22. Amé, amo y amaré

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Dumbledore ayudaba a Aurora a mejorar sus poderes y a hacerla a ella misma más fuerte

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Dumbledore ayudaba a Aurora a mejorar sus poderes y a hacerla a ella misma más fuerte. James admitía que estaba preocupado por Aurora. Era la que más entrenaba y la que más se esforzaba. Llegaba siempre una hora antes a los entrenamientos y se iba una hora después. Era solo una chica de catorce años: le preocupaba lo que pudiera pasarle.

Tenía tanta precisión como un pianista al tocar las teclas de un piano. Orden en sus movimientos. Era como si hubiese aprendido a pelear con magia y sin ella en poco más de tres meses. Medía a la perfección cada gesto.

James no era el único que me asombraba al verla. Remus parecía completamente aterrado. Decía que era como ver madurar a su pequeña niña antes de tiempo.

Y Sirius. El rostro de Sirius no tenía precio. Era como ver a la persona que amas al borde de la muerte.

Tras mucho insistir, Aurora accedió a salir de la Sala de Duelos un fin de semana para ir a Hogsmeade con los Merodeadores. Sus amigos se sentían más aliviados.

—¿Segura que estás bien? —le preguntó James a su hermana—. Siempre estás ausente o entrenando. Empiezo a echarte de menos, ya no hacemos ninguna broma.

—Lo sé, es solo que no quiero que pase nada malo —admitió—. Pero sé que las guerras son algo inevitable hoy en día.

—Una guerra que ganaremos sin duda —sonrió Sirius—. Siempre que tú estés en nuestro equipo.

—No lo dudes, pulgoso —contestó ella.

—Y capturaremos el momento —sonrió Remus, apuntando a todos lados con su nueva cámara de fotos, la cual le habían regalado en su cumpleaños.

Entraron en el local de Las Tres Escobas. Se sentaron en su mesa habitual y pidieron unas cervezas de mantequilla. Reían y bromeaba como quien no quiere la cosa cuando James se percató de algo.

—Aurora —dijo James—. ¿Esa chica es Sabina?

Miraron a una mesa frente a ellos. Una chica de cabello oscuro estaba sentada junto a un chico de cabello castaño. Y ese chico no era otro que Barty Crouch jr.

—No sabía que Regulus y Sabina lo habían dejado —dijo Remus.

—No lo han hecho —sonrió Aurora maliciosamente—. Los vi besándose en la Sala Común antes de venir.

Sin perder un solo segundo, Remus sacó una foto instantánea de aquel momento. Se la tendió a Aurora en cuanto esta fue revelada y ella sonrió. Solo podía pensar en las ganas que tenía de restregársela a Regulus por la cara.

El camino hasta Hogwarts se hizo súper corto imaginando la cara de idiota de Regulus Black. Aurora sonreía, por dentro y por fuera. Estaba eufórica. Para ella era una venganza. Dulce y muy esperada.

Fueron directamente a la sala común de Slytherin. Severus y Lucius hablaban tranquilamente. Narcissa estudiaba en un sillón. Y Regulus leía El Profeta como si nada.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora