La madrugada estaba en su punto más álgido. El manto estelar cubría el cielo en su totalidad, logrando que la escasa luz lunar apenas lograra colarse a través de la alta y extensa arboleda.
Kayn llevaba unos cuantos minutos de camino, pero de su mente no lograban alejarse los pensamientos de lo que había ocurrido en la última hora. La euforia que había sentido en el combate del campamento, la mirada expectante de Jhin puesta en él, luego el tacto... ver la expresión que aquel hombre le había mostrado cuando le quitó su máscara.
Finalmente, cuando le besó sin motivo alguno.
Sintió un repentino escalofrío al rememorar el momento en que los labios de Jhin estuvieron sobre los suyos, robándole el aliento. No sabía por qué no lograba sacarse de la cabeza esa extraña sensación que había sentido y que le hizo imposible hacer un movimiento para detenerlo.
¿Acaso no quería detenerlo?
Kayn exhaló un suspiro, sin comprender por qué seguía dándole tantas vueltas. Pues lo hecho, hecho estaba. Era un beso y ya. De seguro ese pianista loco se lo daría a cualquiera en esa situación, cuando la ejecución del asesinato nubla los sentidos.
Después de un momento caminando, Shieda rodeó el vasto bosquecillo hasta que llegó al templo de la Orden. Como siempre, el lugar estaba especialmente silencioso y fue sencillo escabullirse dentro sin necesidad de ingresar por la gran entrada y hacer un alboroto al mover las extensas puertas de hierro. Los candelabros que rodeaban los pasillos aún permanecían encendidos como cada noche y no había nadie merodeando alrededor.
Kayn caminó a paso lento a través de las amplias escaleras del templo. Exhaló un largo suspiro de cansancio y le dio una repasada a las habitaciones vacías. Pudo percatarse fácilmente de que Zed no se encontraba allí.
Daba igual. Después de todo, su maestro no había pasado la noche en el templo la última semana. No verlo se hizo una costumbre.
Kayn miró alrededor y caminó hacia la habitación que Zed solía utilizar como punto de reunión, aquella misma habitación donde al atardecer le había pedido que se marchara.
Alargó apenas los dedos para abrir la puerta y se encontró con el escritorio de Zed en medio de la habitación oscura y vacía. Kayn cogió una vela que aún permanecía encendida en su soporte y comenzó a revisar los documentos que estaban sobre el mueble. Se encontró un pequeño mapa, una serie de locaciones marcadas junto a unos apuntes: lugares, nombres, horas...
Pistas del rastro de los Kinkou, quienes ahora se encontraban dispersos en la ciudad en el anonimato. Igual que la Orden de las Sombras. Lo único que tenían en común, por supuesto.
Kayn se mordió la parte interior de la mejilla y siguió registrando, hasta que se encontró con algo interesante. En uno de los bordes del escritorio, notó una carta sellada. Probablemente había sido dejada en el despacho de su maestro después de que éste se marchara del templo. Los informantes normalmente entregaban pergaminos con información o enviaban mensajes para Zed cuando éstos no podían dárselos personalmente, sea por el motivo que fuera. Kayn tomó la carta y acercó la luz de la vela encendida para leer la inscripción en el papel.
La fecha era del día anterior, y reclamaba ser entregada a Zed con suma urgencia. Kayn supuso que había sido enviada por algún vigilante cerca de Bahri, pues del caso contrario hubiese tardado más en ser entregada. No lo pensó y la abrió.
Zed,
Tal como lo mencionaste, el Demonio Dorado está de regreso, no cabe duda de ello. Unos aldeanos encontraron una flor de lirio ensangrentada junto al tronco de un árbol. Exactamente como él lo hacía años atrás antes de cometer un nuevo crimen. Aún no logra marchitarse del todo, así que puede que lleve cuatro días desde que fue dejada en ese lugar.
No he logrado limitar el margen de sospechas, pero sé que está más cerca de lo que pensamos. Puedo asegurarte que se oculta cerca del barrio comercial. Es el único sitio donde puede pasar desapercibido sin mayor esfuerzo.
Debemos orientar nuestra búsqueda allí, y rápido.
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Matices de Rojo | Jhin x Kayn
FanfictionRojo era el color de todo; la sangre, el día, la noche, el amor, la mentira, la muerte. Todo, en diferentes matices. Pronto, Kayn comenzó a atribuir el color rojo con todo lo que tenía que ver con él. https://open.spotify.com/playlist/5zstaTbqD0GiWX...