Camino por los pasillos oscuros de mi casa, intentando llegar a la habitación de mi reciente vista inesperada. Jennifer se encontraba durmiendo plácidamente sobre su cama, con un libro sobre su pecho y la luz encendida. Me enternece verla así, tan tranquila y calmada, junto con sus libros y sus ojos levemente cerrados, debido a lo largas que son sus oscuras pestañas. Su cabello negro y largo se encontraba alborotado sobre su cama, y algunas almohadas se encontraban desparramadas por el suelo.
-¡Pero qué chiquilla más inquieta para dormir!- pensaba mientras que entraba a la habitación y ordenaba el lugar. Le quite su libro, se lo deje en la mesita de noches, y la arrope suavemente. Con una caricia en su cabeza, me dirijo a la salida de la habitación y apago las luces. Cuando cierro la puerta, mi sonrisa se desvanece...
-Entonces... así debe ser...- dije sin pensar.
Jennifer, mi Jennifer, corre un gran peligro. Si este chico logra conocerla y se enamora de ella, la pequeña gatita desaparecerá para siempre. Eso me inquieta y me preocupa mucho. Jamás pensé que el hechizo sería tan drástico, y solo pensar en ello me pone muy triste. Ella ha logrado convertirse en la criatura que más quiero en este mundo, y solo imaginarme la posibilidad de perderle es un martirio para mí.
Pero ella adora a ese chico...
Jamás podría arrebatarle la posibilidad de que se cumpla su sueño, ella lo esperaba tanto. No puedo hacer nada más que apoyarla en todo lo que decida hacer por lograr su objetivo.
-Si eso es lo que realmente deseas, te ayudare pequeña Jenni... -
El sol brilla, calienta e ilumina mi habitación, y yo me encuentro lista para salir a pasear. Muchos días encerrada en un lugar no es algo a lo que estoy acostumbrada. Elaiza siempre me dice que cuando salga sea cuidadosa, ya que según ella no es lo mismo salir a la calle siendo un gato que una pequeña chica ingenua. Trato de ponerme algo decente para variar, un vestido, y seria todo. Cuando logro acercarme a la salida de la casa, Elaiza me grita desde la cocina.
-¡¡¡Jennifer, se te olvida algo importante!!!-
-Rayos!...- digo entre dientes y vuelvo a mi habitación para ponerme esas incomodas cosas que van en mis pies.
Me quedo un buen rato sentada en el suelo, tratando de ponerme esas extrañas cosas. Fallo una, dos, hasta tres veces, pero después de la 5ta vez lo consigo. Sintiéndome orgullosa de haberme puesto yo sola esas cosas infernales, intento correr hasta la salida de mi hogar.
-¡Nos vemos en un rato Elaiza!-
-¡Que no se te olvide mi encargo oíste!- dice desde el comedor de la casa.
-¡Claro que no, tenlo por seguro! ¡Nos vemos!- grite mientras que corría por el sendero del jardín hasta llegar a la oxidada reja de nuestra morada.
Al salir, mi espíritu se eleva y se emociona. Después de varios días volvía a salir al vecindario.
Los vecinos se preparaban para comenzar el día, los niños salían de sus casas para jugar al parque, y las ancianas estiraban sus viejos y cansados cuerpos mañaneros. Todo parecía ser tan normal como siempre, tan corriente desde que mi pelaje gatuno y mis orejas de gato eran parte de mí. Elaiza me había pedido que fuera a la florería de su amiga Rita, una mujer un tanto mas joven que ella. Lirios, rosas, y manzanillas son los encargos, y mi único deber era simplemente retirarlos de la florería y pagar el dinero justo.
-¿Ho..Hola?... - dije mientras que abría la puerta de la florería.
-¡Hola, pequeña! Tú debes ser Jennifer, ¿no es así?.... -
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La intrépida gata que se enamoró
FantezieDavid me amaba, se preocupaba de mí, me cuidaba, me alimentaba, me mimaba. Si él no hubiese estado... ¿Qué habría sido de mí? Mi vida no habría tenido sentido, habría pasado eternamente arrullada por él. Cuando me acariciaba, se me erizaba toda la...