Capítulo I : Desearía que...

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Esto es lo que ocurre con mi vida en estos momentos, si es que me lo fuesen a preguntar. En estos últimos días me he dado cuenta del gran amor que tengo hacia un chico, un chico que se ha olvidado de mí. Pero que, sin embargo, yo aún guardo estos sentimientos conmigo. Sí, aún lo amo, lo amo con todo mi ser, jamás lo olvidé, y aun mantengo la esperanza de que, algún día, David me volverá a notar.

Hace unos momentos, me encaramé en un árbol para llegar a la rama que me daría la vista perfecta para ver a David en su sala de clases. Esto se me ha hecho costumbre. Despué de clases le toca ir al club de Fútbol, y después quedarse en el consejo estudiantil. Es un chico muy activo, y le encantan los deportes, cuando él era más pequeño solía jugar con todos los niños de su vecindario, y se quedaban hechando partidos hasta que la luna se podía divisar.

No logro ver a David, ¡A no espera!, ahí viene, junto con su grupo de amigos, tan alegre como siempre. Luego se sienta en su puesto y comienza a sacar sus cosas para la clase de hoy. Ha crecido mucho desde la última vez que me acarició, eso me pone algo triste. Pero hoy será distinto, hoy hare que me vea, y que me acaricie, y que me ame, y que por fin me adopte como su gata. Tengo un plan que no puede fallar, así que prepárate David, que aqui viene una gata muy insistente que por fin llegara a ti.

El sol brilla a mis espaldas, y el delgado pañuelo rojo que David me dio hace años me acalora un poco el cuello, al igual que la venda que me puso en mi pata izquierda cuando la tenía herida hace ya varios años. Pero eso no hará que me los quite, claro que no, es lo único que tengo de él, y lo único que hará que él me reconozca cuando lleve a cabo mi plan. ¿Funcionará?, debe funcionar, si no es así no sabre que más hacer, lo único que quiero es que me vuelva a acariciar y a besar como lo hacia en esos días tan nostálgicos.

Ya es la hora de almuerzo, y lo sigo con la mirada por los pasillos de la escuela mientras que se dirige a la sala del comedor. Salto hacia otra rama de un árbol cercano al comedor, sin que nadie se percate de mi presencia. O bueno, eso fue lo que creí.

-¡chicos miren!- decía un niño que me veía desde abajo. -¡Un gato!, ¡un gato!- gritaba sin parar, mientras que otros niños de su misma edad se dirigían al árbol en donde yo observaba a David.

-Qué lindo gatito- decían algunos, pero trate de ignorarlos, ya que la última vez que que baje de un árbol para que los niños me acariciaran al final no podía quitármelos de encima. Ese día fue un desastre, ya que me persiguieron por toda la escuela y no pude ver mucho a David debido a eso. No volvería a cometer el mismi error, y menos hoy que es el día en que por fin David me recordará.

Pasan unos minutos, y veo a David salir del comedor. Con su almuerzo en mano camina hacia la banca donde siempre se sienta a comer, bajo la sombra de un árbol, en donde yo estaría observándolo hasta que la hora de almuerzo acabase y él volviera a su sala de clases. Está comiendo arroz, con una porción de verduras y pollo rostizado, y para acompañar, un jugo de naranja con una roja manzana fresca para el final.

Por su expreción, noto que su almuerzo está realmente delicioso, observo claramente su cara de plaser que pone al probar cada bocado. Al verlo disfrutar tanto su almuerzo, mi estomago comienza a rugir pidiendoo algo de alimento, así que decido salir de la escuela para buscar algo de comer. Camino por la salida de la escuela y me encaramo en un muro que divide la calle con una casa, y desde ahí comienzo mi caminata hacia el parque que está cerca de un rio, ubicado en las afueras del pueblo.

Cerca del parque se encuentra un pequeño santuario, en donde los habitantes del pueblo van con todas sus esperanzas y sueños a rezarle a este ser que según los humanos se le llama "Santo". Siempre a estas horas se encuentra una anciana , que le reza a este ser divino por distintas cosas todos los días. Conozco a esta anciana, ya que en variadas ocasiones me encuentro con ella en el santuario, y le ofrezco mi compañía a cambio de un poco de sobras de su almuerzo.

La intrépida gata que se enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora