01-| Tropezando con chicas bonitas

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—Tienes que sacar todas las que puedas, no hicimos tanto sacrificio para poder mandarte allí para nada

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Tienes que sacar todas las que puedas, no hicimos tanto sacrificio para poder mandarte allí para nada. Lo mínimo que puedes hacer es aprobar todas las materias con las mejores notas, es tu única responsabilidad.

—Lo se mamá, no tienes que repetirlo todo el tiempo.

—¿Cómo te ves con el alquiler? ¿Tienes que comprar algún libro nuevo? La universidad de abogacía es difícil, mientras más leas más entenderás. Debes practicar la memoria— el tono de mi madre era exigente, duro y sin dar lugar a ningún tipo de réplicas. Seca como ella sola.

—El alquiler hasta bien, con Lucia ya pagamos este mes. Y los libros los estoy leyendo en PDF, así no gastan dinero— tomé mi billetera y saqué dos billetes, se los tendí al taxista— Muchas gracias— susurré para salir de allí.

Tu padre de todos modos te mandará hoy, ¿Cuánto necesitas?

—No necesito, Matty me dejó trabajar doble turno en el bar.

Matty era mi jefe. Trabajaba en un bar a dos cuadras del departamento que compartía con una compañera de la universidad, el dinero que cobraba era bastante indignante comparado con la cantidad de comentarios por parte de los hombres que debía soportar, pero algo era algo y prefería mil veces aquellos comentarios que tener que pedirle dinero a mis padres.

De todos modos me mandaban, en parte porque era su obligación.

—No me gusta para nada ese trabajo tuyo. No es serio— podía imaginarme a la perfección la expresión de indignación y completo desagrado en el rostro de mi mamá, intenté que se fuera de mí cabeza.

—Pues es lo que tengo— respondí a secas, abriendo la puerta de mi universidad con el ante brazo.

No-

—Ya llegué, te llamo luego del trabajo si aún estás despierta— la corté antes de que pudiera seguir hablando, la oí renegar.

Te llamo mañana a esta misma hora, no quiero que me despiertes para nada.

—De acuerdo, adiós...

Pero por supuesto que me había cortado antes de que pudiera llegar a despedirme por completo.

Suspiré y guardé el teléfono dentro de mi bolsillo trasero, tomé un sorbo de mi chocolate caliente y me dirigí al tercer piso.

Estaba en mi segundo año de universidad, con mis casi 21 años encima. Por supuesto que lo que estudiaba no se lo había esperado nadie, lo comenté en una cena familiar y todos se miraron extrañados porque para ellos siempre había sido la "oveja negra", la "descarrilada", "la que había perdido el camino" por no ser lo que todos ellos eran.

Había querido seguir con mi carrera como baterista, quizás unirme a otra banda a mis 23 años, con más experiencia en la vida como para saber cómo era la onda. Pero mis padres me dijeron que sería una perdida de tiempo y que me moriría de hambre, vendieron mi batería para que no tuviera de dónde aferrarme y me inscribieron en la universidad de abogacía de Lucila, una ciudad en definitiva más grande que Solencia, y más alejada de esta también.

Cuando llegas y te vas [LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora