30. Ver la muerte

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El suelo se tiñó

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El suelo se tiñó. Todo era gris. James buscó a Lily por todas partes. Todo parecía desaparecer en aquel horrible momento. Lily, Aurora y, por un solo segundo, Remus.

Finalmente, dio con Lily. Iba a correr hasta ella, pero se le cruzó alguien por delante. Le tiró al suelo y le apuntó con su varita. Sabina Maddox se hallaba ante James con sus ojos oscuros e inexpresivos lanzándole una mirada llena de odio. Su cabello negro le revoloteaba alrededor de su rostro.

James se giró para coger su varita instintivamente, pero alguien se le adelantó y lanzó un Crucio. Sabina cayó al suelo dándole tiempo de escapar. Miró a su derecha...

...Aurora...

Corrió hasta su hermano rápido, todo lo rápido que pudo. Se arrodilló a su lado. Sonrió y le abrazó fuerte, muy fuerte, durante unos segundos. Así, sin decir ni una sola palabra, se levantó y le tendió la mano a su hermano para levantarlo.

Llevaba su cetro de luz y estaba sucia y ensangrentada. Sus botas estaban manchadas de barro y su pelo enredado y suelto.

—¿Dónde has estado? —le exigió saber James—. ¿Sabes lo preocupado que he estado por ti?

—¿Y yo por ti? —se defendió—. He estado buscando a Regulus.

—Pues déjalo, es un traidor. Todos lo vimos llegar con los Mortífagos —expliqué.

—No, James, es un Mortífago infiltrado, estuve con él hace unas cuantas horas. Huí y a él le encomendaron buscarme y llevarme hasta Voldemort.

—¡Pues te estaba buscando! Y no digas ese nombre.

—Temerle al nombre es temer al hombre.

—¡Exacto!

—Escucha, dile a Sirius que estoy bien, tengo que encontrar a Reggie antes que Sabina o sus padres.

Aurora no dejó opinar a James; ni siquiera le dio tiempo a hablar. Se marchó antes de que pudiese decir nada. Lo dejó ahí, de pie, solo. James volvió en sí un parpadeo después. Volvió a correr de un lado a otro lanzando hechizos a todo Mortífago que encontrara.

•••

Se extendió de repente un fuego por todo su alrededor. En ese momento Lily, Alice y Frank intentaban defenderse de un grupo de diez u once Mortífagos. James lanzó un montón de hechizos a todo aquel que considerase «enemigo».

Lily corrió hacia él y le abrazó. Sentía que su rostro y sus manos estaban helados. Miró a sí novio con una sonrisa optimista en los momentos más duros.

—¿Estás bien? —preguntó el chicos.

—Sí —jadeó—. ¿Y tú?

—Relativamente bien —contestó con voz entrecortada—. Escucha... te quiero, ¿vale? Todo está... no muy bien, pero... pero saldrá bien, ¿si? Te lo prometo.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora