Paula
Habían pasado nueve meses, nueve meses de aquel desastre. Aquel día donde casi lo pierdo todo, sufrí una desastrosa caída que casi provoca la pérdida de mi embarazo, pero por suerte, no fue así. Pedri estuvo muy al pendiente de mi, no me permitía hacer nada que conllevase levantarme del sofá. Hoy me encontraba sola en casa, esperando a que volviera de su entrenamiento hasta que un dolor interno comenzó a atormentarme.
- Mierda. —dije notando la inmensa humedad que se había hecho notoria entre mis piernas, había roto aguas—
📞Llamada telefónica📞
- ¿Amor?Necesito que vengas, ya.-
- ¿Pasa algo?
- ¿Estás bien?Ya viene, el bebé ya viene.-
Pude escuchar como gritó un "¿CÓMO?" salir de su voz desde el otro lado del teléfono, me colgó y en apenas menos 10 minutos ya estaba aquí así que al parecer ya estaba llegando antes de que lo llamara.
- ¿Estás bien, te duele? —preguntó acercándose rápidamente a mi cuando entró—
- Si, duele. —dije respirando de forma acelerada y comenzando a sudar—
- Déjame que coja las cosas y nos vamos. —subió a la habitación y cogió el bolso que habíamos preparado días antes por si ocurría esta situación en cualquier momento, llevaba tanto ropa de bebé como ropa para mi—
- Pepi, duele mucho. —dije apretando los labios mientras seguía respirando acelerada—
- Pasará pronto morena, confía en mí. —hizo que me apoyara sobre él y me llevó hacia el coche, dejó las cosas en el maletero y subió para empezar a conducir de forma rápida pero cuidadosa mientras yo avisaba a todos—
Fue un camino hacia el hospital lleno de suspiros y pequeños gruñidos de dolor por mi parte, al llegar me sentaron en una silla de ruindad y me subieron a una habitación en la que sólo podíamos estar Pedri y yo.
- Tranquila morena, todo saldrá bien. —dijo el apartándome el pelo de la cara mientras dejaba besos suaves sobre mi mejilla-
- Duele mucho. —murmuré quejándome mientas agarraba con fuerza las sábanas de la cama—
- Lo se, y me fastidia no poder ayudarte. —chasqueó la lengua y puso su mano libre sobre mi abdomen inflamado por los nueve meses de embarazo—
- Con que estés conmigo es suficiente. —le sonreí como pude y él me besó—
Tras horas de dilatación por fin me llevaron a la sala de partos, yo estaba muy adolorida y Pedri muy nervioso. Me hacía preguntas para distraerme pero el dolor era totalmente insoportable, hasta creo que se le contagiaron los nervios al doctor.
- ¿Qué crees que será? —me preguntó—
- No lose, pero le voy a querer igual. —ambos habíamos decidido no saber el sexo del bebé hasta el nacimiento porque para nosotros desde el día del accidente era importante la salud del bebé, nada más—
- Estoy totalmente de acuerdo, pero no me disgustaría que sea un niño. —ambos reímos levemente, la idea de que fuese un niño le tenía con la cabeza loca—
- Lamento interrumpir, pero necesito que empieces a empujar Marta. —dijo el doctor—
- Vamos morena, ya está cerca. —me dijo Pedri mientras mis nervios aumentaban—
Comencé a empujar y seguir las instrucciones que el doctor me daba, en algún que otro momento soltaba un pequeño quejido por el dolor. Hasta que un llanto, el llanto más bonito que he escuchado en mi vida inundó la habitación.
- ¿Ya está aquí? —dije exhausta echando la cabeza hacia atrás al notar una liberación en mi interior—
- Si, cariño. Ya está aquí. —dijo Pedri llorando debido a la emoción mientras el doctor cortaba el cordón umbilical—
- Enhorabuena, es un niño precioso. —dijo el doctor sonriendo mientras envolvía al bebé en una especie de sábana y se lo entregaba a Pedri, el cual no dejaba de llorar provocando que llorara yo también—
Y efectivamente era un niño precioso, y por desgracia para Pedri, el bebé era igual a Ferrán. Ambos estuvimos llorando durante un rato mirando al pequeño Izan, intentando asimilar la idea de que nos acabábamos de convertir en padres. Las visitas llegaron y podría decir que el suelo se llenó de babas cuando vieron al niño, los padres y hermano de Pedri junto con Ferrán eran un paño de lágrimas mientras que Gavi discutía con los demás jugadores del equipo por asumir que él sería el tío más querido por Iker en un futuro. Tras unas horas volvimos a quedarnos los tres solos en la habitación que nos habían asignado tras el parto, estábamos llenos de felicidad y emoción porque habíamos logrado lo que tanto soñábamos en el pasado.
- Morena, te amo. —dijo mientras sujetaba al bebé entre sus brazos y lo mecía—
- Pepi, yo también. —dije sonriendo mirando la imagen del amor de mi vida con nuestro hijo en brazos—
Y todo, gracias a un balonazo.
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Un amor por casualidad.
Fiksi PenggemarSe conocen de la forma más inesperada y una amistad repentina que ella hace con la novia de uno de sus mejores amigos consigue unirlos. Ambos con un pasado; - El nunca se enamoró de nadie y no tiene interés por hacerlo. - A ella la traicionaron de l...