10.- Código rojo

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Neteyam aprendía rápido cuando era Ao'nung era quien le enseñaba con afán, su voz se le quedaba grabada en la mente con el orden que debía manejar todo, usando hasta una púa que se consiguió el mísmo día que compraron el bajo, qué satisfacción sentía al componer ya su primera canción que era la de "estrellita", que le valiera a Lo'ak (su hermano que lo llegó a molestar) que fuera una canción infantil, su hermano menor ni una escoba agarraba.

—Nete, recuerda sujetarla bien, tú dominas el instrumento, no él a tí. —Ao'nung se puso detrás de él y le compuso la correa del bajo.

—Tú lo dices porque llevas años, pero si te digo que camines a como yo lo hago y con botas de tacón alto, parecerías Bambi. —rió burlón.

—Ponme a prueba un día, te aseguro que podré.

—Con esos piesotes ni tú te llevas el paso jajajaja. —Lo'ak siguió el juego.

—Calla, sólo Nete me puede molestar. —le dió un empujoncito amistoso a Lo'ak.

—A ver, demuestrame qué tan bien tocas tú, no te he oído tocar, ¿perteneces a alguna banda?

—Hermano, eso no se pregunta, sé más discreto. —riñó Neteyam.

Metkayina, con valentía, se colgó la guitarra eléctrica, y usaba la púa que su querido le dió, no lo olvidaba, esa púa no era como las demás, tenía una pequeña magia que juraba que sentía, la comparó mil y unas veces, con ese objeto llegaba a notas altas y su voz mejoró mucho, agradecido con Neteyam andaba.

Lo'ak concentró su oído, y Ao'nung tocó a todo lo que daba, hacía movimientos, caminaba fuera de su sitio, se arrodillaba e interpretaba Dream on de Aerosmith, el aire lo sacaba desde el fondo de su estómago, sin flaquear o acongojarse en ningún minuto, todo de corrido. Su padre podía verse como el cruel de toda su vida, pero sin esa ansiedad o ganas de ser libre que le ocasionaba, no hubiese tenido las ganas de ser cantante.

—Dream on... Dream on... Dream on... Dream on... Dream on... Dream on... Dream on... ¡Ooooooaaaahhhhh! —su voz se agudizó al final.

Por todo lo que es real y que es sagrado, ¿esa era su capacidad?, la voz, su voz, no sonó tan aguda nunca, ¿y por qué ahora sí?, su púa era de la suerte sin duda, o era eso o Neteyam, una superación increíble que nunca se vio, la persona que imitaba esa nota alta ya no estaba en ese mundo, y que el fuera el otro que llegara a eso, no tenía precio.

—¡Lo oyeron!, ¡sé que lo oyeron!, ¡nunca canté a ese volúmen, joder! —lanzó la guitarra a un sofá y tomó a Neteyam de su rostro, besando sus dos mejillas, sin ver que Lo'ak seguía ahí.

—Ah, no, yo no quiero beso —hizo una x con sus brazos—, pero me van a contar lo que pasa entre ustedes, andan muy raros, ya hasta viven juntos y todo. —alzó una ceja.

—¡Nada! —respondieron los dos, separándose rápido y mirando al suelo en lados opuestos.

Lo bueno era que Lo'ak era de tardar en comprender, en realidad no tenía ciencia, sólo era atracción que había entre Neteyam Y Ao'nung, pero no le daban desarrollo a ello... Aún.

La vergüenza, aquella se que mostraba en un sentimiento y expresión de cuando te pillan haciendo algo, fuese malo o no, la tenían en toda sus caras. Era algo curioso que Ao'nung, que decía que no tenía prefierencias por los hombres, ahora fuera así con uno solo, esas manos que lo levantaron por el aire, ese cuerpo firme que toco, se sentían tan suyas, y tan de él. Si Lo'ak pensaba mal de ellos aunque fuese un chiste, estaba bien.

No todos debían interpretar las situaciones o afrontarlas a como lo haría Ao'nung o Neteyam.

Un halago maravilloso tenía que hacer el sully mayor, el Sully menor, demostraba su respeto con un dedo pulgar arriba, y Metkayina de ojos azules, los miraba con aquel color que recorría en el agua cristalina de los mejores mares del mundo, que se llevaban y arrasaban con lo que tuvieran enfrente, dejando huella.

Unos labios sabor a cerezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora