21.- Punzada

321 42 15
                                    

El peligro y el miedo son dos cosas vitales para la supervivencia humana, tocando membranas sensibles que nos hacen huir, o si es necesario, enfrentar las cosas o situaciones por más miedo que tengamos, y eso era valiente de quien viniera.

Ao'nung estaba con esa incomodidad de que olvidaba algo, la paleta que le robó a Neteyam no le quitaba el tic en su pierna, apretando un poco el acelerador del carro sin querer, esperando a la luz verde para pasar, pero en verdad que sentía que algo no andaba bien.

Sí, era algo que se le quedaba, si iba a ir a tocar, tenía que portar su púa para la guitarra, aquella que le dió su amado novio. Dió la vuelta para regresar a casa, pensando en las notas a transmitir, las pistas que me dejó Rotxo estaban bien hechas, y cuanto antes pudiera, lo quería felicitar.

Se bajó del carro, y estaba metiendo las llaves de la puerta al cerrojo, pero una maceta salió por una ventana del segundo piso, rompiendola, Neteyam estaba en peligro.

—¡Neteyam! —subió rápido al cuarto de los dos.

Una melodía horrible de lamentos le hacía el paso algo pesado, como un dolor que le decía que no entrara a la recamara, su respiración parecía de una persecución, pero fué valiente, y abrió la puerta.

Neteyam estaba en el suelo desmayado, con algo de sangre en su cabeza, luchaba por levantarse, pero Norm que era el agresor, le impedía hacerlo, lo iba a violar.

Satanás se apoderó de su cuerpo, afilando sus colmillos y cerrando con seguro cualquier salida, para que quedarán sólo él y Norm, se tronó los dedos en puño, tronó su cuello y con la guitarra que tenía, golpeó la cara de Norm. El rubio no vio venir nada de eso, porque estaba centrado en su presa que yacía en el suelo.

—¡¡¡TE VOY A MATAR!!! —Ao'nung no dejaba de golpearlo en la cara hasta que su guitarra se rompió.

—¡¡¡ATRÉVETE HIJO DE PUTA!!! —Norm lo provocaba más con el poco aguante que tenía.

Bingo, lo tenía. Ao'nung con el cuerpo hirviendo, arrastró a Norm hasta el baño y arremetió su cara en el lava manos, era pequeño, pero le rasgó la cara, dejándolo irreconocible.

Ahora quien era detenido, era Ao'nung, por un cuerpo más pequeño, Neteyam había despertado, debía detenerlo, o estarían en problemas legales, o más bien, ya lo estaban los dos, una patrulla de policía sonaba afuera de la casa, escuchando la pareja unas corridas subir, Norm respiraba poco, una hemorragia en su cara no se detenía y Ao'nung, nada más se dejó esposar.

—¡¡¡Ao'nung!!! —gritó Neteyam—. ¡Policía, no se lo lleve!

—Lo siento, él es un agresor, y hasta que no veamos más de cerca la escena y no hayan testigos que digan su versión, no podemos hacer nada más que llevarnos a su novio. —el policía llevó a Norm y a Neteyam a una ambulancia.

Una intravenosa pasaba con ardor en las venas de Neteyam, quejándose de que no necesitaba ya nada de eso, la sutura que le hizo el médico le daba igual, estaba por ser dado de alta por fuga; el Sully quería ver a Ao'nung, era horrendo haber regresado a ese lugar del que hace poco salió.

—¡Doctor no podemos sostenerlo, el sedante no hace nada! —un enfermero trataba de sostener a Neteyam.

Cuando el doctor estaba por volver a indicar algo más, Neteyam empujó a todos, saliendo con su ropa llena de sangre y con dolor de cabeza a la estación de policía. La adrenalina se le estaba acabando, emitiendo su cerebro una cefalea tremenda desde su lóbulo occipital hasta los ojos.

La gente aterrorizada le abría paso, en serio que nunca vieron algo así, dejaba fluidos detrás suyo, pero le valía, unos temblores lo tambaleaban, y así llegó a su destino.

Unos labios sabor a cerezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora