La única verdad.

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Pedri

Seguía parado en el mismo sitio intentando que Paula recuperase una respiración tranquila, la llevé hasta el coche y conduje hasta un lugar apartado, aparqué y me senté en los asientos de atrás con ella.

- Paula, tranquilízate. —dije apartando los mechones de pelo de su cara—

- Ha vuelto. —dijo ella por fin, la miré extrañado ante lo que dijo—

- ¿Quién ha vuelto? —me acerqué— Nadie te hará daño, te lo aseguro. —me miró no muy convencida pero asintió lentamente—

- Mi padre, ha vuelto a mi vida después de mucho tiempo. —tragó y me miró de una forma que me rompió por dentro— No quiero verle Pepi, porfavor.

La abracé inmediatamente, no sabía el motivo por el cual no quería ver a su padre pero tampoco la iba a obligar a verlo y a Ferrán tampoco.

- Estas conmigo, solo vas a verme a mi. —susurré aún teniéndola abrazada a mi y ella asintió ya más tranquila— ¿Quieres contármelo tú esta vez?

—asintió— El engañó a mi madre durante años, tenía una doble vida. Tuvo a Ferrán con esa mujer mientras le hacía creer a mi madre que aún era pronto para tener hijos, y yo llegué de rebote.

Cada cosa que decía era peor que la anterior, la miraba con pena pero lo peor era que no había terminado de contármelo todo.

- Cuando se enteró de que mi madre estaba embarazada, huyó con esa mujer y Ferrán a Valencia. Nos abandonó y ahora ambos quieren recuperar el tiempo perdido. —me miró comenzando a llorar de nuevo— Pero han pasado 19 años. Esa es la única verdad.

- No harás nada que no quieras, y nadie te hará nada mientras yo esté a tu lado. —dije acariciando su mejilla con mi dedo pulgar— ¿De acuerdo?

—asintió y me dio un corto beso en los labios a lo que yo sonreí— Vámonos a tu casa, por favor.

Asentí y ambos nos pusimos en los asientos de delante, mantuve mi mano sobre su muslo mientras conducía.

- ¿Quieres venir al partido contra el Valencia? —dije mirándola de reojo—

- No tengo entrada, y ya no creo que queden. —alzó los hombros—

- Eso no es problema, morena. —sonreí y escuché como soltaba una risita—

Llegamos a mi casa, ni loco iba a llevarla a la suya. Bajamos del coche y entramos en casa, dejando a la vista a un Fer medio dormido en el sofá y un Gavi preocupado, ese parece que no tiene casa.

- Por Dios, ¿estáis bien? —preguntó mientras nos miraba ansioso—

- Ahora un poco mejor. —dijo Paula sonriéndole, que sonrisa joder—

- Ve a mi habitación y descansa, no has pasado un buen rato. —dije mirando a Paula y besé su frente—

- ¿No vienes conmigo? —dijo ella mirándome como un perrito abandonado—

- Entonces no descansarás. —ambos reímos mientras Gavi nos miraba mientras iba a la cocina, le indiqué donde estaba mi habitación y fue, fui también a la cocina—

Un amor por casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora