Capitulo 5. Contrato

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***

    Aiyana siguió a Aki fuera de la habitación, lo alcanzó enseguida y tiró de su brazo para que volteara a verla. Él se apartó de su toque.

     —¿Qué te pasa?— cuestionó, molesta.

     —¿Qué me pasa? Le diste al demonio de la oscuridad el poder de hacer lo único que no podía...

     —¿Qué? ¿Acaso eres nuevo en esto? El contrato solo se realizará cuando esté conmigo, fuera de ello el demonio no tiene nada más...bueno quizá...

    —¿Le diste algo más?— preguntó alarmado.

     —Por supuesto, ¿crees que hacer un contrato con ese demonio es fácil?

      —¿Qué más le diste?

     Aiyana tomó aire antes de responder.
    —No acepté ese trato en un principio— aseguró—, me pareció estúpido que solo consiguiera tener visión en la oscuridad y perder mi vista normal, eso no me seria de ayuda para pelear. Así que estaba por marcharme, cuando me entregó las katanas.

     Aki se le quedó viendo, después a su espalda, como si hasta ese momento apenas se hubiera percatado de que no llevaba sus armas.

     —En realidad no fueron parte del trato, me dijo que eran un obsequio— continuó diciendo ella—, pero que si no hacíamos un trato, se las llevaría. Así que me quedé, y propuso que, cuando hubiera suficiente oscuridad, además de yo recuperar mi vista para poder pelear, el me daría su fuerza para usar las katanas, o bueno, parte de su fuerza.

     —¿Cómo que su fuerza?

     —Su...verás, no es fácil ultilizar esas katanas, tocarlas incluso, es como si congelara tus manos, como si cien pequeñas agujas perforaran tu piel— podía sentir eso cada segundo del día en sus manos, ya estaba acostumbrada a ello—, así que, en oscuridad él las maneja por mí, yo no debo hacer nada más que acercarme al demonio ya que de mi cuerpo yo me hago responsable.

     —Entonces, te dio las katanas, el poder de usarlas y vista en la oscuridad a cambio de él ver en la luz...

     —Y a cambio de diez años de vida— acompletó ella. Y por fin tuvo una reacción que era de esperarse por parte de Aki.

     —¿Cómo...? Tú...— comenzó a balbucear, después tomó un corto suspiro para controlar aquello— Dijiste que tu vida pertenecía al demonio de las deudas y...

     —Y lo hace, pero él estaba aferrado a matarme a la edad en que mi madre murió, así que sí, tenía la edad para hacerlo...o algo así.

     —Pero...

     —Sí, lo hice en contra del demonio, y pagué por ello.

     Dicho eso, Aiyana desabotonó sus camisa lo suficiente para dejar a la vista su abdomen, en donde una gran cicatriz atravesaba su costado, ésta había comenzado a tornarse gris con el pasar de los años, nunca cicatrizado por completo como castigo.

     —Él demonio de la oscuridad también se molestó, pues no tomó los años hasta que cerramos contrato, y obviamente le molestó saber que, aunque eran mis años, técnicamente ya no me pertenecían, así que obtuve su poder ofreciendo algo de alguien más.

EFÍMERO | AKI Y TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora