el cálido sol de la mañana, y noto que a mi lado derecho hay dos pequeñas fuentes de plástico, en las que en su interior seguramente habrá agua y comida.
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La intrépida gata que se enamoró
FantasyDavid me amaba, se preocupaba de mí, me cuidaba, me alimentaba, me mimaba. Si él no hubiese estado... ¿Qué habría sido de mí? Mi vida no habría tenido sentido, habría pasado eternamente arrullada por él. Cuando me acariciaba, se me erizaba toda la...