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En un reino lejano, Aziraphale queda al cuidado de su madrastra tras la muerte de su padre; el rey. Es un joven lleno de bondad y hermosura, no se espera qué esas cualidades le traigan problemas de gente que quiere apagar la l...
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Una mañana Aziraphale se despertó antes que todos para hacer el desayuno, preparando huevos revueltos, jamón, pan tostado y café, la diferencia es que el pan era se ricas semillas de centeno y condimentado con tomate, el huevo sazonado con especias y el café con algo de canela, era bueno haberse criado en una cocina real y que los gustos de la reina fueran algo exquisitos (y los suyos), aunque extrañaba la alta cocina de la realeza, sabía que no podía pedir mucho y hacía lo que podía con lo que tenía.
-Huele muy bien.- El primero en bajar fue Ligur, quien se sentó a devorar su desayuno.
-No esta mal, para ser un príncipe.- Refunfuño Hastur, aunque Azi sonrió para sus adentros cuando vio en su mirada que era tan orgulloso que se reusaba a darle un cumplido.
No había tardado mucho en ver a este grupo de magos exiliados como otra familia, en lugar de sus empleadores que le permitían comida y techo a cambio de limpieza y cocina. Podía notar que siempre estaban ocupados, así que no los culpaba del todo que la casa fuera un desastre la mayoría de las veces.
Y aunque tuvo cierto recelo a raíz de que todos fueran Alfas (menos Dagon), al final el uso de supresores por parte de ambas partes lograba mantener a raya cualquier alboroto que las feromonas pudieran ocasionar, aunque no podía evitar que el aroma de Crowley le llamara la atención. De hecho se dedicaban miradas de reojo cuando desayunaban, los demás se reían de ellos como si pensaran que nadie más podía notarlos.
Al finalizar el desayuno, Aziraphale salió para barrer las hojas que se acumulaban en la entrada mientras entonaba una canción para pasar el rato, sin saber que Crowley lo miraba desde la ventana.
-Si quieres puedo traer un cubo, así tu príncipe soñado no tendrá que trapear la baba que estas dejando.- Se burló Beelzebub.
-No molestes, solo estaba viendo a la nada en su dirección.-
-Si, bastante conveniente para por fin ponerte a pensar.- Le dio unos coscorrones.- A pesar de que tu padre te mando lejos, me encomendó que no te metieras en problemas.-
-Mejor dicho, que no le causara problemas.- Bufó molesto.
-Mira, lo que sea que pase por tu cabeza con ese príncipe Omega, olvídalo. Es una gran persona, pero la reina nos tendrá con un blanco en su espalda, no podemos arriesgar que nos expulse de su reino también. Incluso corremos un riesgo dejando solo que se quede.- Advirtió, esta vez más serio.
