23.- Polvo estelar

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Spider tenía aún en brazos a Neteyam, eran las doce de la tarde, desde que llegó, velaba por el sueño de su amor no correspondído, Lo'ak ya le había pedido muchas veces por mensaje de texto que se durmiera de cuenta nueva, pero era terco e ignoraba tales peticiones. Neteyam sentía seguridad, fuerza y ánimos, su amigo de casi toda la vida estaba ahí, sólo que sin saber que él de cabellos cortos sacrificó parte de su descanso por él.

—S-Spider... —Neteyam se levantaba y abría un poco sus ojos.

—Dormilón... Son las doce, y aún dormías, en serio has estado pasando malos ratos... —dijo con pena.

—Ao'nung está mal, y aunque trato de tener fuerzas, algo me dice que este sufrir volverá más pesado si no hago algo... —se levantó suave de los brazos de Spider.

El otro se quedó en la cama, aún con el calor del Sully en sus brazos, sonrió de lado, porque sentía que lo tenía cerca, del modo que le gustaría si fuesen pareja claro está, en los suspiros y pasos que alejaban a Neteyam de él, hacían el suelo tan frío que obligó al moreno a ponerse sus pantuflas para bajar a darse una ducha y lavarse esa cara. Tenía algo más de fuerzas ese día.

—Hermano, te he dejado un poco de huevos con tocino y algo de fruta en otro tazón en la mesa, Tsireya me ha dejado las cosas para preparar, ha ido a casa de sus padres que la llamaron. —habló Lo'ak.

—Ya veo, no tengo mucha hambre, pero igual comeré para que pienses que soy el mejor hermano. Jajaja. —rió, tratando Neteyam de suavizar todo.

Lo'ak vió que su hermano se sentó a comer, él lavaba los trates sucios que usó, al lado de la mesita cerca de él, estaba su celular que le dejaba ver en la bandeja los mensajes que le llegaban, casa contacto tenía un tono especial, sonó el de su novia y vió el mensaje rápido. El mensaje decía que Ao'nung estaba en casa y que ya salió de prisión.

—¡¿Qué?! —casi casi dejaba caer el aparato.

—¿Qué pasa tonto?, estás más esquizofrenico que ayer. —Neteyam regañó, se levantó y quiso quitar el cel de su hermano.

—¡No es nada Nete! —le quitaba el teléfono a su hermano, pero vió el otro el mensaje.

Cuando leyó que Ao'nung salió de prisión, le tiró el teléfono a Lo'ak, y con la pijama puesta, se puso un abrigo encima, corriendo a la salida con sus zapatos disparejos del descuido que tenía con ellos últimamente, insulso el conductor del taxi en el que se subió, lo miraba como si fuese un loquito que recién escapó de una clínica.

—¡Sí, sí estoy loco señor, muerdo mucho! —se metía en el papel.

—¡Waaa!, ¡hemos llegado, bajese, no me debe nada! —rogaba el señor.

Neteyam se bajó del taxi, y en trastabillos, abrió la puerta de la casa Metkayina, apartando a Ronal, a Tonowari, y a Tsireya, yendo a los brazos de Ao'nung que de nada más verlo, lo cargó en sus brazos, tirándose al suelo y diciendose palabras de amor.

—¡Ao, Ao, Ao, Aoooo! —Neteyam besaba al más alto.

—¡Váyanse todos! —Ao'nung les dijo a los presentes en lo que besaba a su pareja.

Quería estár sólo con él, quería volver a abrazarlo, no le importaba si incluso el presidente había llegado o si Zeus los veía, el amor que estaba en el cuerpo de los dos pedía salir, que sudaran el olor de la paz y extrañeza, el lazo rojo que se acortó para poder unir esos labios que ya estaban rojos del ir de un beso a otro. Ellos eran el hogar del otro, eran su lugar secreto, a salvo de las garras de los enfermos que los quisieran separar.

—Mi vida, mi cielo, mi bebé, mi Neteyam, te juro que... ¡Dios te extrañé tanto! —sujetaba la carita del moreno en las suyas.

—Si esto es un sueño, quiero soñar para siempre Ao, ¡te esperé tanto, tanto que valió la pena, cada día, cada segundo! —unió su frente con la del Metkayina.

Neytiri los veía fuera de la casa, y con esos mísmos ojos de ternura, miró a Jake, a Tonowari, Ronal y Tsireya, ellos asintieron calmados, en lo que procedía a que unos organizadores envolvieran el patio entero con flores lilas, azules y blancas, parecían copitos de nieve frágiles.

El Sully que seguía dentro, avisó a Ao'nung que unas luces se encendieron debajo de ellos, y Ao'nung, con calma, se levantó de donde estaban tumbados, tomando de la mano a su novio para dirigirlo a dónde las luces indicaban, al patio.

Las flores abundantes, rodeaban el patio que tenía en el centro una manta de pic nic, con una comida sencilla y demás cosas, Ao'nung invitó a Neteyam a sentarse, dándole en la boca una fresa con chocolate.

—Ao'nung... ¿Por qué es todo esto...? —masticaba el alimento.

—¿Te gusta? —dijo meloso.

—Sí, me gusta, pero me gustaría más si me respondes. —Neteyam le dió ahora un bocado a Ao'nung.

El Metkayina, tragó grueso, pues en su mano derecha, detrás de él, una cajita de gamusa se asomaba un poco por querer salir, entre esas enormes manos que se sabía que estaban las de Neteyam, el último mencionado, no entendía por más que le pensaba, pero estaba bien, para todo había una primera vez, y desde los enormes traumas, era normal estár algo bloqueado.

—Neteyam... Mí Neteyam, si hay algo más que no tiene remedio que la muerte, es el amor que te tengo. —se levantó un poco—. Las duras pruebas que te dije una vez de niños que iba a superar, pues las superé, pensando siempre que ambos seríamos amigos eternos, haciendo idioteces, eso hasta que tu partida tan inesperada llegó, y no sabía que estaba dejando ir al amor de mi vida... —se apoyó en una pierna y sacó la cajita—. Mirarte, besarte, acariciarte, esa dicha de tenernos, es la grata rueda que gira día a día para que mi corazón te diga que te amo, que te amo y lo manifiesto en mis canciones, que sin saber... Son todas para ti... Neteyam Sully... ¿Quieres casarte conmigo? —le enseñó un anillo amarillo como sus ojos, y perfecto como el portador.

Ambas familias grababan aquél momento, con los snif snif de ambas madres, ellas pasaron por esa emoción, y a juzgar por la cara de Neteyam, notaban que diría que sí, Tonowari y Jake ya hasta decidían quién se iba a quedar con ciertas partes de la compañía, de cómo se iba a llamar su nieto si es que ambos jóvenes decidían adoptar.

—Lo siento Ao'nung... Pero no... —contestó Neteyam.

Impactados, gritaron un <<¡¿Queee?!>>, no era que Neteyam no quisiera casarse, claro que quería, pero algo no estaba bien, faltaba algo por decir, y se lo haría saber a su pareja.

—Ao'nung... No me puedo casar contigo hasta que yo te diga lo que siento... Yo, desde que supe el amor que te tengo, juré que te haría feliz, y sé que esa felicidad no depende de mí, pero podemos trabajarla juntas, yo sé lo que quiero, y sé que sabes lo que quieres, soñé tanto con casarme algún día, tan cursi soy que una vez me dijeron que me casaría contigo y lo negaba, pero ahora veo que esas son señales, son avisos, no es permiso de la vida, y estoy tan feliz de ellos, y ahora sí Ao'nung... ¡Sí me quiero casar contigo! —sonrió mucho.

Le puso el anillo a su novio, con el aire de nuevo en sus pulmones. Unos aplausos vinieron de algún lado, eran Tsireya y Tuk que no evitaron abrazarlos de la alegría, querían de una vez ser las damas de honor del moreno, y sus madre decían en coro que era la hora de ver las telas e invitaciones de todo, Lo'ak y Spider que llegaron, le dieron una palmada en la espalda a Ao'nung, aportando que habían temas qué tocar, el andar de sus vidas estaba retomado, y no existían quejas de nada, les podían gritar cosas de lo orgullosos que estaba de los dos, si antes fué un mal comienzo, ahora era la etapa fuerte de las cosas horrorosas de esta historia, una boda se debía preparar, manos a la obra con ambas familias se ha dicho.

Ambas familias, mejores y peores cuando querían, vaya que esa unión cambió todo.

Unos labios sabor a cerezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora