E P Í L O G O

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Oigan, antes de que comiencen a leer les aviso que cambié algunas cosas, así que no se vayan a sorprender, ignoren las ultimas notas que dejé en el capítulo final. Igual las voy a borrar. Tampoco se quiebren tanto la cabeza, esto es ficción y soy mucho de escribir cosas raras y tristes. Dicho esto dejo los rigger warning:

T/W: Enfermedades metales, mención de maltrato y abuso. Mención de suicidio. Lean bajo su responsabilidad. 

La casa de Jungkook nunca había sido el lugar más cálido del mundo. Vivía junto a sus padres en el último piso de un moderno conjunto de departamentos bien ubicados en el centro de Busan, el piso era grande y bien amueblado, sin embargo, Jungkook nunca logró sentirse en casa. Las paredes blancas con cuadros decorativos carentes de historia y significado, los aparatos electrónicos invadiendo los espacios, era como si cada vez que llegaba a su casa después de la escuela cientos de ojos vacíos lo observaran.

Sus padres tampoco pasaban mucho tiempo por ahí, ambos eran médicos cirujanos y prácticamente vivían en el hospital, así que en la medida de lo posible evitaba estar en el departamento.

Ser estudiante de medicina tenía muchas desventajas, una de ellas era la falta de tiempo para tener una vida social. En esas cuestiones, los llamados "inconvenientes" para Jungkook solo significaban un problema menos con el cual lidiar: no personas, no casa agobiante.

De esta forma cada que su tiempo como universitario se terminaba caminaba hasta la biblioteca y se sentaba a leer hasta que una empleada le decía que ya era hora de cerrar. Entonces volvía caminando a su abrumadora casa, dormía tres horas y luego se preparaba para ir a la facultad.

Fue una tarde lluviosa de noviembre cuando encontró ese extraño libro en uno de los pasillos menos concurridos de la biblioteca. El objeto en cuestión se encontraba en muy mal estado, parte de su pasta estaba desprendida y el tiempo había teñido sus hojas de amarillo. A juzgar por el polvo acumulado Jungkook apostaría que nadie lo había abierto en años.

Una sensación rara le recorrió el cuerpo cuando leyó el título, como si algo dentro de su cabeza luchara por encenderse. Era una especie de deja vu, pero el recuerdo no existía.

Los vigilantes, ese era el nombre de aquel viejo libro.

Tenía veintidós años para entonces, estaba por recibirse de médico general para comenzar una especialidad. Había sido el más joven en terminar la carrera porque lo habían adelantado dos años.

Cuando la chica del mostrador fue a decirle que ya iban a cerrar Jungkook había leído tres cuartas partes del libro.

Esa noche tuvo el primer sueño.

(...)

—¿Psiquiatría? ¿Estás seguro, hijo? Hay muchas otras opciones.

—Nada que me guste lo suficiente.

Jungkook nunca fue un hijo rebelde, había crecido como el modelo ideal de chico perfecto: era un prodigio en la escuela, responsable, había ingresado a la mejor universidad del país y además era físicamente atractivo. Él solía escuchar a sus padres alardear sobre su excepcional promedio y los tantos elogios que recibía de sus profesores.

Era la primera vez que tomaba una decisión propia. Estaba cansado de ser la marioneta de sus padres.

—No va haber tantas oportunidades en esa especialidad, no aquí y lo sabes —su padre sonaba preocupado pero su voz nunca dejó de ser seria.

—Estoy bien con eso —respondió llevándose un pedazo de carne a la boca.

Estaban cenando juntos, por primera vez en meses. Era el cumpleaños de su madre.

ULTRAVIOLETA- KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora