Dejando a Rhaenyra en su habitación fue hacia la de su madre y padre. Encontrando solo a la primera y a su hermana Daena quien al parecer vino temprano a visitarla.
- Cariño, ¿Donde te habías metido? Me tenias preocupada -le dijo intentando levantarse, ya que su vientre le impedía hacerlo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- Todo esta bien mamá, no hace falta que te levantes, estuve con Nyra, la acompañe hasta que se durmio y me dormí yo también. Lamento no avisar-. Se acerco y beso su frente para tranquilizarla.
- ¿ Y solo durmieron?- pregunto Daena con una sonrisa.
Su hermano la miró y le dio un empujón con su mano para que dejara de pensar esas cosas, la joven solo río.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- Hay que asistir al funeral de la reina- recordó con tristeza su hermana.
Un sonido provino de la de puerta y todo giraron a ver, su padre se hizo presente, primero yendo a saludar a su esposa con un beso, luego a su hija y finalmente al joven. Volvió al lado de Alysanne para estar con ella, agarrando su mano.
- Ya que estamos todos aquí, tengo algo que decir-. Tomo la palabra Daemon con seriedad- Hay una guerra en los peldaños, un idiota la inició.
Todos en la habitación sabía a donde se dirigia el anuncio, porque lo conocían.
- ¿Y que dijo tu hermano sobre esto?- pregunto Alysanne- déjame adivinar... Dijo que no.
- Por supuesto que dijo que no, ese Hightower le metió en su cabeza que es una pérdida de tiempo y dinero- expreso el príncipe-. Y mi hermano como el idiota que es, le creyó.
La gran mayoría de veces, Viserys, era muy manipulable y más por la mano. Otto era tan influyente, que daba rabia ver como el rey no se daba cuenta o no quería, no lo sabían.
- Te necesito a ti hijo y a tu dragona -explico su padre.
- Si tu dices que vale la pena esta guerra papá -comento con duda Jaehaerys- , tendré que ayudarte, no quiero que mama sea viuda antes de tiempo.
- Tu no te mueves de aquí hasta que nuestro hijo nazca,- dijo con paciencia la embarazada- si lo haces créeme que te irá muy mal.
- Tranquila amor, ni se me paso por la mente hacer tal cosa- la abrazo y repartió besos por toda su cara.
