Capítulo 3: Primera amiga.

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Mi madre se encuentra recogiendo algunas vallas, cuando mi padre intenta manosear su trasero.

«¡Oye!» Exclamo Zenith volteando a ver a Paul. «¡Cielos!»

Abro la puerta. «Padre, madre.» Dije mientras los miraba.

Ambos volteaban a verme recuperando una postura recta.

«¿Puedo salir un rato?» Pregunte, realmente no tenía nada mejor que hacer, tenía mi máscara en la cintura junto a mi par de hoz sujetado con una especie de cinturón.

«¿Afuera? Seguro. Por supuesto.» Respondió mi padre.

«¡Cariño! ¡Kiyotaka va a salir por su cuenta!» Comento feliz Zenith.

«Y yo solía preocuparme que pudiera estar enfermo. El tiempo realmente vuela rápido» Comento mi padre esbozando una sonrisa en su rostro.

«¿Tanto les preocupaba?» Pregunte.

«Bueno... Nunca lloras, además de que siempre tienes un rostro inexpresivo y pasivo, cosas de genios, supongo.» Comento mi madre con una pequeña risa nerviosa.

«Entiendo. Volveré en un rato.» Dije mientras caminaba fuera de la casa.

Me encuentro caminando por el pueblo, disfrutando la vegetación mientras tengo mi máscara puesta. Pero me deja ver los hermosos paisajes. Mientras camino escucho los gritos de unos niños.

«¡Vete de la aldea demonio!»

«¡Regresa al continente demoníaco!»

«¡Vete!»

Al obtener un panorama más amplio de la situación, eran tres niños lanzándole bolas de barro a otro, el cual solo se limitaba a cubrirse a sí mismo.

«Vete demonio.» Lanzándole otra bola de lodo.

«¡Piérdete!» Comenta otro de los niños.

Puedo notar que el niño empieza a llorar, es buen momento ahora. Así que empiezo a acercarme.

Uno de los niños agarra una piedra, así que decido usar un poco de magia. A punto con mi mano a la cabeza del niño y disparo una bola de agua.

«Ya déjenlo.» Dije mientras aún tenía mi máscara. Me acerco el niño, el cual todavía tiembla y lo levanto.

«¿El hijo del caballero, eh? ¡No te metas!» Dijo mientras los tres empezaban a acercarse a mí.

Mala jugada... niños.

«Y dinos, hijo del caballero. ¿Cómo piensas salir de esta crisis?» Comento uno de los niños con una sonrisa arrogante.

Me quito mi máscara, mi rostro seguía siendo el mismo de siempre, uno inexpresivo y pasivo. «¿Crees que esto es una crisis? Ustedes solo son tres personas. No hay nada que pueda detenerme.»

«¡Idiota!» Uno de los niños me lanzo un puñetazo, pero fue tan malo que pude agarrar su brazo y hacerle una llave.

«¡S-Suéltame!» Grito el niño mientras aumentaba la fuerza de la llave.

Le doy un golpe en su estómago, quedando tendido en el suelo, retorciéndose del dolor.

Ambos niños restantes vienen a golpearme al mismo tiempo, esquivo el golpe de uno y le doy en la costilla dejándolo en el suelo. Para el otro le doy un golpe en un lado de la rodilla, haciendo que quede hincado y dándole un golpe en la cara, dejándolo noqueado.

Volteo al ver al niño que le di un golpe en el estómago. «Si le dices a alguien de esto, te romperé los huesos.» Le dije mientras lo miraba.

«S-Sí.» Respondió el niño, todavía retorciéndose del dolor.

Una aventura pacificaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora