veinte

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Takemichi.

Dolor.

El dolor era lo más importante en mi mente cuando mis ojos se abrieron. Era devorador, sentí que me quemaba vivo desde adentro hacia afuera. Mis ojos se clavaron en la luna, flotando sobre mí, brillando plateada contra el cielo negro.

¿Por qué estaba fuera?
Inspiré profundamente llenando mis pulmones, el aire olía a una especia familiar, y una tos sacudió mi cuerpo, trayendo consigo una nueva ola de dolor.

—Mierda —murmuré, tratando de envolver mis brazos a mi alrededor para contener la agonía.

—¿Takemichi? —dijo una voz temblorosa—. ¡Estás vivo!

—Haruchiyo. —Su rostro apareció por encima de mí, eclipsando la luna. Había huellas húmedas a través de la mugre en sus mejillas, y cuando se inclinó para salpicar mi rostro con besos, pude saborear las lágrimas saladas en sus labios.

Su toque rompió el muro de dolor y la realidad se estrelló contra mí como una avalancha. El bosque se llenó de luces intermitentes y se acercaron más sirenas.

Voces que gritaban iban y venían a través del pequeño claro. Y sobre nosotros colgaba esa luna perfecta, un único punto de paz en todo el caos.

Apreté la mano de Haruchiyo firmemente en la mía.

—¿El bebé?

—El bebé está... bien —dijo en voz baja. Estaba inclinado, sus brazos envueltos protectoramente alrededor de su vientre.

—¿Y tú? ¿Estás bien? —Mis ojos recorrieron la longitud de su cuerpo, buscando alguna herida.

—Creo que deberíamos preocuparnos por ti primero, ¿no es así? Te han disparado... tu corazón se paró, Takemichi. —La mirada en sus ojos hablaba de miedo y angustia. Pasó sus dedos por mi cara como si confirmara que yo era real—. Pensé que estabas muerto, pensé...

—Estoy bien, de verdad —le aseguré. No necesitaba saber del dolor que me quemaba el cuerpo. Servía como un recordatorio de que respiraba, mi corazón latía —. Gracias a ti. —Levanté la mano, con el brazo tan pesado como el plomo, y le pasé un dedo por la mejilla para secarle las lágrimas.

Vi a Kstashi parada a un lado, vigilando los arrestos que se estaban realizando.
Le pregunté:

—¿Y los agentes? ¿Lo lograron todos?

—Hekima está herida... Es… Espero que salga bien.

Haruchiyo se negó a irse de mi lado cuando llegaron los paramédicos. Me subieron a una camilla y me llevaron por el bosque hasta donde estaba aparcada la ambulancia a lo largo del arcén del camino de grava.

—Yo también voy —dijo Haruchiyo firmemente mientras me cargaban en la parte trasera.

Katashi se acercó a su lado y le ofreció una mano hacia el interior de la ambulancia, y su rostro se contrajo en una máscara de dolor.

—Mi amor, por favor, no tienes que venir aquí conmigo. Estaré bien, viaja en un coche con Katashi. —Katashi asintió con la cabeza, confirmando que podíallevarlo.

—Uhh, no, creo que sería mejor si voy contigo... es, eh, una pequeña emergencia.

—No, cariño, han controlado la hemorragia. Solo necesito algunos puntos.

Nada de vida o muerte. Sinceramente esperaba no estar mintiendo. Era insoportable, pero comparado con el dolor de cuando pensé que iba a perder a Haruchiyo, no era algo que no pudiera manejar.

Haruchiyo se sentó a mi lado y me dio un apretón en la mano. Me miró a mí y luego al paramédico al otro lado de la camilla.

—Quise decir por mí. Estoy en labor de parto. Este bebé viene rápido. Necesitamos llegar al hospital.

𝗌𝖺𝗏𝖺𝗀𝖾 𝗅𝗈𝗏𝖾 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝘀𝗮𝗻𝘇𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora