Takemichi.
—Hayes, no. Takemichi.
¿Qué coño me pasa? Aquí estaba él, mi objetivo, alcanzando su espalda y apuntándome con un arma, y yo estaba empalmado y preocupado por el olor de mi aliento.
—¡Tú, tú eres el tipo del café! —gritó Haruchiyo, con la voz entrecortada. El arma temblaba tanto en su empuñadura que podría dispararme por accidente.
O a propósito.
—¿Te acuerdas de mí? —Era bueno en mi trabajo porque nadie me reconocía, pero aquí estaba, una semana entera después de apenas echar un vistazo, y me había reconocido antes de que me quitara el casco por completo.
Haruchiyo frunció un poco el ceño. No le gustó mi reacción, o mejor dicho, mi falta de reacción. Lentamente levanté las manos, donde él pudo ver que yo estaba armado con nada más que un casco y un puñado de dinero, y con un dedo alcancé y bajé su arma para apuntar al suelo.
—Debes tener cuidado con esa cosa. Alguien podría resultar herido. Como yo. —Ahora que su arma no estaba apuntando a mí, mi asesino interior me instó a seguir adelante. Mátalo. Toma el arma y dispárale. Balancea el casco y aplasta su cráneo.
—¡Shh! —dije.
—¿Qué? —Haruchiyo estaba cada vez más confundido por mi comportamiento.
—Lo siento, no estaba hablando contigo.
—Oh... ¿estás escuchando voces? —sus ojos se movieron por la habitación como si hubiera alguien más aquí con nosotros. Su agarre de la pistola se apretó.
No había renunciado a la idea de dispararme. Pero en vez de preocuparme por mi vida, una imagen pasó por mi cabeza, de su apretado agarre alrededor de mi pene en vez de la pistola.
—Mierda —murmuré, frotándome una mano en la cara.
—¿Estás drogado?
Negué con la cabeza para aclarar mis pensamientos, pero cuando respiré profundamente, me golpeó un aroma embriagador de especias que me rodeó. ¿Lo hice mojarse para mí? Apenas pude contener mi gemido. Necesitaba salir de aquí rápidamente.
—Lo siento —me encontré disculpándome, pero ni siquiera estaba seguro de por qué. No podía decirle, “Lo siento, voy a matarte ahora” No cuando todavía tenía un arma, y, si fuera honesto conmigo mismo, y tampoco mientras no estuviera de humor para matarlo—. Yo... no quise asustarte. Soy nuevo en el vecindario. Nuevo en el trabajo. No soy... bueno con la gente. —No era una mentira.
La incertidumbre cruzaba sus rasgos, y odiaba haberle hecho dudar de sí mismo. Sus instintos le gritaban que yo era una amenaza, que necesitaba protegerse.
Mientras tanto, mostré mi más encantadora sonrisa y me encogí de hombros.
Sus ojos se entrecerraron, y su mirada se arrastró a lo largo de mi cuerpo. Juré que podía sentir esa mirada tan intensamente como si estuviera usando sus manos. Se detuvo, sus ojos se dirigieron a mi entrepierna, y supe exactamente lo que estaba viendo. Su escrutinio no hizo nada para aliviar la presión de mis jeans demasiado ajustados; de hecho, si acaso, me resultó más difícil al saber que estaba comprobando lo que yo tenía para ofrecer.
—Lo siento, supongo que exageré —dijo finalmente Haruchiyo, aclarando su garganta y arrastrando sus ojos de vuelta a mi cara. Resistí el impulso de mirar hacia abajo para ver si lo afectaba de la misma manera. Metió la pistola en su bolsillo trasero, aunque de mala gana.
—¿Estás bromeando? Me decepcionaría que un omega que vive solo no tuviera un arma. Eso es... ¿si eres soltero? —lo añadí al final, encubriendo el hecho de que sabía muy bien que lo era. Ahora sonaba como si estuviera coqueteando con él.
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𝗌𝖺𝗏𝖺𝗀𝖾 𝗅𝗈𝗏𝖾 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝘀𝗮𝗻𝘇𝘂
FanfictionNo existen los cuentos de hadas hasta que no hay un "felices para siempre". Cuando el jefe de la mafia Akashi Ryuu muere, su hijo, Omega Haruchiyo, sabe que ha llegado el momento de cambiar. Sólo porque todos los negocios de la mafia siempre han sid...