Capítulo 10

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—Muy bien, ya repartimos los quehaceres es hora de ponernos manos a la obra

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—Muy bien, ya repartimos los quehaceres es hora de ponernos manos a la obra. Cuanto antes terminen, más pronto nos vamos a la piscina —Expresa Alhina al mismo tiempo que da un aplauso —. Parejita, que queden bien limpios esos platos.

Se burla para después ir arriba a realizar lo que escogió.

—Si quieres yo puedo hacerlo. —Se ofrece Theo al ver como ella se estaba colocando los guantes.

—¿Crees que por ser princesa nunca he lavado un solo vaso? —Cuestiona levantando las cejas divertida.

El plan de hoy era fácil, ver que tan nervioso o que tanto le afectaba su cercanía al ojiazul a su lado. Alhina tenía un plan y era bueno, así que debía esforzarse para que hacerlo bien.

—No quiero ofenderte, pero creo que todos pensarían igual que yo —sonríe tomando su puesto como seca platos.

Alhena se acerca un poco, quedando a tan solo centímetros.

—Hay muchas cosas de mi que no sabes, Boo. Cuando quieras te las muestro. —Puede ver como el hecho de haberle dicho el apodo que usaba cuando estaban en una relación quiere robarle una sonrisa, pero la reprime. Lo que, si no pudo controlar, fue el brillo en ese par de zafiros al escucharla.

—Mejor hay que darnos prisa. —Aclara su garganta y desvía su mirada de aquella castaña.

La princesa sonríe al ver que su plan está funcionando. Comienza a lavar los trastes del desayuno y Theo secaba en silencio, pero pareciese como si estuviera teniendo una conversación consigo mismo.

En la mente del chico había un desorden. Tal y como en la escena de Bob Esponja donde aparecen un montos de mini Bobs y se comienza a incendiar y crear un revuelo enorme. Justamente eso estaba pasando en su cabeza, por mucho que lo negara, la castaña tenía mucho control sobre él, su cuerpo reacciona a ella de forma inmediata. Esta vez tuvo suerte de tener suficiente autocontrol y no dejarse llevar por las inmensas ganas que tenía de tomarle el rostro y besarla como si su vida terminara en el instante en el que se separaran.

Sabía que haber dicho que eran pareja iba a ser difícil, pero estar tan cerca de ella y no poder demostrarle todo lo que significaba para él era una vil tortura. Deseaba no tener que contenerse, pero para eso, tiene que estar seguro de que no la lastimará.

El silencio en el que ambos se encontraban fue interrumpido por el ringtone de un teléfono. Theo se apresura contestar.

—Hola. —Saluda —. ¡Ally! Me alegra que hayas llamado, sí, sé que ha pasado un tiempo. —Sonríe al teléfono y Alhena lo mira sorprendida —. Quisiera verte. Perdón sé que no nos hemos visto en más de un año. Ya sé, discúlpame, la última vez prometí muchas cosas y no las cumplí, pero el trabajo me demandaba mucho tiempo. Estoy consiente de lo que dices, pero por favor, quiero retomarlo lo antes posible. ¿Podría verte en unos días? —Toda la conversación que está escuchando no le dice nada, ni quién es ella, ni qué es lo que dejaron pendiente —. Muy bien, en cuanto termines de instalarte iré. Muchas gracias, Ally. Te veo después.

Un Perfecto Desastre (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora