Aki había aprovechado su día libre para salir a comprar la despensa, pidió a Aiyana que lo acompañara pero ésta se había negado, así que al final terminó yendo solo, y aún todo el tiempo se lo pasó pensando en ella.
Ya pasaba más de un mes de su tiempo como compañeros, se había acostumbrado a su presencia, pero eso no había hecho que dejara de pensar en ella, al contrario. Y Aki no podía entender el porqué; quizá era la constante curiosidad que le generaba la chica, o quizá solo la necesidad de sentirse como alguien normal...tal vez era su propio subconsciente intentando lo que Himeno decía querer para él en esas cartas que la hermana de ésta le dio: una vida normal. Una vida en la que no se arriegaba saliendo a cazar demonios todos los días, donde su principal meta en la vida no fuera la venganza, donde cualquier día pudiera ser el último...una vida en la que pudiera enamorarse sin sentir que aquello era un sentimiento tan ajeno como la misma felicidad.
Pero esa no era su vida, y no lo sería nunca.Quizá había sido buena idea que Aiyana no lo acompañara, o se hubiera pasado el tiempo igual que como lo había hecho esos últimos dias: viéndola y deseando para ella una vida igual de normal que lo que Himeno la había deseado para él. Quería verla así, verla en la monotonía que le daría, quizá, un trabajo en oficina; verla usar ropa normal por la calle, no el uniforme de los devil hunters; ver sus ojos a la luz de sol...
Pero esa tampoco era la vida de ella, y, por lo que sabía, no lo iba a hacer nunca.
》Tomó diez años de mi vida《 la voz de Aiyana sonó en su cabeza.
No le había preguntado aún si sabía con exactitud cuánto tiempo de vida le quedaba, porque sabía que, al averiguarlo se vería obligado a contarle sobre él, ya había tenido suerte en que no le hiciera preguntas; aunque, cada que él le hacía una a ella, podía ver su intención de regresarla. Quizá algún día hablaría con ella y le contaría todo. Quizá algún día, pero no ese, porque cuando llegó a casa Aiyana no estaba por ningún lado, pero estaba alguien más.***
Aiyana sabía que debió dejar tan siquiera una nota para Aki, para que éste no se preocupara, pero lo olvidó por completo. Había asegurado a su compañero que no saldría, pero Makima le llamó para hacerle saber que tenía un trabajo para ella en una bodega abandonada a las afueras de la ciudad.
Se fue en metro, se bajaría en la última estación y después caminaria otro gran tramo...lo más probable era que llegara al anochecer, lo cual era lo mejor considerando la oscuridad.
Pero había algo que no le daba buena espina: Makima parecía haberse alegrado de que Aki no estaba al momento que tomó la llamada. Y Aiyana ya había aprendido que, si algo hacía feliz a Makima, era porque tramaba algo y todo apuntaba a su favor.Y aun a pesar de ello, no podía pensar más que el hecho de que esperaba que Aki no se preocupara; y en que si la llevaban a casa en coche podría llegar a tiempo para cenar con él.
Cómo pensó, llegó a tan solo pocos minutos para que el sol se terminara de ocultar.
***
Denji se pasó todo el camino hablando sobre cómo el había ido únicamente al apartamento para robar algo de la nevera de Aki, esto al ver que a Aiyana en la estación del metro subiendo a uno que se dirigía a afueras de la ciudad y dejandolo a él acercarse. Aki solo agradecía que Power no hubiera ido con él.
Después de saber sobre la estación, Aki apenas se recordaba llamado a Kurose para pedir saber que había sucedido con Aiyana, y éste le había dicho sobre el trabajo que le asignaron a su compañera, justo después de recalcar que tuvo suerte de que Makima no dejara dicho que la infomacion era confidencial, ya que de esa forma no le hubiera podido decir nada al respecto; después de ello le pidió un auto, cosa a la que tampoco se negó. Y por supuesto que Denji se apuntó al viaje, porque no, Aki no lo había arrastrado a ningún lado, pero tampoco quiso perder tiempo en convencerlo de salir del auto.
El Sol se estaba comenzando a ocultar y Aki, conduciendo sin saber con exactitud qué hacía, no podía estar más que preocupado porque el demonio del futuro por fin le había dado otro vistazo al futuro de Aiyana: solo estaba ella en una habitación oscura, parecía aterrada, y solo lo veía a él, con sus ojos café perfectamente claros en la oscuridad.
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EFÍMERO | AKI Y TÚ
Hayran KurguAki Hayakawa planeaba seguir con lo poco que le quedaba de vida como lo había hecho hasta el momento: buscando matar al demonio pistola. La muerte de Himeno no había cambiado eso, al contrario, solo le había dado más ira. Y entonces, una chica...