34. La Profecía

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—Te he visto bastante estresada estos días —afirmó Sirius—

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—Te he visto bastante estresada estos días —afirmó Sirius—. ¿Has dormido bien?

—No, la verdad —admitió Aurora, caminando a su lado—. He querido ayudar a Lily en todo desde el punto de que nadie salvo yo se levante del sofá. Me levanto temprano y me acuesto tarde. —Bostezó repentinamente—. James insiste en que descanse y le dé a él algo que hacer, pero lo ignoro.

—No, deberías, Aurora, gastas mucha energía al invocar predicciones y no esperar a que lleguen solas. Quiero que duermas tus 8 horas. No, mejor 10.

—Agradezco que te preocupes por mí, amor, pero...

—No quiero peros, Aurora, quiero despertar y ver que aún estás a mi lado.

—Está bien, Sirius, te obedeceré —dijo al fin.

Sirius sonrió victorioso e hizo que diera una vuelta sobre sí misma. Se paró frente a Aurora, permitiéndose a sí mismo dejar que se hundiera en sus preciosos ojos. Eran de un azul cielo intenso. Eran el cielo, su cielo. Y lo hacían resaltar sus largas, voluminosas y oscuras pestañas.

Involuntariamente, se fue acercando a ella. Estaban a centímetros. Sentían sus respiraciones aceleradas y podían oír los latidos de sus corazones.

—Sirius, prométeme algo —le pidió en un susurro—. Prométeme que esto jamás terminará. Que seremos tú y yo para siempre.

—Hasta que mi corazón deje de latir, pequeña —susurró.

Sirius acortó la distancia para unir sus labios. Los de ella eran deliciosos y adictivos, sabían a cereza. Su mano bajó hasta la parte baja de su cintura. La que aún sujetaba su mano, se dirigió a su cuello para acercarla a él y profundizar el beso. Ella jugueteaba con su cabello.

Se separaron un poco. Se miraron. Ella le sonrió dulcemente. Sirius sabía que ella era la única persona que podía destruirle con solo palabras. Pero, si algún día moría, esperaba que fuera por amor. Y que fuese de ella de quien estuviera enamorado...

—Hagamos una cosa —dijo él—. Vámonos de viaje.

—¿De viaje?

—Sí, en verano. Vámonos, démonos un tiempo a nosotros.

—No lo sé. Tal y como están las cosas... ¡y con Lily...!

—Vamos, mi amor. Vayamos a donde tú quieras y el tiempo que quieras, pero vámonos.

•••

París. Una de las ciudades más famosas del mundo. Y el lugar al que Aurora y Sirius se irían de vacaciones ese verano. Todo preparado; maletas hechas. Lo que esta chica necesitaba eran unas buenas vacaciones.

El invocar visiones sobre el bebé había tenido a Aurora mareada y exhausta. Sirius quería que se fueran lo antes posibles y durante todo el tiempo que pudieran.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora