13: Molotov y la piromanía.

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Toda la vida fui una de estas personas que despertaban por pedazos. Nada de saltar de la cama y preparar un café, cualquier fallo en mi rutina que me hiciera despertar de golpe traía severas consecuencias para las personas a mi alrededor.

Como bien había probado
últimamente.

Primero recuperaba la audición, toda clase de sonidos externos se entrometían en la oscuridad de mis parpados y me hacían moverme suavemente entre las sábanas hasta que descubría que estaba despierta, o que el sueño que estaba teniendo tenía una fecha de caducidad inmediata. Entonces abría lentamente los ojos. Pero eso no era todo, luego tardaba unos cuantos minutos en recuperar la actividad cerebral. Quién soy... Dónde estoy... Qué hice ayer... Qué demonios es esa caja frente a
mis narices...

—¡Lauren!— mi chillido ronco atravesó el silencio sepulcral de la casa sin ninguna especie de interrupción. Esperé un minuto, quizás dos. Entonces ella atravesó la puerta con el desayuno como si fuera la persona más desdichada del universo.

—Aquí traigo su desayuno, señorita ¿Algo más?¿Puedo retirarme?— contestó desprendiendo partículas de sarcasmo que se adhirieron  a mi rostro de confusión al instante— Deberías dejar de acostumbrarte a que te haga el desayuno como si fuera la maldita chica del servicio a la que por cierto, no veo nunca.

Por un momento la idea de que Lauren fuera la chica del servicio me resultó demasiado atractiva como para poder evitar la sonrisa que se formó en mis labios.

Basta, Camila, la caja.

—Te llamé por...— dentro de sus planes no estaba dejarme terminar aquella conversación.

—Sí, ya sé, porque mueres de hambre como un mapache en la madrugada, lo pillo, por eso te preparé esto— estaba dispuesta a hacer mi pregunta pero mis ojos se fijaron en la bandeja que ella depositó en mis muslos y de un momento al otro me convertí en una troglodita que engullía waffles a toda velocidad sin siquiera decir una sola palabra, habían pasado unos días desde la última vez que había sido capaz de comer con todo el apetito de mi cuerpo, no iba a desperdiciar preciados segundos en la incógnita.

—Vaya, a alguien le gustó el desayuno— comentó victoriosa apenas vio el plato vacío.

Estaba delicioso, pero obviamente no diría eso frente a ella nunca.

—No creo, solo estaba, como dices, muerta de hambre como un mapache y ya sabes, no puedes confiar que tengan buen gusto cuando comen de la basura— ella alzó una ceja aún con esa molesta curva en sus labios

— ¿Se puede saber qué es esa caja y por qué fue lo primero que vi al despertar?

—Deberías simplemente abrirla— sugirió con aquella mirada intrigante, intentando hacerse la misteriosa y no pude contenerme. Así que tras retirar el plástico protector simplemente dejé la caja frente a ella.

—No... No pienso aceptarlo...— contesté completamente decidida y ella frunció el ceño dándome a entender que la discusión iba a empezar muy pronto.

—Ni siquiera has abierto la maldita caja, ni sabes si yo pagué por eso, deja de ser tan problemática— conocía aquel tono de voz, estaba perdiendo la paciencia conmigo y eso no podía importarme menos.

—No necesito abrirla para saberlo, Lauren y por supuesto que fuiste tú porque tu hermano y Dinah saben como soy en ese aspecto y si fuera un regalo de Ariana lo habría sabido— ella alzó una ceja y simplemente abrió la boca.

—Todo es tan jodidamente complicado contigo, rompí tu iPhone, te molestaste, te traje otro y te molestas más aún,no entiendo cuál es tu problema, sólo ábrelo— contestó masajeándose las sienes como si yo realmente fuera un dolor de cabeza así que tomé la caja, retiré las dos cintas de seguridad, luego tomé el artefacto en su interior y le quité el adhesivo. Lo examiné realmente asombrada y se lo mostré como si ella no hubiera tenido tiempo de verlo antes de comprarlo.

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⏰ Última actualización: Mar 12, 2023 ⏰

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Shameless (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora