50. La verdad sale a la luz

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No iban bien, nada bien

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No iban bien, nada bien. Severus Snape se acercaba a Sirius Black de forma amenazante, apuntándolo con su varita hasta el punto de tenerla en el cuello. Le miró como si fuese su trofeo, como un triunfo.

"Hijo de puta, no vas a arruinar mis planes", pensó Sirius.

—Remus —dijo Snape—, te olvidaste de tomar tu poción, así que fui a llevarte una copa. Vi sobre tu mesa cierto mapa. Me trajo muchos recuerdos del pasado. Te vi corriendo por el pasadizo.

—Severus... —musitó él.

—Dumbledore estaba convencido de que eras inofensivo —dijo Severus—. Ahora verá como dos de sus viejos alumnos van a Azkaban por alta traición.

—¿De verdad vale la pena enviar a un hombre inocente a Azkaban por una pelea de colegiales? —soltó Remus.

—¿Crees que ella te lo perdonaría? —le dijo Sirius, y Snape lo miró—. Sé lo mucho que aprecias a Aurora. Sé que es tu amiga y un gran apoyo. Y sé que no quieres creer que yo sea inocente —intentó alejarse de la varita—. ¿Piensas que te perdonará que me alejes de ella?

—Aurora es inteligente, pero no lo suficiente —dijo él—. Tal vez hubiese sido mejor que, durante todos estos años que ha estado luchando contra los Mortífagos contra Regulus, te hubiese engañado con él. ¿Te imaginas volver a verla junto a él y con un hijo de los dos?

—¡Cierra la boca! —gritó Sirius furioso.

—Habría dado un brazo por ser yo el que te capturase —susurró Snape—. Creo que, por primera vez en la vida, comparto la opinión de Potter: no es seguro para Aurora que te acerques a ella.

—James lo intentó —recordó Sirius, mirando a Harry a los ojos—. James no quería que mirase siquiera a Aurora, pero no lo logró. No quería a su princesita con un mujeriego estúpido como yo. Pero cambié. Cada vez que la miraba a los ojos deseaba ser el mejor amigo, el protector, el guardián de ella. La amé, la amo y siempre la amaré. No puedes hacer nada, Severus.

—¡EXPELLIARMUS! —gritó Harry de repente. Severus salió volando y atravesó la pared de en frente. Luego, apuntó a Sirius y a Remus—. Háblame de Peter Pettigrew.

—Pensamos que era un amigo —dijo Remus con voz rápida y temblorosa—. Iba con nosotros al colegio. En la guerra mágica lo vimos en el bando del Señor Oscuro, pero vino a nosotros meses después diciendo que solo se unió por la maldición Imperio.

—Pensé que era de fiar —contestó Sirius—. Lo vigilé de cerca aquella noche de Halloween. Cuando no lo encontré en su guarida, volví a casa... y encontré a tus padres... y ni rastro de Hillary...

—Ron —dijo Remus—, dame la rata, la obligaremos a transformarse. Si es una rata de verdad, no sufrirá ningún daño. Si es Peter, se transformará en humano.

El muchacho pelirrojo cedió y le dio el animal a Remus. Sirius miró furioso a la rata. Por su culpa lo habían perdido todo. Remus la tiró al suelo al mismo tiempo que lanzaba el hechizo. La rata comenzó a correr hasta un agujero en la pared. Quiso huir por ahí, pero cuando intentó escapar, aumentó de tamaño.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora