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Tantas similitudes con el chico le resultaban extrañas.

Tantas similitudes con el chico le resultaban extrañas

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—Che. — comenzó Giovanni, obteniendo la atención del contrario. —¿Cómo es tu viejo? Es de esos con los que hablas de cualquier cosa, o está tan obsesionado con el trabajo que cuando le querés decir que te clavaste una astilla te dicen "hablamos más tarde, hijito". Pero obviamente, nunca pasa. — Maxi, al contrario de todo lo dicho, le negó con la cabeza riéndose por las expresiones ajenas.

—La verdad que no tengo esa clase de papá. Capaz alguna vez lo tuve, pero como hace muchísimo se divorciaron, no lo sé. Incluso mi ma tampoco me habla sobre eso. Él dice que hay que tomarlo cómo que se evaporó, o algo así.

—¿Él? ¿Sos hijo de un omega y un alfa hombres? Yo igual. — se encogió de hombros. —Ahora todos se divorcian, ¿Podés creer?

—Es una barbaridad. — opinó el contrario negando con la cabeza en modo de burla. —¿Cuantos años tenés vos?

—Catorce. Nací el 03 de febrero de 2001.

—¡Apa! ¡Cómo yo!— gritó el contrario con sorpresa, y no sabía por qué, pero de repente empezó a tener sed. —¿Tendremos agua acá?

Y cuando revisó el lugar viendo que efectivamente no había nada, caminó hacia afuera decidido a buscar en el comedor algo que tomar.
Bueno, era su idea principal hasta que Giovanni lo detuvo.

—Pará, pará. ¿Dijiste que tenías un papá?— recibió un asentimiento por el más bajo. —¿Y cómo era?

—No sé. Mi ma me dijo que era muy lindo, y tucu me decía que yo era muy parecido a él. En realidad, lo escuché. — murmuró el final, pues era algo que su familia no debía saber que sabía. —En mi casa había una foto de él. Cuando se dieron cuneta que la estaba mirando, solo me la dio. Ya te digo, ¿No tenés sed?

—Por eso olías como uno el primer día...— susurró el otro como si hubiese descubierto algo fascinante. —¡Prestame atención un toque! Acá esta pasando algo re loco, ¿No lo ves?— dijo él, con una extraña emoción por el descubrimiento. —Vos noma' tenés a tu viejo, y yo al mío. Vos jamás viste una foto de tu papá, y yo tampoco vi una foto de mi mamá. Literalmente vos tenés una foto re vieja de él, y yo también tengo una así. Lo bueno es que la tuya estaría completa, por que la mía esta es solo un pedazo viejo; todo roto, y arrugado por la mitad.

Entonces, Maximiliano corrió al interior de la cabaña en busca de la fotografía de su otro papá. Giovanni vio esa acción y corrió a hacer lo mismo para unir todos los cabos sueltos de tantas coincidencias.

Mirándose fijo, con sus ojos de colores similares pero tan diferentes a la vez, sostenían las imágenes fuertemente contra su pecho.
Aunque el de hebras teñidas fue el que insistió con la situación, parecía tan indeciso de hacerlo. Pero a la cuenta de tres, tomaron la valentía de mostrar los pedazos que tenían.

Al instante que el momento llegó, con una lentitud exasperante si alguien viera aquello, unieron las fotografías, mirando sorprendidos como es que estás encajaban tan perfectamente igual que las piezas de un rompe cabezas.

—¡Es igual a mi viejo!— señaló Giovanni observando perfectamente a Leandro ahí. Con más juventud, era obvio, pero de cualquier manera, era él.

—¡Tenías razón! ¡Ese es mi ma!— chilló el contrario observando atónito la imagen.

En la fotografía, habían dos hombres juntos observándose con un cariño inmenso mientras sostenían sus manos; a la vista, parecían haber cenado, pues los utensilios y el blanco mantel típico de un exitoso restaurante, lo parecía. La única diferencia es que detrás de ellos, estaba el cartel que indicaba que eran los recién casados.

el más alto no sabía si preguntar lo siguiente, pues era algo muy íntimo para un omega. —Maxi...¿Tu viejo se sacó la marca?

el nombrado pareció pensarlo mucho antes de hablar, pero lo miró serio y respondió:—Te juro que se la había dejado. Capaz más tiempo del que debía por estar separados, pero mi tío tucu me contó que empezó a sentir dolor a través del lazo, y para su protección, se la sacó. — informó con lo que parecía ser un nudo en la garganta, pues fue un año horrendo de su vida donde el omega cordobés lo pasaba mal de hospital en hospital.

Las lágrimas parecían acumularse en los ojos de ambos. Enserio no había duda, si sus padres eran enserio sus padres, nacieron el mismo día y compartían facciones que heredaron de sus progenitores, significaba una sola cosa; Maximiliano y Giovanni eran gemelos.

El mas alto sujetó el dije que llevaba escondido en su camisa; una G.
El menor sonrió por lo visto frente a él, y acarició el suyo que llevaba en su collar; una M que se le fue otorgada el día que nació.

Aunque ninguno lo dijera, sabían que era un momento demasiado emotivo en sus vidas; era como si toda la vida hubiesen esperado a su otra mitad, la contra parte del otro; esa conexión que parecía unirlos desde el primer día que se vieron y parecían negarlo, pero que al fin decidieron ver sin miedo.

Al final, terminaron durmiendo lado a lado al juntar las camas. Se habían dormido muy tarde por pasarse hablando de la vida de sus padres, añorando algún día conocerlos y vivir por ellos mismos las situaciones que el ajeno contaba.
Giovanni quería saber todo sobre su madre, pues el contrario lo definía como alguien bonito, encantador, independiente, de un fuerte carácter que era típico de un omega puro, pero que desde que él tiene conciencia, siempre cumplió el rol de padre y madre a su vez, lo cuál era algo que Maximiliano admiraba demasiado. Según el de ojos cielo, estaba ganando fama por Europa desde que le diseñó el vestido de novia a la omega de un ministro de Francia.
Y lo más sorprendente era que ninguno de sus padres se volvieron a casar; en ninguno de esos largos años, habían tenido algo serio

Mientras Dybala se acomodaba para dormir, porque aunque quisiera, no se acostumbraría de repente a desvelarse, Giovanni se removió de la nada en la cama, captando al instante la atención del menor por la sonrisa del teñido. 

—Maxi, sentate porque te caes de culo con mi idea.

JUEGO DE GEMELOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora