Ante la insolencia de la joven, el Creador de inmediato expulsaba lejos a Erendi, dejando libre algo de su poder. Para otro Creador, esta cantidad de poder, era apenas un pellizco, para un General, un golpe que lo doblaría de dolor, pero para alguien como Erendi, era un golpe fatal.
Marcus preocupado corría hacia la dirección en que salía proyectada la pelinegra, teniendo tiempo para poder recibirla en sus brazos, y en cuanto esta cayó y sentía el peso de su cuerpo, comenzaba a examinarla de arriba a abajo, buscando lesiones graves y asegurándose de que su corazón aún latiera; milagrosamente, Erendi estaba viva y solo con algunos rasguños en su cuerpo.
—¿¡Cómo osas tocarme mujer!? —el Creador estaba lleno de rabia—. Eres una simple humana—, al parecer el Creador sabía que su poder no mataría a Erendi—. ¡No te atrevas a hacerlo de nuevo! —amenazó.
Erendi abría los ojos y miraba el rostro de Marcus quien se mantuvo serio, pero su mirada mostraba preocupación. Ella bajaba de los brazos del General, tragaba saliva, entendiendo que debía de enfrentar al Creador aunque no tuviera la posibilidad de ganar. Algo la obligaba a estar en ese lugar, algo le susurraba que debía actuar; la piedra dorada le suplicaba que la liberara de la posesión de aquel Creador.
—Muchas veces pensé que mi vida no tenía un propósito —Erendi se sinceró con Marcus compartiendo algo de su vida, al ser la única persona a su alrededor—, que si yo no hubiera nacido, mi familia estaría mejor, y mi madre podría haber disfrutado su juventud ,en vez de trabajar como esclava para cubrir mis necesidades—, esto era algo que debía decir, algo que había traído atorado en su ser—. Ella no lo menciono, pero cada vez que le miré su rostro, pude notar arrepentimiento. Una frase silenciosa que decía "arruinaste mi vida" —suspiró, un suspiro bastante profundo lleno de dolor—, tal vez mi vida en ese lugar fue la consecuencia de ser quien ustedes dicen que soy, y por eso allá me fue peor.
Y aunque el momento parecía emotivo, el Creador Oscuro no tenía la paciencia para ver como se desarrollaba el drama.
—¡Sigue interviniendo Legionario y estas muerto! —amenazó al ver como salvó a la joven de estrellarse—. Veo que te has ablandado con el tiempo Legionario—, se veía asqueado por la escena—, se supone que eras mi mejor General al que todos temían, y ahora te pareces a "ese" Generalucho del Reino Demonai—. Al parecer eso era un insulto bastante fuerte para Marcus.
Pudimos notar como el rostro de Marcus se llenaba de ira. Como sus fosas nasales se abrían por la furia, y su pecho subía y bajaba de manera irregular. Quien sea ese General Demonai, hacía que Marcus se sintiera pisoteado.
—¡Que grosero es, para ser un dios! —de nuevo Erendi no controlaba sus emociones y palabras—, eso... —señalaba el cuello del Creador armada con el valor que le fue posible—, que cuelga en su cuello me pertenece—. El pelinegro se notó divertido y su risa maquiavélica dijo lo que pensaba—. ¡Exijo me lo devuelva! —trato de sonar segura y autoritaria.
Al ver como el Creador arqueaba su ceja y fruncía el ceño, Erendi se hizo preguntar por que había dicho eso. Era un Creador, un dios, no podía ordenarle, pero algo muy profundo le obligó exigirlo.
—¡Que linda y graciosa eres ternurita! —era obvia la reacción del Creador—, al parecer no mides las consecuencias de tus palabras y me tomas por alguien a tu nivel—. Amenazaba...
El Creador ya estaba perdiendo la paciencia.
—No vuelvo a repetirlo Creador —Erendi no se dejó intimidar—, ¡devuélvame lo que es mío! —ordenó altiva y enérgicamente.
—No me digas—. Las palabras del Creador hacían que esta vez Erendi se estremeciera de terror.
El Dios de la Oscuridad ya no se veía pasivo. Erendi lo había provocado de la peor manera que nadie se había atrevido a hacer. Ordenes, exigencias, le había levantado la voz y se atrevía a mirarlo de frente.
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Á R T I C A (En Progreso)
FantasíaErendi era una chica normal, pero como muchos ,su vida no era aquella que siempre espero, a diario sentía un vació interior que no podía llenar, ¿pero por qué? Cada noche, Erendi miraba en su ventana, o se sentaba en la acera de su hogar a observ...