Final alternativo

9 4 3
                                    

Nota: Este final alternativo se desarrolla a partir del capítulo ocho y suponiendo que el epílogo no tuviera lugar. Dicho esto, que disfrutéis la lectura.

----------------

Cuando se despertó de su extenso letargo, se dio cuenta de que podía pensar por su cuenta, y a juzgar por la oscuridad del cielo, había pasado la hora en la que ellos tendrían el control de su cuerpo.

Se tocó la muñeca derecha. No había nada, ni en esa ni en la izquierda. ¿Había muerto? ¿Había sido todo un sueño? No, todo había sido demasiado real como para serlo. Era imposible que todo hubiera sido un sueño. Miró a sus alrededores, no quedaba ninguna de sus pertenencias, aunque supuso que se habrían roto la mayoría. Se acercó a un árbol que tenía en la base su manta. Había un mensaje escrito en el tronco, y decía lo siguiente:

«ME HE QUEDADO TU RELOJ. DEBERÍAS
HABERLO VIGILADO MEJOR. TAMBIÉN ME
HE ADUEÑADO DE TUS OTRAS COSAS,
PRINGADO, AUNQUE ME GUSTA SOBRE
TODO EL RELOJ. AL FIN DEJARÉ DE SER
UN PERDEDOR Y SERÉ ALGUIEN».

La nota no estaba firmada, pero se imaginaba quién podría haberla escrito. Un niño que lo hubiera encontrado desmayado y no tuviera su propio reloj, atraído por el brillo del suyo, o del antes suyo y ahora del niño. No importaba mucho, ese niño no va a dejar de ser un perdedor porque va a perder todo lo que lo hacía diferente. Va a perder el control de su vida.

Fue nuestro protagonista caminando por el bosque hasta que dio a parar con un estanque. Vio su reflejo en el agua a la luz de la luna como pudo. Tenía varias magulladuras en la cara y en el cuerpo, pero seguía siendo él mismo. Eso era la bueno.

Como era de noche y no encontraría a nadie, siguió su travesía. Anduvo y anduvo, tanto que llegó a salir el sol. Y ni con esas frenó su camino, porque necesitaba encontrar un campamento, un algo. Necesitaba comida. Tenía hambre y sed. Para su fortuna, encontró un grupo de tiendas de campaña, algo raídas por el tiempo pero que no parecían abandonadas. Fue corriendo hasta allí moviendo los brazos, y llegó a escasos metros de las tiendas. Estaba a punto de entrar en el campamento cuando se le interpuso algo -o mejor dicho alguien- en su camino, haciendo que tropezara y cayera hacia atrás.

Era un chico lo que había hecho que tropezara, uno con cara de pocos amigos. Era alto, le sacaría al menos una cabeza y media al protagonista. Llevaba una pistola en la mano con la que lo apuntaba. Se fijó también en una cicatriz que le iba desde el ojo hasta la mejilla. Era bastante grande. Tal vez se la hicieran en una pelea, con un arma lo suficientemente afilada como para que se quedara la prueba de su conflictividad.

-¿Quién eres? Identifícate. Trabajas para Dlichstorn, ¿no es así? -Más que unas preguntas, parecía todo un ataque.

-Buenos días lo primero, ¿no? -contestó el protagonista, en parte para vacilar al chico con la pistola.

-No estoy para bromas. ¡Contesta o te mato! -gritó.

-Cálmate, tío. No sé quién soy, no tengo identificación y no sé qué cojones es Dlichstorn.

-¡Mentiroso! ¡Enséñame tus muñecas! -Agarró ambas con la mano que no sujetaba la pistola y vio que no había nada-. ¿Cómo...? Da igual. Eres de los nuestros entonces, un exiliado. ¿Podrías al menos decirme cómo te llamas? -preguntó el chico, esta vez con mucha más educación.

-No lo sé, no tengo nombre -contestó el protagonista.

-¿Cómo no vas a tener nombre?

TEMPUS FUGIT | ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora