👑CAPITULO 3. EL BOSQUE MRAK👑

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Erendi había sufrido una caída muy aparatosa, donde su integridad física estaba en juego. A su alrededor no existía la forma de poder ayudarle, ya que se encontraba a mitad de un bosque que pocas veces era transitado, debido a las leyendas que rondaban el lugar.

Se decía que criaturas mortíferas habitaban en las profundidades, entre ellos, una bestia sanguinaria carnívora, llamado el Lobo Ancestral. Se le atribuía a este ser todo tipo de actos, desde la desaparición de personas, hasta la devastación de reinos; pero nadie había sido testigo de ello.

La pobre Erendi se encontraba en el Bosque Mrak, un enorme bosque de penumbra infinita, donde, desde la caída del Reino Demonai, una sombra de miedo cubría el lugar, logrando que los caminos fueran abandonados, y de este modo, pasara a ser un lugar de historias de terror.

El bosque Mrak era el más extenso de Ártica, frecuentado por un denso grupo de criaturas fantásticas, seres pequeños parecidos a los gnomos de su mundo. Troles, seres de gran estatura y de complexión corpulenta, de piel azulada, con la capacidad de transportarse en una bruma negriazul, de un punto a otro en instantes, y a los que para nada dañaba el sol . Brujas, una combinación de grito Banshie, lo sexosa de una Succubus y el encanto elemental de una Elfa, pero su forma era un misterio, cada par de ojos veía algo diferente cuando se topaba con una de ellas. Criaturas sombrías, seres carnívoros muy veloces, con una enorme sed de sangre; con formas animales y humanoides, con apariencia noble o muy aterradora.

Este conjunto de seres, daba un ambiente al Bosque Mrak, de un sitio peligroso para ciudadanos comunes.

El bosque contenía paisajes desoladores, un ambiente nostálgico y decadente que a la vez, era bello para corazones dolidos. Con una extraña flora y fauna, que se camuflaba con la oscuridad del lugar, pero de ninguna manera esto, hacía que tuvieran una apariencia horrible.


El misterio del bosque provocaba que algunas veces, pudieras notar grandes sombras negras, con ojos brillantes en un rojo carmesí y en un amarillo verdoso. Los cuales siempre, observaban y vigilaban a sus presas, esperando la hora de ir por ellas. Se escuchaban susurros, palabras innentendibles aparentemente, pero al ponerles atención, funcionaban como cánticos hipnóticos, que llevaban a los que se atrevían a entrar, a lo más profundo del lugar, donde eran devorados por criaturas que nunca se dejaban ver, pero siempre se encontraban restos de lo que alguna vez fueron esos cuerpos. Los enormes árboles de copas en hojas negras, evitaban la filtración de los rayos del sol en gran cantidad, dando como resultado, un ecosistema misterioso, donde los arbustos de color grisáceo, parecían tener vida al moverse continuamente del lugar; causando que pudieras confundirte y perderte fácilmente.

En este lugar, la mayoría de sus pobladores se guiaban a través del sonido y el olfato, por lo que si tú dependías de la vista, no te servía de nada.

La pobre Erendi seguía inconsciente, ignorante del destino que le esperaba si permanecía mas tiempo en este lugar. La sangre que había derramado por sus heridas, se convirtió en una potente invitación para aquellas criaturas que dependían de otro ser para sobrevivir, no tardarían en encontrarla, arrastrarla a su guarida, o devorarla aún estando viva.

Sin embargo, pareciera que el nuevo mundo donde Erendi había caído, quisiera otro destino para ella, que su aparición tenía un propósito especial, que su vida aún no podía terminar. El césped de color azul y toda la vegetación alrededor, comenzaba a brillar como hace mucho no lo hacía en ese lugar, el resplandor era tal, que aquella luz azul neón podía notarse a la lejanía, llamando la atención de un grupo de hombres bandidos, que acababan de saquear un pueblo cercano.

Aquellos hombres, regidos por su ambición, decidían adentrarse a aquel bosque, advertido de lo podría sucederles, pero su codicia era poderosa, y más, cuando un resplandor así no se presentaba desde que las dos soberanas, de los reinos más poderosos, habían obtenido la gracia del Creador de cada uno de sus reinos. Por lo que el resplandor que miraban, era indicio de que algo, o alguien, había sido bendecido por los propios Dioses, y por lo tanto, tenía un gran valor.

Á R T I C A (En Progreso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora