D I E Z

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El castillo solía ser silencioso antes de la llegada de Jimin, se trataba de un silencio profundo, de esos que son difíciles de romper, de los que duelen. Era un silencio lleno de soledad.

Jungkook estaba seguro que incluso los animales que vivían a los alrededores habían hecho un pacto de silencio. Las aves jamás cantaron por las mañanas, ni los grillos por la noche.

El silencio rodeaba, a él y a su enorme castillo, como una bruma densa y melancólica.

El día que Jimin se detuvo frente a la puerta principal el silencio fue interrumpido por primera vez, por el sonido de un corazón latir.

Con un aura triste y solitaria, pero que había despertado en el chico de ojos violetas una fascinación que no tenia explicación.

Con Jimin en el castillo los días poco a poco comenzaron a tomar sentido. Salir por provisiones al pueblo, aprender a cocinar, lavar ropa, hacer la cama.

Jungkook aprendió por primera vez a vivir como un humano.

Sin embargo, los más importante fue que ese frágil humano le enseñó lo que es el cariño.

Jimin llegó y el silencio desapareció, pero el corazón del lindo chico sonaba triste, Jungkook jamás deseo con tanta fuerza poder ser un ángel para calmar su dolor, y era tan horroroso el pensamiento que se sentía asqueado de sí mismo.

Él odiaba a los ángeles.

Esas hermosas criaturas eran la maldad personificada, altaneros, soberbios, narcisista y promiscuos. Sumergidos en un ego tan grande que ni dios mismo pudo controlarlos. Gracias a las malas decisiones que ellos tomaron ahora él existía, sin darle una segunda elección, lo habían confinado a vivir atado a aquel castillo por el resto de la eternidad a pesar de que no fue culpa suya nacer.

Pero parecía que todos los años de soledad y desprecio no significaban nada cuando Jimin le sonreía, cuando le regalaba besos y lo abrazaba buscando confort.

Jimin era su hogar.

Jimin lo hacía sentir un poco menos monstruo, y un poquito más humano.

(...)

Su madre de llamaba Byul.

Entre los escasos recuerdos que aún conservaba de ella puede decir que tenía unos bellos ojos negros. Jungkook no tiene fotografías de nadie, cuando su madre dio a luz aun no existían las cámaras fotografías, así que se las ingenió para crear dibujos a base de los trozos de memoria que rondaban por su mente.

Cabello largo y oscuro, denso, como una interminable sábana negra y sedosa.

La madre de Jungkook se llamaba Byul porque había nacido una noche en que las estrellas brillaban con intensidad, hubo una en especial que resplandeció mas que las demás.

Esa estrella era su padre.

Byul cargó con su propia sentencia desde su nacimiento, igual que él.

Pasaron años para que Daniel y Byul se conocieran, y Jungkook sabe que la historia de sus padres es demasiado larga y demasiado trágica para ser contada. Su creación fue un error que intentaron corregir demasiado tarde.

Byul era una humana común y corriente, una chica de carácter fuerte y bonitos ojos negros. Daniel era un ángel de rango, demasiado obstinado y soñador. Ambos tuvieron la mala fortuna de encontrarse. También tuvieron la mala fortuna de terminar enamorándose.

Hay un tabú bastante célebre en el mundo de los ángeles, es como esos rumores que corren entre los callejones de un pueblo olvidado. Se dice que el amor es un cliché, se dice que el amor es la debilidad de los humanos. Su penitencia es sufrir cuando aman, y no hay otra forma de hacerlo que no sea por medio del dolor.

Byul lo supo, quizás demasiado tarde. Su madre no estuvo mucho tiempo a su lado, apenas unos años de su infancia, antes de que la soledad la consumiera, Jungkook trató de vivir como un niño normal en algún tiempo, pero un ser tan irreal no puede pasar desapercibido entre un montón de humanos por mucho tiempo. No cuando estaban tan acostumbrados a la cotidianeidad.

No recuerda mucho de esas épocas, quizás porque prefiere solo pensar que son un bonito sueño imposible. No siempre existió ese castillo, no siempre estuvo cautivo dentro de él. Originalmente vivía con su madre en una cabaña en el bosque, debido a su imagen deslumbrante era peligroso que los humanos no notaran, su madre lo supo desde el momento que vio sus ojos.

Jungkook era especial.

Entonces tomó una decisión, cuando el Nephilim tenía alrededor de cinco o seis años ambos se mudaron al castillo, por aquel tiempo era bastante difícil llevar una buena vida. Su madre comenzó a plantar flores en ese viejo invernadero, las cuidaba y vendía, de esa manera ambos sobrevivían.

Jungkook aun riega las flores de ese jardín cada día.

Pero no todo fue color rosa.

Conforme fue creciendo Jungkook comenzó a cambiar, y ya no eran solo sus peculiares ojos violáceos lo que lo hacia diferente. En su doceavo cumpleaños el chico despertó con dos marcas en la espalda.

Sus alas.

Sus alas comenzaban a crecer.

(...)

Jungkook no era un monstruo.

Solo se trataba de un chico incomprendido que fue juzgado por su mera existencia. Desde antes de poseer conciencia de sí mismo ya lo habían sentenciado.

Su propio padre fue su verdugo personal.

(...)

Jimin delineó la piel rosada que dibujaba dos grandes marcas en la espalda de Jungkook. Eran enormes y aterradoras, como si las hubiesen hecho con una vara al rojo vivo.

—Él es un monstruo ¿Cómo pudo hacerle eso a su propio hijo?

Quizás pueda parecer raro, Jimin actuaba con familiaridad, como si el hecho de que el chico de espaldas a él fuera un hibrido de ángel no resultara en algo extraño y fantástico. Algo demasiado increíble como para no dudar de su lucidez.

No estaba soñando, era real.

—No tenía otra opción, si no lo hacía nos matarían, a ambos. —respondió Jungkook y le lanzó una mirada sobre el hombro. Sus ojos violetas lucían apagados.

Jimin sintió el impulso repentino de abrazarlo.

—Debió ser muy duro estar tanto tiempo solo.

El nephilim se dio la vuelta y tomó su mano.

—Estas aquí ahora —entrelazó sus dedos y lo jaló con suavidad hasta provocar que sus cuerpos chocaran, Jimin se sonrojó— Esta bien pasar un poco de dolor si el final vale la pena.

Jungkook puso sus manos en sus mejillas, y dejó un beso en su frente antes de volver a hablar.

—Vales la penas cariño, no importa el pasado, tú existes en mi presente y sin duda has sido lo mejor que me ha pasado en toda mi vacía existencia.

Pero a veces no es suficiente solo manifestar palabras, porque el pasado fue, el presente es, pero el futuro, el futuro es aterrador.

Jungkook se había olvidado de un detalle.

Un detalle demasiado importante.

Y pagaría las consecuencias por ello. 

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ola jejej volví 

ULTRAVIOLETA- KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora