Capítulo 6: La Sirenita.

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- Chicas, ¿ya han escuchado?... al parecer la señora de la casa extraña sí tiene un pariente después de todo... –

- ¡¿Eh?!... ¿Hablas en serio?... por lo que yo tenía entendido, nadie la había ido a visitar jamás... –

- Bueno creo que eso ha cambiado, vi a Elaiza en el centro de la ciudad comprando ropa juvenil, para esa extraña chica que apareció de la nada en el vecindario. ¿Sera nieta suya? ...-

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Me encuentro sentada a la luz del sol de la tarde, con mi cuerpo reposando en el césped, que poseía un color verde brillante que me deslumbra cada día. Elaiza se encuentra descansando en su habitación, ya que en estos últimos días ha estado un tanto más cansada de lo habitual. Un vestido azul, con encajes blancos al final de cada extremo de él era mi vestimenta de aquel día. Por supuesto, nada llevo en mis "Pies" blancos y suaves, al parecer aun no me acostumbro a esas extrañas cosas llamadas zapatos. La brisa acaricia mi piel, y mi cabello baila junto con él. Apoyo mis manos sobre el césped y abro mis piernas para relajar mis músculos, dejo mi cabeza colgando hacia atrás y cierro mis ojos.

Esa sensación de seguridad y bienestar no la había sentido en mucho tiempo...

Elaiza me ha estado tratando de enseñar a leer ciertos libros que ella escogió para comenzar a estudiar. Cuando por fin logre aprenderme el abecedario y sus sonidos particulares, (después de varias semanas de intentos y estudio) comenzó a enseñarme a unir ciertas letras con ciertas vocales, y cuando mencionaba cada letra con su respectiva pronunciación, lograba leer una palabra de uno de los libros que me había pasado. La primera palabra que logre leer fue "Amor", luego vinieron otras palabras como: Correr, hablar, comer, etc... Después vinieron las frases y oraciones, y en esta parte me costó bastante, pero pude lograrlo después de aprenderme un montón de palabras durante unos días.

Luego de arduos meses de estudio, de un momento a otro logre leer párrafos de textos que Elaiza sacaba de mis libros favoritos como: "La sirenita", "Caperucita roja", "El jardín secreto", entre otros. Todo era nuevo para mí, todo era excitante y emocionante, y cada vez que lograba leer bien una línea, oración o párrafo de un texto, me sentía dichosa. Era increíble el poder leerle mis libros favoritos a Elaiza mientras que reposaba en su cama. Cuando leía un cuento completo, por mis medios y conocimientos, ella lloraba de la emoción y me abrazaba cariñosamente. – Hace un tiempo no podías pronunciar bien algunas palabras, y ahora me estás leyendo cuentos enteros y en voz alta... Me enorgulleces querida...- me decía Elaiza mientras que acariciaba mi cabeza y me dedicaba una cálida sonrisa.

Cuando los arboles terminaron de moverse por la acción del viento, me entran unas ganas de leer. Así que me levanto rápidamente y corro hasta el gran ventanal de la casa. Pero... de repente, siento el dolor de mi pie derecho, que se propaga por mi cuerpo por haberme tropezado de forma inesperada con la mesita de centro que estaba frente a mí, haciendo que mi cuerpo caiga al suelo, y provocándome un gran golpe en la cabeza, dejándome completamente inconsciente...

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-¿Eh, donde estoy?... – decía mientras que veía a mis alrededores, notando que me encontraba sentada sobre la banquilla en donde usualmente Elaiza iba después de hacer sus compras.

-Pero, ¿Qué rayos?... ¿Eh?... – y de pronto noto que mi cuerpo ya no es el mismo, es el que he tenido desde el momento en que nací. Mi cuerpo se encontraba rodeado nuevamente por mi familiar pelaje gatuno, junto con mis bigotes y mi larga cola de gata callejera.

-¿Qué ocurre aquí?, ¿Por qué estoy así?... – Asustada por la situación, noto que alguien me observa desde el altar del hechicero que Elaiza me había comentado. Unos ojos grandes y brillantes que me miran desde una extraña sombra que se encuentra detrás de este curioso altar, me dejan una sensación de desconfianza y temor. Trato de retroceder de forma lenta para no llamar la atención de ese extraño ser, pero la sombra se comienza a mover de repente, acercándose de forma rápida hacia mí. De pronto no puedo moverme, y solo puedo observar a esa extraña criatura, que de a poco comenzó a transformarse. Esta cosa se desploma en el suelo, y su forma física comienza a cambiar. Un brazo comienza a salir de esa perturbadora sustancia negra, luego otro brazo, y una columna vertebral se logra ver, tratando de desprenderse de esta extraña sombra oscura. De repente logra salir la cabeza de un Hombre, que está completamente desnudo, dejando a la vista solo de la cintura para arriba. Finalmente logra salir por completo de esa materia oscura, que lo deja empapado por completo. Su cabello que se encontraba mojado por el líquido de tal sustancia oscura, es de un castaño oscuro muy brillante, su piel es completamente blanca y su físico es de grandes proporciones. Mis ojos no podían creer lo que veían.

La intrépida gata que se enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora