Kayn fue abriendo poco a poco los ojos. Pestañeó varias veces, hasta acostumbrar su visión lo suficiente como para mirar alrededor. Se encontró con los largos cortinajes recubriendo las extensas ventanillas del salón. A través de la tela, lograban percibirse algunos rayos solares dispersándose sobre las paredes, sumiendo a la sala de vestuario en una suerte de cálida y tenue luz mañanera.
Fue incorporándose lentamente y se quitó la manta que cubría su cuerpo. Cuando se percató que llevaba puesta una camiseta que no le pertenecía, sintió un extraño calor apoderarse de sus mejillas, pues los recuerdos de lo que había ocurrido aquella noche se revelaron frescos en su memoria. Fue como si la respiración agitada y el ardor sobre su rostro hubiese sido cuestión de hace sólo unos minutos.
Todo estaba en su mismo sitio: los arreglos florales de Jhin sin terminar, la bolsa de papel con aperitivos que había dejado sobre uno de los muebles del pianista... Y sin embargo, no vio a Khada Jhin por ningún lado.
Exhaló un largo resoplido y se incorporó, frotándose los ojos con las manos. Sintió un suave aroma de incienso filtrándose por todo el lugar con una dulce esencia de melocotón. Supuso que no debió haber sido encendido hace mucho tiempo y sintió ganas de saber dónde estaba el pianista.
Comenzó a curiosear alrededor. Se acercó a los arreglos florales a medio terminar sobre la mesa de sastre, luego observó la variedad de vestuario y trajes en sus colgadores, hasta que de pronto se encontró con aquella libreta en la que siempre veía a Jhin garabatear. Un pensamiento impulsivo le atravesó la mente fugazmente y miró alrededor, de lado a lado, como si estuviera cerciorándose de que Jhin no andaba cerca. Alargó los dedos hasta tocar la superficie del cuadernillo. Dudó un momento, no quería violar la privacidad de ese pianista a primera hora del día, pero las ganas de saber qué cosas se llevaba escribiendo durante horas y horas le pesó más.
Kayn abrió la libreta y pasó las páginas rápidamente, leyendo entre líneas, siempre alerta por si oía un ruido cercano o si escuchaba la puerta abrirse; vio algunos bocetos de vestuario, fragmentos de guión, recetas de infusiones, guías de fabricación de armas...
Hasta que encontró algo interesante. En algunas líneas, Shieda notó que Jhin hablaba sobre un "visitante". Al principio, sólo lo mencionaba un par de veces, casi como una nota al pie en sus borradores de poesía. Sin embargo, en los escritos posteriores, parecía haber páginas enteras dedicadas a ese tal visitante. De pronto, Kayn leyó la fecha y se encontró con que la última página había sido escrita el día de ayer. Sus ojos se movieron rápidamente mientras leía, casi con la ansiedad de la curiosidad evidenciándose sobre sus dedos temblorosos...
❝ El visitante finalmente ha logrado volverme esclavo de mis impulsos. No puedo dejar de pensar en el cabello rebelde que se desliza sobre su pómulo cada vez que se inclina un poco, su mirada curiosa, a veces inquieta...No puedo dejar de pensar en él, ni tampoco dejar de preguntarme si es que acaso aún no se percata de que es la única persona que ha despertado un destello real de deseo en mí ...❞
Kayn observó la palabra remarcada. Por un momento, se había quedado tan ensimismado en la lectura, que no pudo percatarse del repentino ruido de la manija de la puerta abriéndose.
Viniendo casi a diario, el visitante ha hecho que me sienta impaciente por él... alcanzó a leer Kayn apresuradamente, antes de escuchar la puerta cerrarse tras de sí. Cuando se giró y se encontró con la mirada del otro hombre, de pronto no supo qué expresión hacer. Khada Jhin llevaba una pequeña toalla de algodón en sus manos. Su cabello lucía húmedo, perfectamente peinado y Kayn pensó que probablemente acababa de tomar un baño. Al principio, sólo silencio. Shieda notó un pequeño indicio de confusión en el rostro de Jhin. Los ojos carmín del pianista se movieron hasta su libreta, pero no gesticuló ninguna expresión en específico. Su semblante permaneció neutral.
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Matices de Rojo | Jhin x Kayn
FanfictionRojo era el color de todo; la sangre, el día, la noche, el amor, la mentira, la muerte. Todo, en diferentes matices. Pronto, Kayn comenzó a atribuir el color rojo con todo lo que tenía que ver con él. https://open.spotify.com/playlist/5zstaTbqD0GiWX...