La arriesgada chica que convivía piel a piel con las carreras comenzaba a estar en un grave peligro. Su amigo Huening Kai era consciente de ello y sin dudarlo se lanzó al ruedo para cuidar de ella pero, ¿Qué pasaba con su fiel amigo SooBin? ¿Correrí...
Había pasado toda la tarde hablando con Huening Kai. De un tema pasaba a otro y era algo que me fascinaba de hablar con él, que no había tema del que no opinara. Hacíamos bromas cada vez que podíamos por mis meteduras de pata en mi forma de hablar, a veces era algo torpe y cambiaba el orden de las letras o las palabras.
Cada dos minutos revisaba mi teléfono para ver si tenía alguna notificación por su parte, pero poco a poco comenzó a tardar más en responder y yo ya había perdido parte del interés en la conversación. Miré la hora y entendí por qué había comenzado a ausentarse: se nos había ido el día al completo hablando y había olvidado la hora en la que vivía.
Tenía una pequeña sonrisa en el rostro sin poder evitarlo, aquel chico me parecía verdaderamente adorable, tenía un aire de inocencia digno de estudiante de intercambio y la forma tan tierna en la que hablaba de todo me hacía reflexionar sobre la manera en la que él lo veía todo.
No podía sacar de mi cabeza su tierna imagen tomando helado, imagen algo distorsionada por la presencia de cierta persona que no podía evitar. No es que ella me cayera mal, no. Ni siquiera la conocía para saber si me caía bien o no, pero la atención de Huening Kai se dirigía a ella, haciéndome sentir algo apartado y sobrante. Recordar aquella sensación me revolvía el estómago y me dejaba una mala sensación, un sabor agrio de boca.
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Tendido en mi cama, apenas intercambiando un mensaje cada quince minutos con Huening Kai, una llamada irrumpió en mi teléfono, haciéndome sobresaltar al ver las horas que eran y de quién era la llamada, pues eventualmente era del chico con el que estaba hablando. Su respiración se escuchaba agitada y su voz temblorosa.
—SooBin, discúlpame por las horas... De verdad. ¿Tú tenías carné de conducir, verdad? —Am... Sí, claro, ¿necesitas ir a algún lado? —Al hospital.
Me incorporé rápidamente, poniéndome en pie con nerviosismo. ¿Le pasaba algo? Iba a salir en pijama mismo para ir a recogerle y llevarlo, lo haría sin problema. Coloqué mi teléfono entre mi oreja y mi hombro y me acerqué al armario, abriendo este.
—¿Necesitas ir? ¿Qué te ha pasado? ¿Es algo grave? —Verás... Yo estoy bien, pero ______me ha llamado, ella sí está allí. No sé que está pasando pero no quiero ir solo.
Por un lado entendía su gran preocupación, por otra me sentía únicamente utilizado como un taxi. Suspiré dejando escapar todo aire de angustia y elegí mi ropa al azar, cómoda, indiferente y casi diría herido.
—Bien, en apenas diez minutos estoy allí, Kai.
Ni siquiera esperó dos segundos más y colgó, a veces se me olvidaba que él no veía nada más allá de sus ojos. Me vestí revisando la hora cada tanto, era verdaderamente tarde y era más que obvia la preocupación en cuanto escuché su voz, pero yo también me sentía cansado. Bajé las escaleras, tomando las llaves que tenía colgadas en la pared del zaguán y salí en dirección al coche, arrancando este mientras le pedía la ubicación a Huening Kai, la cual no tardó en enviarme.
Conduje hasta su casa, encontrándolo fuera, esperando mientras tiritaba de frío. Le abrí la puerta desde dentro y en cuanto entró, prendí el aire acondicionado en caliente para ayudarle a entrar en calor.
—SooBin, gracias por esto, de verdad. No tengo palabras o gestos de agradecimiento suficientes para esto que estás haciendo por mí. Yo de veras no sé qué pasa, me ha llamado alterada diciendo que estaba en el hospital y que me necesitaba. Ella dice que está bien pero mi pecho no se quedaba tranquilo sin verla.
Yo asentí sin dar ninguna respuesta, apenas me acababa de dar cuenta de que el mundo de Huening Kai giraba en torno a ______, sin embargo el mío comenzaba a girar en torno a él. No es que me hubiera enamorado ni mucho menos, por supuesto que no, pero había algo en él que lo hacía atractivo, que me hacía fijar mi vista en él y quería sentirme de su interés. La primera excusa que se me vino a la mente fue "la novedad", es decir, que Kai por ser la novedad de la univesidad, de la clase y mi nueva amistad, me hacía sentir atraído, por otra parte... Únicamente debía verle mirar por la ventana con su aguileña y sutil nariz y algo revoloteaba en mi pecho, algo confuso que yo solía llamar atracción, seducción.
Me sentía confuso, tan confuso que quise convencerme a mí mismo que la opción verdadera era la primera, la novedad, eso era. Me sentía atraído por lo nuevo como la mayoría de los humanos hacían.
