CAPÍTULO 1 | Una nueva vida

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Para entender el desarrollo de la historia, se recomienda leer la sinopsis. <3

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En el seno de una familia bien acomodada nació un uno de septiembre de mil novecientos noventa y cinco un joven. Fue un parto rápido, aquí y allí siempre decían que las prisas eran buenas. Además, no es que a nadie le sobrara el tiempo, bien más preciado y más escaso entre la población.

Y así fue creciendo este joven, con las prisas en una mano y la velocidad en otra. Juntas habían formado una rapidez mental pero un cuerpo lento. No faltaba día de su vida en que se le tuviera que apurar para que se vistiera, comiera o hiciera cualquier otra necesidad.

«No nos da tiempo, tenemos prisa», se excusaban sus padres.

Él, con sus cuatro años cumplidos, no lograba entender el porqué de esas bullas incesantes. Despreocupado y aventurero, se tomaba su tiempo en investigar los alrededores de su casa y en reflexionar sobre sus decisiones, aunque no tuviera la madurez de un adulto.

¡Si tan solo se preocuparan un minuto por él! A decir verdad, ¿cuánto supone al día un minuto? Una pequeñez, tan pequeña que nadie estaba dispuesta a pagarla. Tan pequeña que la dedicaban a un no tengo tiempo antes que a un abrazo o a un cuento.

La gente se moría por enfermedades, asesinatos o accidentes, pero nunca por falta de tiempo. ¿Qué más daba dormir cinco minutos menos si los aprovechabas con tu familia? ¿Acaso supondrían algo tan grave como para preocuparse? Tal vez no, pero aparentemente esa sería la mejor de enseñar a sus hijos cómo era la vida: sin tiempo libre. Trabajo y prisas, prisas y trabajo. Aportar o ser apartado. Correr o ser atropellado por los corredores.

El mundo gira y no deja de girar, por lo que la gente corre y no deja de correr. Una lógica algo extraña pero con sentido para la mayoría de personas o, mejor dicho, para la mayoría de adultos.

Porque no era así para los niños, no para aquel niño que nació a la velocidad de la luz para ahorrar tiempo. Él creía que a veces había que parar y reponer fuerzas, aunque ello supusiese quedarse algo atrás de los demás.

Y así, enfadado con la vida que le había tocado, se fue a buscar con tan solo ocho años a alguien que tuviera más tiempo del que disponían sus ocupados padres.

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